miércoles, 29 de diciembre de 2010

La música...


en octubre fue a-ha
la despedida definitiva a una parte de mi vida
a la que empezó colgando su póster en rosa chicle entre las diferentes plantillas del barça
(no pegaba nada el rosa entre tanto verde y azulgrana)
y, sin embargo, yo todo lo veía compatible
a-ha, Prince, the cure, mecano, la dama se esconde…
¡qué locura de muchacha!

y

en noviembre fueron HURTS
la novedad, la vida nueva
pero con aires del pasado, del tecno de los 80, andróginos y barrocos
pero tremendos
compatibles con todo lo demás

y

de aquí a 3 días justos
la apoteosis
mi primer deseo para el año nuevo:
disfrutar del concierto en la Musikverein de Viena
a todo trapo
hasta saturar los altavoces de mi pobre televisor
emocionada hasta la médula

……..

pego mi canción favorita de a-ha
(la sección de cuerda me parece brutal)

y

también la “vida maravillosa” de HURTS
(mi segundo deseo será bailar en una piscina… con tacones)



domingo, 19 de diciembre de 2010

Christmas card

Con todo el lío que tengo en casa no sé cómo me quedan ganas de celebrar la navidad.

Quizás sea por eso.
Por lo del lío.
Digo.



Me llamo Leia y pertenezco a una familia desestructurada.
[¡Hola Leia!]
A mi padre le gustaban las emociones fuertes y, de muy joven, se pasó al lado oscuro de la fuerza abandonando a mi madre.
Ella, pobreta, se quedó sola y, al poco, descubrió que estaba embarazada.
Una princesa, sin oficio ni beneficio, y futura madre soltera,… menudo panorama.

En el parto, oh sorpresa, vienen gemelos y mi madre discurre separarnos: ella se queda conmigo y deja a mi hermano con una familia de una luna lejana.
De todo este embolado nos enteramos él y yo mucho más tarde, en los años de lucha por salvar a nuestro pueblo, cuando se cruzan en el mismo camino un niñato con robotijo adosado –mi hermano Luke y su r2d2-; y la imitación barata de una dama de elche, con su par de ensaimadas encastadas en la cabeza… la misma que escribe y cuenta.


A partir de ahí, el desenfreno.
Reaparece nuestro padre con aires de tipo importante, disfrazado de negro, con capa y espada, y una careta que no se quita ni a sol ni a sombra.
Por no se qué historia de la llamada de la sangre, se pone al descubierto que somos familia y el amigo se pasa las horas repitiendo a todo aquel que lo quiera oír ¡Luke, soy tu padre!, y a mi que me parta un rayo.

Tanto dar la brasa para nada, en cuatro estocadas de espada láser perdió pie y se fue al infierno.
Y huérfanos del todo nos quedamos, pues mi madre ya había pasado a mejor vida hacía un tiempo…


Ahora por aquí andamos, atareados con la crisis, varios parones aéreos teñidos de nieve y alguna que otra visita pastoral.
Para colmo los soldados robot han abrazado el cristianismo y, a su manera, han montado un belén viviente. Y aunque c3po y yo no pintamos nada en el decorado, siempre estamos ahí, dando por saco.
Todo sea por animar un poco el cotarro.


Por cierto… Merry christmas!!!

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Natsuko


Encontré sus cartas.
Y la tarde viajó lejos, al amparo de aquel sauce llorón junto al puente de madera, para cobijar su pálida desdicha.

El kimono bordado con fugaces mariposas reposa en la tinta derramada.
El carmín de su beso dibuja insinuaciones en el ángulo de los trazos.
El polvo de arroz recrea su rostro sobre el papel, con la mata de pelo azabache brillando en el recuerdo de un sueño.

Pinto la grafía con las yemas, de una invisible pena, queriendo recobrar el aplomo suficiente para dejar de llorar, para que las gotas de rimel no tinten el blanco del tablero de ajedrez.
Y en esas sus ojos se rasgan aún más, suspiran el aroma del tiempo que ha pasado desde entonces.

La historia de esta niña de verano se escribe por columnas, de derecha a izquierda, y del final hacia su principio.
Cuando el samurai regresó para morir.
Cuando la espada sembró de rojo atardecer su aldea.
Cuando el calor quemaba de sudor sus noches.




Encontré sus cartas.
Ahora sólo resta leerlas…

sábado, 20 de noviembre de 2010

Reading


En eso estoy.
Sin orden ni concierto. Sin ton ni son.
Pero letra a letra, renglón a renglón.

Varada en inimaginables mundos, al amparo de lunas nuevas y de piratas con pajarraco al hombro.
A la cándida luz de unas velas, recorriendo anaqueles repletos de libros y buscando la eternidad de unas palabras, la veracidad de unos sentimientos.
A ras de celulosa, dejando al descubierto viejas tarlatanas.

Lo quiero todo hecho.
Lo necesito.
Que me lo cuenten, que me lo traigan ante los ojos, para entretener el amasijo inerte de horas en las que transcurre mi asueto…




Reading.
I will come back.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Huyendo de la niebla


