jueves, 21 de abril de 2011

Azules

El nombre de la rosa
(mi nombre, no hay otro)


Estrategias del deseo
(siempre en danza, aún antes de conocerte)


El reloj mecánico
(perdido en la inmensidad del cajón al descubrir lo efímero del tiempo contigo)


Las noches rojas
(fulminadas en el ocaso de tu isla)

Tierras de cristal
(como los paisajes enfocados en el verde arena o el gris ceniza de tus cuadros)


Una noche sin luna
(al amparo sonoro de tu risa, y luminoso de tus ojos)


Amores de película
(tú y yo en La gata sobre el tejado de zinc, Memorias de África, o Deseando amar)

 



Martázul
(para seducirte, ay, sin remedio)

lunes, 11 de abril de 2011

Oxígeno en sangre

La doctora, muy seria ella, mira a mi padre y luego, en el mismo plano corto, a mí.
Y como queriendo que yo le apruebe la decisión, suelta:
¿Tu padre ya aguantará allá metido dos horas?
Pero ya es demasiado tarde, la solicitud está echada…



Así empieza la película.
Una nueva superproducción donde un grupo de enfermos entraditos en años pasan más horas que un reloj encerrados en una cámara hiperbárica mientras visionan programas de cocina.
Su título, aunque todavía es provisional: 20.000 leguas de viaje en tierra firme.
Y ya han diseñado el cartel, un poco a lo Julio Verne, con un paisaje abisal y dos submarinistas reciclados de los años 50.


Yo no tengo muy claro su éxito comercial pero los protagonistas están encantados con el proyecto. Además el equipo de rodaje, con su director a la cabeza, todos vestiditos de blanco para no desentonar demasiado con el ambiente de trabajo, es tan profesional y tan buena gente que su optimismo se contagia.
Y así están los actores, deseando que sean las 12 del mediodía para ponerse en su papel y pasar a la acción.
Mi padre está en su salsa porque, como dice el dicho catalán, qui no té un all, té una ceba. O lo que viene a ser lo mismo: quien no sufre parálisis permanente, lo hace por hemorragias rectales, o por estigmas cutáneos. Pero forman un gran equipo, con bata y peúcos reglamentarios en azul y casco homologado transparente.


Mientras él se dopa de oxígeno y se arma un lío con los tubos, la botellita de agua para el refrigerio y los sofritos del Arguiñano, yo le doy a la lectura, o paseo por el hospital pasillo arriba pasillo abajo para curarme de las inclemencias anticrisis del aire acondicionado que llevan practicando dos meses a todo gas.
También me dejo diariamente una pasta en parking, comida y gasolina. Y practico mis dotes sociópatas dando conversa a todos los yayos que esperan una ambulancia o se hacen la picha un lío con las bandejas del selfservice, los cubiertos, los platos del menú y las bebidas refrescantes.
Y aunque lo ideal sería pescar de una vez por todas un médico en condiciones por aquello del que la sigue, la consigue, no hay manera; los milagros me son esquivos.


Pero, ¿qué más da?
Si mi padre se lo pasa bien, yo… también.

sábado, 2 de abril de 2011

Un dia més

En Softu, en Negritu, na Princesa,… ells són els amos.
La Jove m’ho va dir el primer dia que vaig arribar a casa seva, ja fa… ufffff… una pila d’anys.
Jo no els coneixia, només tenia el plaer diari de treballar amb ella.
Això era a Puvill Llibres, a sota d’una escala, arrassarada dels pocs clients que travessaven la porta d’aquella vella botiga.
Ella xerrava i jo li contestava des del meu amagatall perfecte, fent de les nostres converses quelcom surrealista.
Va ser llavors que la vaig començar a tractar de vostè, amb un respecte tan sincer que sorprèn, encara ara, a la majoria dels nostres coneguts.
Per a mi, ella és “la Jove”; i jo, per a ella, el mateix.
Escolti, jove…
Digui’m jove…


Els gats es passegen sinuosament per entre les copes i tulipes de colors que decoren el terra de la seva habitació. Vidres d’un luxe ja caducat però que a ella i a mi ens enamora.
Sempre m’ha fascinat el seu particular racó en aquella casa, des que vaig descobrir el kimono turquesa de flors penjat a la porta del seu armari… mai no havia vist una cosa tan exquisida!
En el meu imaginari li esqueia d’allò més i la convertia en una delicada papallona de seda.
Visitar-la tot aquest temps no ha canviat la meva impressió inicial; cada dia ha estat una festa, plena de sorpreses, d’esdeveniments màgics, que m’han ensenyat a gaudir de les hores passades al seu costat.


En veure la il·lustració la vaig reconèixer.
Sofisticada, una mica a la seva, i fidelment acompanyada.



Congratulations!