sábado, 25 de octubre de 2008

De cabeza

La sobrellevo a diario pero unos días me pesa más que otros. Cuando se pone farruca y se obstina en dolerme, no hay quién la soporte.

Debes cortar por lo sano, me dijo ayer la niña biónica mientras controlaba las idas y venidas de una caterva de hormigas obreras por encima de su pie derecho, enfundado en un botín de piel azul eléctrico Chanel.




Lo de cortar por lo sano, lo he visto esta tarde, tenía un problema: que, sin Sondrina en casa, la ejecutora del plan, inevitablemente, sería la misma que viste y calza.

Pero sin liarme la manta a la cabeza (porque hubiera sido más trabajo que el estrictamente necesario), he cogido las tijeras y, en un periquete, he cercenado mi cuerpo, llevándome unos cuantos golpes de propina al rebotar la susodicha contra el suelo, en el momento de la amputación. Todo lo cual ha servido para certificar que, si bien había variado su posición, el dolor agudo original seguía existiendo.
Mi gozo, en un pozo.

He sacudido con las dos manos la cabeza de medusa que me miraba con ojos extraviados y casi me desmayo pues las canicas encerradas en su interior han impactado contra las paredes craneales y, tanto ella como el resto del cuerpo, han visto las estrellas.
Estas cuatro letras han surgido después de pasearme con la criatura peluda en brazos, esperando a que cesara en su llanto para poder concentrarme.
Dentro de un rato probaré de minimizar esta carnicería con un poco de loctite.

sábado, 18 de octubre de 2008

Líneas de fuga

Apuro mi cerveza y cierro los ojos. Puedo sentir cómo el sol vienés de media tarde me reconforta. En estado contemplativo estoy cuando se me ocurre una estupidez:

El cielo está encableado.
¿Quién lo desencableará?
El desencableador que lo desencablee,
buen desencableador será.




Miguel, mi hombre del tiempo particular, hablaría de isobaras, las líneas de presión que aparecen en los mapas de previsión. Saco una foto de lo que veo, mirando al cielo azul, y escribo en la postal que le mando:

Tus isobaras han cobrado realismo junto al canal del Danubio. Líneas de acero, tensadas por el aire, que las hace vibrar como nadie. Todas esas rayas en el cielo me recuerdan a las que surcan las palmas de tus manos: vías principales y secundarias de una misma realidad. En este caso, las isobaras tridimensionales de Viena unen los tranvías que, como los puntos en un mapa, trazan los destinos de sus habitantes.

Ahora el cableado resuena porque se acerca a la parada el número 7, dirección al cementerio central. Los cables parecen danzar, unos con otros, susurrando su música favorita. Pero el baile se frena de golpe cuando se aleja el último vagón. Y regresa el silencio al cielo.

Un ajedrecista, poniendo mucha imaginación, quizás vería los cuadros del tablero en el cruzado mágico de cables, pero nunca en blanco y negro.

domingo, 12 de octubre de 2008

NB


K se sienta a mi lado para cenar. A simple vista está como siempre pero algo en sus ojos es diferente.
Evito mirarla cuando habla porque me siento intimidada. Sólo espero que no se me note demasiado.
K ya no es k... ni de kilómetro, ni de kilo, ni tan siquiera de Kinsasa... Ahora se ha transfigurado en NB: la niña biónica.
Hace unos días me escribió un sms inquietante...

Veo las matrículas de los coches desde mi blacón. Es alucinante!! un mundo nuevo delante de mis ojos. Estoy en otra dimensión y no he tomado drogas.

Y hace sólo dos, otro...

Me acabo de tomar una pastilla efervescente y puedo ver las burbujikas pekeñikas del vaso. Es fascinante. Fiu, fiu.

De reojo constato que lo único diferente es el brillo casi metálico que destilan sus pupilas amarronadas. Da un poco de miedo saber que ahora nada se le escapa, que hasta el gesto más insignificante no le pasa desapercibido. Incluso ha demostrado sus poderes contando las migas de pan que han quedado sobre el mantel...

¡¡Hay 89, y sólo en esta zona de aquí!!

Emito una sonrisilla nerviosa y se me escapa entre dientes un "¡qué maja ella!"... y comienza el festival.
Imitando al tío que cuenta calorías en el anuncio de la tele, coloca los deditos en posición de cálculo y desprende un rayo catódico de baja intensidad sobre la cabellera peinada de peluquería de S, y le suelta...