“La figura del delator es va constituir com un element cabdal d’aquells primers anys de la dècada dels quaranta, gent que no tenia gens de por de denunciar com a col•laboradors de la República els seus veïns i amics. Molts cops, eren falsedats, mentides que s’alçaven sobre l’odi i l’enveja personal. I n’hi va haver uns quants que en van saber treure un gran benefici. Advocats importants i d’un gran prestigi, gent influent dins l’estructura policial i militar, que s’oferia a intercedir per un pres a canvi d’anar-se’n al llit amb la germana, la filla o la dona de qui estava entre reixes. No sempre van sortir-se amb la seva. Al barri tothom coneixia el cas d’en Pep del Torrent. Un veí l’havia denunciat tan bon punt van haver entrat els nacionals per la Diagonal i ràpidament el van empresonar. Una matinada, no devien ser ni les sis, la Teresa i la Núria es van sobresaltar amb uns crits procedents de fora el carrer. Un grup de soldats va treure a cops de peu un noi jove de l’edifici de devant. Era en Pep. Va estar-se un any i tres mesos entre reixes, fins que un bon dia, van tornar-lo a veure pel carrer. La Teresa se’l va trobar el mateix dia que va sortir de la presó: alegre, entusiasta, amb ganes de recuperar el temps perdut. L’endemà tornava a estar engarjolat. I és que, aquella primera nit que havia passat a casa, la seva dona, una noia menuda i molt maca, li va explicar el que havia hagut de fer perquè el deixessin sortir. Se n’havia anat al llit amb un advocat estretament vinculat al règim. Ni ella sabia quantes vegades ho havia hagut de fer. El lletrat sempre li prometia que era l’última vegada, però sempre n’hi havia una de més. Així ho havia de fer si volia tornar a tenir el seu espòs a casa, li repetia l’advocat mentre la despullava en una habitación del seu despatx. Aquella mateixa nit, el jurista va morir al mateix lloc on obligava la dona d’en Pep a prostituir-se. S’havia quedat fins tard treballant, sol al despatx. Quan va obrir la porta d’aquell luxós pis que utilitzava per treballar, va rebre vint-i-dues ganivetades. La majoria al pit. L’arma era casolana, una navalla de poc més de mig pam, ben afilada, un estri de cuina. Quan el van detenir, aquell noi de cal Torrent estava amarat de sang, recobert d’un vermell intens que li regalimava per tota la pell.”



Albert Llimós. La dona que fugia de la boira. Barcelona: Proa, 2010. 375 pág.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Azzurro

Un vuelo cancelado, un partido suspendido.
Para mí, los malos son los franceses; para él, los serbios.
Y en la contrariedad momentánea de un destino, nuestros caminos confluyen.

Daniel me espera con su mejor sonrisa; él fue quien me cogió el teléfono y me dijo que no me preocupara. Con un vieni qui zanjó el tema.


Me ayuda con las maletas, con los cachivaches del duty free. Y me entrega la llave de la 108. Estoy contenta de recuperar mi antigua habitación.
Ma qualcosa è successo?
Niente importante.
Una huelga general y un vendaval, que quieren que siga de vacaciones.
E la partita? La Serbia e i azzurri giocavano oggi…
Los ultras siembran el caos y la destrucción, y el futbol pierde por ko técnico.

Después de unas birras somos capaces de reírnos de nosotros mismos y de explicarnos la vida, como si nos reencontráramos después de muchos años. Milán y Barça, viajes y fobias, amores y sexo.

Hoy Daniel ha vuelto a la intimidad de mi memoria de pez.
Recordé que lo verá San Ciro el miércoles, cuando Mou pierda ante el AC Milano. Palabras textuales en la euforia de sus ojos, en el pícaro bacio que me roba al amparo de mis rizos.

sábado, 23 de octubre de 2010

Miracoli


Apenas unos escalones y crees estar en la gloria.
Levantas la mirada hacia lo alto y el azul te restalla en la cara, como aquellos firmamentos que los egipcios consagraban al lapislázuli más intenso.
Las pupilas, acostumbradas al color, distinguen ahora sí las puntas del templo, clavadas en esa realidad etérea en la que se ha convertido el día.

Y entonces la ves.
La escalera surge de la piedra que da sustento a todo ese artificio maravilloso.
Pero no es una sola, son decenas, están en todos los arbotantes; como una sucesión infinita en la magia de un espejo.

Y lo tienes a tocar, ya lo tienes, es tuyo, al fin.
Que el cielo sólo está ahí para ti, que tu deseo de alcanzarlo se ha hecho realidad.






Permanecí en la azotea del Duomo de Milano apenas una vida de reloj. Y como yo otros simples mortales, conmocionados por la belleza, inmersos en el silencio digital de las cámaras fotográficas.
Suspendido nuestro devenir futuro al amparo de millones de sillares, las imperturbables estatuas nos observaban riendo por dentro el asombro reflejado en nuestras caras.

jueves, 14 de octubre de 2010

De fresa

Papá, papá… ¿qué es esto?



Un caramelo.






(p.s. de todo y más en los bolsillos de un niño grande)

viernes, 1 de octubre de 2010

Elogio de la sombra


“Soy totalmente profano en materia de arquitectura pero he oído decir que en las catedrales góticas de Occidente la belleza residía en la altura de los tejados y en la audacia de las agujas que penetran en el cielo. Por el contrario, en los monumentos religiosos de nuestro país, los edificios quedan aplastados bajo las enormes tejas cimeras y su estructura desaparece por completo en la sombra profunda y vasta que proyectan los aleros. Visto desde fuera, y esto no sólo es válido para los templos sino también para los palacios y las residencias del común de los mortales, lo que primero llama la atención es el inmenso tejado, ya esté cubierto de tejas o de cañas, y la densa sombra que reina bajo el alero.
[…]
En realidad, la belleza de una habitación japonesa, producida únicamente por un juego sobre el grado de opacidad de la sombra, no necesita ningún accesorio. Al occidental que lo ve le sorprende esa desnudez y cree estar tan sólo ante unos muros grises y desprovistos de cualquier ornato, interpretación totalmente legítima desde su punto de vista, pero que demuestra que no ha captado en absoluto el enigma de la sombra.
[…]
A nosotros nos gusta esa claridad tenue, hecha de luz exterior y de apariencia incierta, atrapada en la superficie de las paredes de color crepuscular y que conserva apenas un último resto de vida. Para nosotros, esa claridad sobre una pared, o más bien esa penumbra, vale por todos los adornos del mundo y su visión no nos cansa jamás.”



Junichiro Tanizaki. El elogio de la sombra. 21a. ed. Madrid: Siruela. 2007. 95 pág.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Lujuria

Perversamente fascinante.
Y aunque ya hablé de ella hace dos años (Lust, caution) la recupero por su tema principal: Wong Chia Chi's.

Lujuria en la clandestinidad, en los qipaos que sensualmente perfilan el cuerpo femenino, en la música que conduce al peligro,… en el deseo que aviva Tony.




Tony Leung

Qipaos

Alexandre Desplat

miércoles, 15 de septiembre de 2010

de Cupidos


No podía hacer otra cosa.
Engatusarlo y llevarlo a mi terreno.
Y una vez aquí, pedirle explicaciones.


Primero el encantador de serpientes y a continuación el aspirante a Jare Chrisna.
Luego el profesor de historia retirado, los hermanos del amigo Karamazov, y el empleado de banca.
Más tarde, y por este orden, el camarero del Yabadaba, el camarero del selfservice, el camarero de la terraza de verano y el camarero bombero.
Ahora el limpia cristales del edificio, el psicoanalista adicto a sí mismo, y el marido de Neus, ¡los tres a la vez!.

Sólo quería hablar con él, hacerle razonar, y convencerle para practicar el tiro al blanco.
Mas no sirvió de nada.
Corto de vista, tuvo suerte de no morir en el impacto o de clavarse uno de sus dardos.
Que el amor es ciego, y no hay más… aunque me empeñe en llevarle la contraria.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

El señor de Musashi


“… La cuestión era que de un tiempo a esta parte, cada noche, cinco o seis mujeres escogidas del grupo iban destinadas al trabajo de llevar una lista de las cabezas cortadas, fijarles un letrero a cada una, lavarles las manchas de sangre, etc. Las cabezas en realidad, si pertenecían a soldados rasos y anónimos, eran ignoradas; y si pertenecían a guerreros de reconocido valor, todas eran así limpiadas cuidadosamente de sus manchas, y luego eran presentadas al general para su inspección. Por ello, con objeto de evitar que la vista que ofrecían fuese desagradable, se les peinaba la cabellera revuelta, se les repintaban los dientes pintados, y si la ocasión lo requería, se les aplicaban ligeros toques de maquillaje. En suma, se trataba de darles la apariencia de personas vivas, devolviéndoles la prestancia y el color de la tez que hubieran tenido en vida. Esta tarea, llamada de acicalar cabezas, era habitualmente desempeñada por mujeres, pero dada la escasez de damas que al presente se acusaba en el castillo, se llegó a asignar tal misión a las mujeres custodiadas como rehenes.”

“… la mujer que más lo fascinaba era con mucho la que se sentaba en el centro, y se ocupaba en lavar las cabelleras. Era la más joven de las tres, podían calculársele unos quince o dieciséis años. Su cara era redonda, y aun en medio de su aparente impasibilidad translucía un cierto aire de encanto natural. Su atractivo consistía, para Hoshimaru, en que cuando ella se quedaba mirando fijamente alguna de las cabezas, una leve sonrisa inconsciente se dibujaba en sus mejillas. En ese instante flotaba por su rostro lo que podría llamarse un asomo de inocente crueldad. Además, el movimiento de sus manos al ir peinando los cabellos tenía una gracia insuperable, una elegancia sublime.”



Junichiro Tanizaki. La vida enmascarada del señor de Musashi. Barcelona: Edhasa, 1989. 314 pág.
(edición que contiene también la obra: Enredadera de Yoshino)

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Mi charca

Hace unos días un amigo me dijo…

“Caigo yo en la cuenta de que en tooooooooodo el tiempo que te conozco jamás de los jamases te he visto más allá de las puertas de la universidad, y claro, uno empieza a hacerse preguntas y a plantearse hipótesis.
Para mí la más plausible es que una especie de hechizo cayó hace años sobre ti, convirtiéndote en sapo o rana en el caso de aventurarte más allá de aquellos bloques de cemento de la universidad.
Así, por esa condena, vas a escondidas de la biblio a alguna charca contigua a cazar mosquitos y refrescarte para volver de nuevo a tu encierro entre libros y estanterías donde inventas virtudes, perfumes y demás historias baldías.
¿No quedan ya príncipes para besar morritos de batracios y así deshacer hechizos?
¡¡Por Dios, qué mundo éste!!”




Y yo le contesté…

"Cuando salgo de la uni y regreso por arte de birli birloque a mi querida charca, entre nenúfares, mosquitos y demás ranitas toca bemoles, ¡cuan grande es mi alegría!
Voy saltando entre el verde, salpicando mis ancas mágicas, y la humedad convoca las musas, con las que hago corrillo y fiesta para inspirarme de virtudes y demás substancias hechizadoras.
Si no fuera así, todos los días de mi vida, no podría regresar con vosotros los humanos, … ¿quién podría aguantar tanta tontería junta en un espacio tan reducido y, encima, tan mal ventilado como es una biblio?
Además, muchacho, los príncipes-besa-boquitas-de-ranas no existen. Que te lo digo yo, que de eso sé un mundo.
¡¡Ay, criatura, si hasta entre mi raza viscosilla sobran los atontados mariposones!!"

lunes, 23 de agosto de 2010

slide vertiginoso


Van Gogh, Monet, los impresionistas,...


una catedral entorno al mar, re-leída entre sueño y sueño


horas de sol, grabado al filo de mi bikini (pero sólo allí)


4-0 ante el Sevilla,... bien por Messi!!


palabras ligeramente personales, de noche, a orillas del mar


una rotonda, otra rotonda, y otra más... y gira a la derecha


ojos verdes quemados sin remisión, y mis gafas olvidadas en otra parte


ORIGEN, la peli de este verano... por obra y gracia de una mentira piadosa


set de picnic, tumbonas, Charlot y vino dorado de ascendencia japonesa


café Nespresso, cruasán de chocolate e insomnio perpétuo




alcohol, con acento en inglés

jueves, 5 de agosto de 2010

lokura estiVal


Desaliñado.
Hace días que no se afeita.
No se tiene en pie.
Perdido en un mundo en el que nada le es familiar, en el que nada le pertenece, aunque hace ya ochenta años que lo transita y ocupa.

Cuando me mira no sé qué ve. Creo que intenta descifrar las consignas que escucha, como una brisa lejana, y que con toda probabilidad parten de la careta que le observa y le habla sin conocer los motivos.
Cuando me mira me duele. Una pena densa como mancha de petróleo, tapona las arterias, ensucia el alma.
Cuando me mira, el brillo de la incomprensión más feroz se apaga en un instante de locura racional.