Tienes una lapa de 40 folículos en la coronilla; y cuidado, porque en ese flequillo se han perdido 10 pelos de golpe.

Nos quedamos de piedra; S un poco ofendida, pero encaja el golpe con elegancia.
¿Y si se le escapa uno de esos rayitos y nos deja ciegas? Claro, como ahora ella se ha operado la miopía y ya ve, al resto que las zurzan.
Pero la velada todavía no ha concluido y, al salir a la calle, la niña biónica ha cogido carrerilla y ha seguido con el recital...

El que se sentaba en la mesa de enfrente, el de la camisa verde a topos, se ha dejado un "paluego" entre los molares...

Cuando J ha estornudado, como no se ha tapado con la mano, decenas de gotitas saliveras han salido disparadas en un radio de dos metros.

- ¡¡Jesús!!

- Gracias, de nada,... ¿por cierto, por qué no nos has dicho que estás embarazada? La carta que llevas en el bolso lo pone... ¡Uy! cuidado con ese que baja por la calle, lleva una navaja en el bolsillo derecho del pantalón y...

Y así, horas y horas.
De regreso a mi casa, en mi fantambuloso M3 iba recordando cómo era la niña biónica antes de la operación, con aquellas gafitas de montura al aire que tan bien le quedaban a la cara.
En fin, de nada sirve ya lamentarse, esas gafas, como otras parecidas y montones de lentillas, han pasado a mejor vida: le han perdido de vista para siempre.

sábado, 4 de octubre de 2008

Lust, caution


"No te lo quites", le dice el señor Yee a Mai Tai Tai cuando ésta se prueba un vestido.
"No te lo quites", y la carga erótica que desprenden esas cuatro palabras se quedan flotando en el ambiente.
Cierras los ojos un instante y esas palabras se refieren a tí: no te quites el vestido, me gustas así, atractiva, apetecible. Esas palabras te encadenan al deseo mudo de una mirada intencionada, desafiante, que mira más allá de lo que está viendo, que repasa cada centímetro del cuerpo femenino, que se recrea en la idea de la promesa sexual que lleva implícita.
Y el señor Yee se acerca a tí, todo un caballero, y pasa su mano por la cintura, lentamente, para acompañar tu cuerpo hacia la salida de la tienda, para invitarte a comer.
El leve roce de su mano contra la seda del vestido y tú te estremeces, con la necesidad imperiosa de eternizar ese instante porque te gustaría que su mano no se quedara ahí.

Cuando regresas de tu ensoñación, ellos están en el restaurante, continúan jugando a la seducción sin nadie a su alrededor. Ellos dos solos, frente a frente: el lobo con traje y corbata, y caperucita vestida de azul.



Mai Tai Tai: No te preocupes, haré todo lo que tu digas.

Lider de la resistencia: Bien, muy bien. Tienes que mantenerle atrapado. Si necesitas algo...

Mai Tai Tai: ¿De qué trampa me estás hablando? ¿Quién te crees que es él? Sabe fingir mejor que tú. No sólo penetra en mi interior, se va abriendo paso hasta mi corazón como una serpiente. Me penetra hasta el fondo y yo le acepto como una esclava. Intepreto mi papel al pie de la letra para poder llegar yo también a su corazón. Siempre me hace daño hasta que sangro y grito, sólo entonces queda satisfecho. Sólo entonces se siente vivo, en la oscuridad, sólo entonces sabe que todo es real.

Lider de la resistencia: Para, basta ya.

Mai Tai Tai: Y justo por eso, por eso puedo torturarle hasta que ya no puede aguantar más y yo sigo hasta que los dos caemos exhaustos...

Lider de la resistencia: ¡Basta ya!

Mai Tai Tai: Y cuando por fin se corre dentro de mí, pienso que es el momento... ¡¡el momento en que vais a entrar para pegarle un tiro en la nuca y que su sangre y sus sesos me cubran entera!!

Lider de la resitencia: ¡¡Cállate!!





Lust, caution (Deseo, peligro, 2007)
director: Ang Lee
actores: Tony Leung (señor Yee), Tang Wei (Mai Tai Tai)