Se lo llevan.
Se lo están llevando.
Y sus ojos no pierden de vista los míos. Son livianos, no pesan, pero están ahí, quizá suplicando no ser abandonado.
Que no lo dejen solo con los malos de la película.

Y cuando tirado en el suelo, mis esfuerzos y mis quejas en voz alta no le sirven para nada, no soy yo misma quien le socorre sino la histérica de su hija
que no atina,
que no sabe cómo hacerlo.

lunes, 26 de julio de 2010

a SIS tenta

Se empeña en dejarme a mí sola el gobierno de este nuestro reino
bicéfalo
bisagra
bilonguero
bipartido
bicicleta
bibásico
bisiesto
bizcochero
bifurcado
binario

cuando en realidad este nuestro reino es
viajero
violeta
visigodo
vidriado
vidente
viento
virtual
violonchelo
viernes
vinario
por la gracia de las leyes de la gravedad.


Esa es la cara que se le queda a la afanosa Sondrina cuando decide ponerse manos a la obra y se encuentra con el
desorden desigual, o el
desgobierno desentonado,
después del
descaro y la
desfachatez con la que me vivo sin pegar golpe…


(pasado el verano me pide el divorcio)

lunes, 12 de julio de 2010

Existen casualidades


En el 2010 las Moennas celebran su 40 aniversario.
Casualidades de la vida, la celebración a cuatro en Montecarlo pasa a ser a dúo en Amsterdam.
En la ciudad orange confraternizamos con la naranja mecánica y nos hacemos valer como aficionadas cañís.
Casualidades otra vez, ayer Holanda y España se ven las caras en la final de un mundial. Y para rematar la faena, nos da el triunfo don Andrés Iniesta, insigne jugador azulgrana y santo varón al que guardo especial veneración en mi humilde mollera.

¿Quiere esto decir que yo tengo algo que ver con la locura colectiva que azota nuestro país?
Me temo que sí.
¿De quién fue la idea de celebrar por todo lo alto nuestras 40 primaveras?
Mía.
Y aunque MF, la peligrosa niña mostaza, dijo de cambiar el destino, yo precipité las cosas.



¿Y por qué Amsterdam?
¡Si yo lo supiera?
(aunque creo que en el fondo de mi ser yo ya sospechaba algo, aunque ese algo fuera muy indeterminado y borroso).


¿Y de la final, qué me dices? ¿También es obra mía?
Evidentemente, la duda ofende.
Picamos al equipo vitamina C y no pudo resistir la tentación de batirse con nosotros.
Es que MF se pone muy pesada, sobre todo si es de noche, viste pijama y duerme contigo en la misma cama.
(gajes del oficio de compartir habitación en un 4 estrellas NH y no dejarle fumar lo suficiente).



¿Cómo explico el iniestazo?
Al ser la magia personificada, no es de extrañar su golazo. Además, qué mejor recompensa a la dura temporada que ha vivido este año.

En fin de los fines, que todo encaja… ¿no es maravilloso?




Vale, vale.
Prometo tragarme la pastilla verde y dejarme de estupideces delirantes.
¡Felicidades!

jueves, 8 de julio de 2010

Canción de cuna


“La remor de converses ofegades arriba a través de les parets, i després un cor de rialles. Després més remor. La majoria de bandes sonores de rialles de la televisió es van gravar a principis dels cinquanta. Actualment, la majoria de gent que sentim riure és morta.
El bum, bum, bum, d’un trepig fort arriba des del sostre. El ritme canvia. Potser els cops de tambor s’ajunten, més ràpids, o es separen, més lents, però no s’aturen.
Al pis de sota algú brama la lletra d’una cançó. Aquesta gent que no sap estar sense la televisió o l’aparell estèreo o la ràdio engegats tota l’estona. Aquesta gent que té tanta por del silenci. Són els meus veïns. Coi de sorollohòlics. Coi de silencifòbics.
[…]
Gent que mai no llençaria escombraries des del cotxe et passen pel costat amb la ràdio a tot drap. Gent que no et tiraria mai fum de tabac a la cara en un restaurant ple de gom a gom, rugeixen al mòbil. Es parlen a crits els uns als altres per sobre de la taula del sopar.
Gent que no ruixaria mai amb herbicides ni insecticidas, emboiren el barri amb la música de gaites escoceses del seu aparell estèreo. Òpera xinesa. Country i western.
A fora, el cant d’un ocell està bé. Pasty Cline, no.
A fora, l’esvalot del trànsit ja és prou molest. Afegint-hi el concert de piano en mi menor de Chopin no arreglarem res.
Apuges el volum de la música per tapar el soroll. Uns altres apuren la seva música per tapar la teva. Apuges més la teva. Tothom es compra un aparell estèreo més potent. Vet aquí la cursa armamentística del so. No es guanya amb una bona veu de soprano.
No es tracta de qualitat. Es tracta de volum.
No es tracta de música. Es tracta de guanyar.”





Chuck Palahniuk. Cançó de bressol. Barcelona: Columna, 2003. 279 pág.

jueves, 24 de junio de 2010

mara - villaSS


En la plaza Bilbao, en el ensanche, entre la pensión, el río y la catedral del Buen Pastor, el reino de las maravillas… una librería. Con su cabecera de vidrio emplomado, reflejando sus coloridas flores por dentro, sobre los libros del escaparate, para brillante maravilla de los que entramos a manosear miles de páginas impresas.


Y en la iglesia de Santa María, una audición.
Órgano y violín, quiero creer que es Haëndel.
Se nubla el entendimiento. La paz de espíritu revolotea por entre las floridas arcadas. Misticismo simbólico sólo interrumpido por el grupo del Inserso que viene a cortar en seco el vuelo gozoso de mi alma.
Me estrello contra uno de los evangelistas: el león de San Marcos me clava sus fauces. Y de ahí, precipito sobre los bancos de los fieles, como madero arrojado al mar. ¡Qué lástima de aterrizaje!

Pero se van y a pesar de las heridas vuelvo a levitar hacia el altar mayor poseída por las notas de dos violines adolescentes.
Haces de luces que inspiran en oblicuo desde las alturas como las revelaciones auténticas.
Suena un adagio y se me encoge el corazón. Me viene la sal a los ojos, en lágrimas escapadas de dios sabe dónde, al encuentro de unas pupilas amaradas de sol, escocidas de tanta luz. Y los pies se posan de nuevo sobre el suelo, para volver a la tierra y a este día luminoso, resplandeciente.

En el caserío Zabalaga se instalan piezas de pequeño formato de Chillida; y en torno a la columna vertebral del edificio, una coral improvisa un ensayo que estremece las piedras. La lengua vasca resuena diferente, como filtrada por entre las líneas y volúmenes imaginados por el artista. Y te das cuenta de que no puede ser de otra manera, que la voz es parte consustancial de la obra de arte.


Los metales que trabaja Chillida son mates, de acabados imperfectos, extractos de la misma naturaleza y devueltos a ella.

“… Estaba haciendo unas herraduras, en un ambiente oscuro, de luz negra, que es como yo me veo a mí como vasco y a los vascos, es un país de luz negra; no es la luz del Mediterráneo, es otra luz.” (Eduardo Chillida)


Quizá por eso, por el tema de la luz, aparece insertado en el azul, surgiendo del verde, el gris de la piedra. Artilugio artificioso, de manufactura humana, guardando las vías de la estación proyectada por Eiffel, el mismo del de la torre parisina.


Y en el horizonte finiquitado del día, la luna emerge entre jirones de nubes para mecerse estática sobre La Concha. Camino a contracorriente el paseo mientras un chupatintas hace lo propio a orillas del mar, posando sus mocasines, primero uno, después el otro, sobre la alfombra arenosa. Pisadas que permanecerán en el recuerdo de la resaca.

miércoles, 9 de junio de 2010

de Peines


Llegados hasta aquí, hasta este punto y final relativo, me doy cuenta de que el viaje valió la pena, de que no todo está perdido.
El mar siempre ha ejercido sobre mí ese poder calmante e hipnótico de las grandes ocasiones. Aquellas en las que la belleza de un instante sirvió para pagar todas las deudas contraídas con el mundo.

Regueros de óxido se mezclan con la sal en cada romper de olas; mechones de agua salpican el rompiente y algunas gotas, escupidas por la fuerza, mojan lo seco que hay en mí. Y, a veces, esas lenguas submarinas se enredan en las púas retorcidas de un peine estático y monótono que se alza sobre la piedra.

Puesta de sol en La Concha, descolocada, desconcertante, pues el sol parece fuera de lugar. Quizá mi recuerdo quedó preso de Sitges, aquella tarde de diciembre en la que palabras ajenas me bañaban los oídos.


Llegados hasta aquí, repito, creo que hay esperanza. O eso es lo que garabatea el grafito del lápiz que nunca me abandona. Esperanza para mi circunstancia, que me sigue sin descanso y sufre mis repentinos y exagerados cambios de fe.
Miro cómo se retuerce el metal, cómo se hunde en la carne rocosa e intento aplicarme la lección.


Geometría espacial que me gustaría recorrer, empequeñecida como pulgarcita electrónica, en pos de esa belleza que me cautiva el espíritu.
Si Wilde levantara la cabeza me demandaría, le robé su plan para subsistir.
Si Wilde levantara la cabeza… es igual, no tiene importancia.

Pliegues del arenal se vendrán conmigo de vuelta y un leve tinte rojizo grabará sensacionales reflejos en la cara de la luna, contemplando el horizonte finiquitado del día.

miércoles, 2 de junio de 2010

Share the moment


Este año el festival no ha sido nada del otro jueves. Ni siquiera el espontáneo que se coló en la actuación española aportó la dosis mínima de acción trepidante que se hubiera necesitado para enaltecer los ánimos, fueran cuales fuesen.
Pero a todo se le puede sacar punta...



El de este año será recordado por las baladas, por esas melodías lentas y edulcoradas que cuentan lo bonito que es el amor (más que nunca en primavera, como decían Jarabe de Palo).
Azerbaijan, Noruega, Bélgica, Bielorrusia, Irlanda, Georgia, Rusia, Portugal, Israel,... países todos ellos enamorados pero con algún que otro matiz.


Los bielorrusos sacaron a escena tres mariposas ataviadas de rondel oro, plata y carmín. Y sus vecinos rusos trajeron la nieve al escenario, con un grupo folk de 6 chicarrones vestidos de crudo invierno, y con el retrato de la enamorada en ristre.


Por contra, le pusieron un ritmo más frenético Moldavia o Islandia.
La primera presentó una mezcla entre Lady Gaga y Tina Turner (la de MadMax). La segunda le dio a la música house, pero con un imagen totalmente fuera de lugar. La cantante y sus coristas, entradas en excesivos kilos y sacadas de una boda a altas horas, se movían con el paso básico 1-2, 1-2, sin despeinar ni uno sólo de los bucles pegados a sus cabecitas.

Los turkos echaron mano de naNgra, un grupo rockero-ska, que trajo de invitada a una ciborg un tanto ligera de cascos, pues se despelotó en chica enmascarada al final de la canción.
Y los franceses, viendo que se les viene encima el mundial y que se tienen que animar como sea, tiraron de vitalidad marfileña para inventarse un himno: Allez Olla Olé... ¡espeluznante!




Antes de pasar al tema español, algún que otro dardo envenenado:
- el presupuesto para zapatos quedó corto, que se lo pregunten sinó a Georgia y Armenia
- siempre hay alguien que se acuerda de imitar a Abba, este año fue Dinamarca
- gritos desafinados por doquier, ni siquiera cantando en hebreo, el lindo Harel, los pudo disimular
- por mucho que me guste el rock con tintes góticos y la chica cante genial, no dice nada de Ukrania
- mención especial para UK, que a pesar de gastarse una pasta para que los productores de Jason Donovan o Rick Asley les escribieran la canción, quedaron los últimos... y gracias!!!


Y ahora sí, por fin, nuestra madre patria, con Diges y Uribarri como grandes anfitriones.
España ostenta dos récords: es el único país que ha participado ininterrumpidamente todos los años en el festival (y ya van 55), y es también el único país que ha cantado dos veces. En cuanto a eso, está claro que nos benefició, a pesar de cantar mejor la primera vez.
Something tiny (Algo pequeñito para los residentes en la piel de toro) encandiló a unos cuantos espectadores sobre todo de la Europa del este. Si alguien me lo puede explicar, por favor, que no se conte, adelante.
Aquí os dejo la relación de atrevidos:

Portugal 12
Lituania 8
Albania 7
Armenia 7
Letonia 5
Eslovenia 5
Finlandia 4
Rusia 4
Ukrania 4
Moldavia 4
Rumanía 2
Bulgaria 2
Georgia 2
Belgica 1
Israel 1


Y cierro con José Luis Uribarri, evidentemente.
¡Que no se vaya nunca este hombre! ¡Y que le busquen una novia pronto porque yo creo que va algo faltado!
Ah!!, por cierto, ¿que no lo he dicho? Pues sí, resulta que ganó Alemania.
Pero os pego dos temazos, super chulos, mega guaises...



jueves, 27 de mayo de 2010

Los rebeldes


"No tenía la menor duda de que sus hijos habían estado con una mujer, como por lo demás hacían todos los hombres. ¿Acaso el padre de los chicos, en el pasado, no volvía a veces impregnado de esa misma fragancia tenaz, que se adhería a su cuerpo y sus ropas? Mientras él estaba fuera, ella, sentada en la cama, con sus cabellos ralos desparramados por los hombros huesudos, desgarrada por un llanto de dolor, se torturaba imaginando cómo su marido hundía la cabeza angulosa entre los senos de una desconocida, la estrechaba entre sus brazos y apretaba la cadera contra la de ella. Era así como él le robaba, a ella, la guardiana del hogar. Y ese robo era el acto más infame, la ofensa que nunca debía olvidar. “Me están robando todos”, pensó con desprecio. Durante esos penosos años de celos constantes lo que más le dolía era la convicción de que le estaban robando algo que le pertenecía sólo a ella. Con esa avaricia sabia y misteriosa que mantenía unida a la familia a despecho de las tendencias divergentes de sus miembros, lamentaba amargamente todo cuanto los hombres se llevaban de la casa, cada céntimo, cada gota de sangre. Allí todo le pertenecía, porque ella era la guardiana y símbolo de la familia. Se sentía como una isla perdida en la inmensidad del universo; una isla donde los edificios y las criaturas que la poblaban habían brotado de su cuerpo y su sangre. Con todo, los hombres la dejaban por otras mujeres, a las que regalaban la ternura, la pasión y las palabras dulces que a ella le hurtaban y a las que ofrecían el dinero que sólo a ella correspondía. Y un día los hombres habían partido, habían abandonado la isla con pretextos falsos: el deber, el honor y la patria. A su regreso ya no eran los mismos. Uno había dejado su brazo. Y miró la manga vacía del camisón. Ciertamente, ese brazo le pertenecía a ella, había nacido de su cuerpo. Era su propia carne lo que el muchacho se había dejado arrancar Dios sabía dónde. Él afirmaba haberlo perdido en la guerra, pero para ella eso no tenía sentido, eran palabras vacías. Los hombres hacen le guerra para desertar del hogar y liberarse de las obligaciones y la necesidad de ganarse el pan.
Sí, el pequeño se había acostado con una mujer. La esposa del coronel se inclinó silenciosamente y miró en la penumbra la boca entreabierta del muchacho, los labios turgentes de sangre, muy parecidos a los del padre. Ese hijo partiría también, y entonces ella se quedaría sola en la isla, que sin sus hombres terminaría hundiéndose."




Sándor Márai. Los rebeldes. Barcelona: Salamandra, 2009. 253 pág.

martes, 18 de mayo de 2010

Mis vecinos merengones llevan dos días sin aparecer por casa...


me tienen preocupada!!!!

jueves, 6 de mayo de 2010

Impresiones


Tenía pinta de galán de telenovela.
Luis Alfonso, Jesús María Pablo, Benedicto Felipe… cualquiera de ellos podría haberle prestado el nombre pero sólo después de sufrir el estirón, allá por los 30 años, porque de precoz siempre tuvo bien poco.

Nadie recuerda cómo fue exactamente pero todos sabíamos del día del milagro, de aquel en el que casi todos sus anhelos se materializaron (plis, plas) en el cuarto oscuro del caserón que le servía de escondite.
Fechorías del destino, saltos mortales sobre redes inestables que te arrancan una leve sonrisa antes de morir, sin pena ni gloria, ante tu propia estampa.

Y tal que así, ocurrió.
Tumbado en el suelo, vuelto el rostro hacia el cielo infinito, le quemaron los ojos con el fogonazo de la cámara. Aún medio ciego pudo reconocerse en la instantánea que el camarada político le había robado. Pero ese fue su postrero suspiro: se desvaneció en el aire cansino de la tarde, se fue borrando ante el despiste generalizado de los que reíamos su broma,… se esfumó para siempre.

Una línea blanca graba ahora su silueta en nuestras mentes olvidadizas, una línea que recuerda el dibujo de su cuerpo impresionado sobre una triste calle.

miércoles, 28 de abril de 2010

Té o café


He ido a tomar el té con unos señores muy majos, muy simpáticos y muy… de todo.
Bueno, lo cierto es que me he pedido un café por aquello de que yo el té me lo tomo en casa.

Pero, a lo que iba, que ha sido un encuentro muy ameno, muy distendido y muy… de todo.
Un encuentro que viene repitiéndose, año tras año, desde hace unos cuantos y en el que, entre risas sibilinas y cumplidos trasnochados, hacemos un repaso exhaustivo a la actualidad económica de nuestras ajetreadas vidas.
Hasta la fecha, estos señores, cuadradas sus vestiduras (y sus cuentas), se hacían los generosos y premiaban mi buena gestión con algunas gratificaciones pecuniarias que yo me limitaba a agradecer y a dilapidar (en este orden) en menos que engomina su pelo CRistiano.
Pero este año, el peluquero se ha jubilado (vamos, que no ha sonado la flauta); y aunque les duele en lo más profundo de su intestino delgado, se ven obligados a solicitar (también por este orden) mi comprensión y mi colaboración más inmediata.

El decoro y lo apretado del vestido han evitado una desgracia mayor. El efecto butifarra conlleva un cese transitorio del riego articular en puntos estratégicos del organismo por lo que ante la interpelación…

El resultado de su borrador es de CIENTOS de euros a INGRESAR

sólo he hecho que reírme,
y reírme,
muy mucho… de todo.
Y en el encefalograma plano han empezado a dibujarse ciertos enigmas interrogativos:
¿quién pagará ahora el abono de l’Auditori?
¿quién le dirá a Sondrina, mi sufrida asistenta, que no verá recompensado (a nivel económico) su escaso esfuerzo laboral?
¿quién me invitará este año ha realizar un crucero o a visitar las ruinas mayas?
¿quién se hará cargo del recibo de la tele para no perderme ni uno solo de los partidos del Barça?
¿quién…?
¿quién…?


Cuando me recupere del pasmo, pondré en regla mis papeles y pediré asilo humanitario e intransferible en las Islas Caimán, muy lejos y muy al este… de todo.

sábado, 17 de abril de 2010

Libros, sólo libros


La noche del oráculo, cuando colgaba de mis labios La rosa de plata, me regalaste los oídos con El misterio de la carretera de Sintra.
La ciudad de cristal, donde residía tu fantasía, me hizo recalar en Nuestros antepasados, almas desvencijadas que siempre repetían la misma canción: Viajar es muy difícil.
Y aún así, La sombra del viento me provocó Estupor y temblores que tú deshiciste con un beso.

Si conservaras El diccionario de Lemprière sabrías que El puerto de los aromas, alojado al fondo de tu piel, no puede distinguir la Seda de tus ojos, La estrella distante que brilla en tu corazón.

Marina, susurraste, Hay quien prefiere las ortigas; pero si Un año en el paraíso no te hace feliz del todo, con El lápiz del carpintero dibujaré sólo para ti La llave de los jardines floridos que perfuman los Cuentos de la Alhambra.

La mujer que esperaba, aquella que infeliz era La reina en el palacio de las corrientes de aire, descubrió El secreto de los flamencos, me repites sin descanso… Historias de Londres, una tras otra, que apuestan en El juego del ángel ápices de un misterio aún por resolver.
La sombra del águila, encaramada en la rota cornisa, no tiene Nada que hacer ante Nosotras que nos queremos tanto

Calla, no digas tonterías niña. Ven y dime cómo vives; ríe, canta, sueña. Y en la arena seca del reloj busca la Crónica del pájaro que da cuerda al mundo.






Bienvenido a la experiencia BOOK!

viernes, 2 de abril de 2010

en Blanco


Azotado a los cuatro vientos.
Inerte como la roca en el margen del camino.


Sin despegar mis ojos del suelo, siento caer la nieve helando las gotas suspendidas entre tú y yo. El paraguas perdió su color original a manos de un manto blanco, frío y tupido, que pesa más de lo debido. Y aún así me cuesta mirarte a la cara; aún a sabiendas que no puedes hacer nada para remediarlo.


Esqueleto perdido en un mar de fósiles muertos.


Recorro cada renglón de ventanas con la esperanza de encontrar tu luz, como si fueras el faro salvador en medio de la tormenta, como si realmente quisiera salvarme de lo extraordinario de la jornada.

Apenas unas horas y todo quedará grabado en tu fachada inmaculada. Blanco sobre blanco, irrealidad sobre espejismo.
Y, a pesar de eso, ¿no podré mañana explicar que te vi erguido ante el peligro, sólo y desamparado, sin miedo a equivocarme o a olvidarme?
Los dedos atenazados por el frío me dejaron disparar una instantánea más acerca de nosotros dos, donde yo no aparezco, ausente por completo de contraste.

Te juro que siempre recordaré este día de marzo, aún a riesgo de sobrevivir cuarenta años más en estas circunstancias tan especiales, idolatradas en el jardín de los quince pinos.

jueves, 25 de marzo de 2010

La amante peligrosa, al oeste del sol


“- Al sud de la frontera, a l’oest del sol –va dir.
- A l’oest del sol?
- Existeix, un lloc així –va fer. No has sentit parlar d’una malaltia que es diu hysteria siberiana?
- No.
- Ho vaig llegir en algun lloc fa molt temps. Potser quan feia primer o segon a l’institut. No recordo en quin llibre era, però el fet és que afecta els pagesos que viuen a Sibèria. Intenta imaginar-t’ho. Ets pagès i vius tot sol a la tundra siberiana. Cada dia llaures els camps. Fin son t’arriba la vista, no hi ha res. Al nord, l’horitzó, a l’est, l’horitzó, al sud, l’horitzó, a l’oest, l’horitzó. Res més. Cada matí, quan el sol s’alça per l’est, vas a treballar als camps. Quan el sol és ben amunt, descanses i dines. Quan es pon per l’oest, tornes a casa a dormir.
- No s’assembla gaire a la vida que fa el propietari d’un bar d’Aoyama.
- No, no gaire –va fer amb un somriure. Alesmores va inclinar el cap lleugerament-. Tanmateix, el cicle continua, any rere any.
- Però a Sibèria no llauren pas els camps, a l’hivern.
- A l’hivern descansen, és clar –va dir-. Es queden a casa i fan altres feines. Quan arriba la primavera, tornen a surtir als camps. Ets aquest pagès. Imagina-t’ho.
- Molt bé –vaig dir.
- I aleshores, un dia es mor alguna cosa dintre teu.
- Què vols dir?
Va fer que no amb el cap.
- No ho sé. Alguna cosa. Dia rere dia veus com el sol surt per l’est, travessa el cel i es pon per l’oest, però un bon dia alguna cosa es trenca a dintre teu i es mor. Deixes l’arada i, sense pensar en res, comences a caminar cap a l’oest. Cap a l’oest del sol. Continues caminant com un posseït, un dia rere l’altre, sense menjar ni beure, fins que caus a terra i et mors. Això és la hysteria siberiana.
Vaig intentar evocar la imatge d’un pagès siberià mor, estirat a terra de bocaterrosa.
- Però qué hi ha, a l’oest del sol? –li vaig preguntar.
Va tornar a fer que no amb el cap.
- No ho sé. Potser no hi ha res. O potser hi ha alguna cosa. Sigui com sigui, deu ser diferent del sud de la frontera.”




Haruki Murakami. L’amant perillosa: al sud de la frontera, a l’oest del sol. Barcelona: Empúries, 2003. 175 pág.

lunes, 15 de marzo de 2010

Canasta


Lista de lesionadas:
- Pilar, esguince de grado tres, dos semanas de baja (o más)
- Cristina, rotura del ligamento interior cruzado de la pierna derecha, seis meses de baja
- Leoncia, dislocación del hombro derecho, una semana en observación
- Carmencita, gripe, una semana de baja
- Pepita, gripe también, idéntico pronóstico

El miércoles pasado se tuvo que aplazar la partida por incomparecencia. Nunca nuestro equipo de canasta había sufrido un golpe tan duro y de un día para otro.
La yaya Marisca, nuestra mecenas incondicional, estaba muy compungida; y yo... yo estaba estresadísima recogiendo del suelo a todas las abuelas que patinaban sobre la nieve sin la equipación reglamentaria.


A la lista de bajas habría que añadir la relación de contusionadas de diferente índole (incluída la que escribe) que también sufrieron en carne propia los efectos de la nevada. Pero daría como resultado un post demasiado monótono a la par que extenso (y tampoco es cuestión de aburrir al personal).

Ahora que toda el agua acumulada ya se ha fundido y las goteras se precipitan aquí y allá con entusismo poco disimulado, habrá que hacer balance y decidir qué hacemos con la liga de canasta oficial de nuestro barrio.
Los kilos de escayola, los mocos sueltos y los quejíos dolorosos son algo harto difícil de compaginar con cartas marcadas, meriendas bajas en azúcar y dentaduras postizas.



¡Ya os contaré!

sábado, 6 de marzo de 2010

Dolor en piedra


En Bandah se agrietaron los ríos en el desagüe rocoso de la última pirámide.
Sin apenas emoción, la arena confundió nuestros pies haciéndoles creer en un atardecer de finales de agosto.
Torrentes de barro amasaron nuevos ídolos que, en el futuro, llegarían a ser de carne y paja, como espantapájaros horneados a fuego lento.

Y, sin más, lágrimas venidas de todos los rincones del país abrasaron nuestros rostros y cegaron para siempre el vergel de ecuaciones infinitas.
No supimos salvar la belleza.
Tan sólo los nenúfares, con su raíz de pura agua, se metabolizaron en flores del desierto, tostándose para el resto de sus días en tono Sahara.

Y, a pesar de todo, yo acabé exiliado aquí, por voluntad propia, y a cuenta de un desamor sacudido de pies a cabeza por celos gelatinosos, más propios de los humanos que de las máquinas tragaperras.
7-7-7
Tú siempre ganas.

Y llegue a olvidarme del mar pero no del oleaje que surcaba, entre estrellas, el despertar de sus aguamarinas. Y se me pasó el frío aunque el tacto de sus manos siguiera congelándome la parte del corazón rescatada del incendio.
Y ya no volvieron a surcar las líneas azules del cielo cientos de grullas cantoras; en su lugar, cuervos tornasolados, hologramas camuflados de negro reverendo, me recordaron a diario el dolor que aquella escueta mujer era capaz de destilar en cada palabra, en cada quejido del alma.

Sin ella vivo mejor.
Pero en ocasiones los espejismos me la devuelven mil veces más exuberante. Enredadera virtuosa encaramada a los pies del árbol del pecado.
¡Palabra de rey condenado!


Fotografía: Rocas volcánicas

domingo, 28 de febrero de 2010

H.

Llevo apostada en esta torre de ébano más de una semana.
Para no parecer diferente al resto, participo de su ajetreo diario yendo y viniendo, de acá para allá, sin más intención que velar los desvelos de mi niña favorita.
Horas arrancadas a la vida y al sueño, circunstancialmente afectadas.



El desahogo a mis enrojecidas pupilas llega en la madrugada.
Desde el mirador de la novena planta, el horizonte es un mar de centelleantes burbujas.
En ese incesante latir nocturno anhelo mi ingreso para recuperar la cordura extraviada en el vaivén de este H.
Aferrada a las lentejuelas de Barcinona comparto mi silencio con el motor de la máquina de café. Banda sonora monocorde y repetitiva que relaja las conexiones nerviosas de mi pobre cabeza.

Cuando los párpados no resisten más la presión y las persianas se me cierran por unos segundos, libélulas diminutas de un marcado rondel oro flotan ante la negra espesura de mis ojos cansados.
Sólo entonces regreso al aposento que mi niña comparte con otro huésped y echo mano de lágrimas artificiales enlatadas para no arañar lo visto.


Vuelven a ser las cinco y pico, instante perfecto para escribir esto y regresar al mundo real.



viernes, 19 de febrero de 2010

De luto

El sábado pasado enterramos a mi marido.
Hablo en primera persona del plural porque, sin la ayuda de amigos y familiares, yo sola no lo hubiera conseguido.

John William III padeció una insuficiencia respiratoria en vísperas de carnaval y ya no se repuso.
Mi Willy sufría de arrebatos amorosos constantes y, en uno de ellos, sin decirme nada, dejó de respirar y se ahogó.

¡Siempre se van los mejores!

Me regaló esta foto el día de nuestra boda.
John William III, de los Fitzpatrick de toda la vida, hizo la carrera militar en Viena y yo lo conocí años después en una reunión de veteranos.

El destino ha querido arrebatarme al hombre de mi vida a los tres meses de casados, dejándome, eso sí, la casa familiar en herencia. Porque el resto de bienes serán para Junior, su único hijo y, por consiguiente, mi hijastro favorito.

¡Ay, pena, penita, pena… pena!



A las cinco comenzó el sepelio.
Junior estuvo a mi lado en todo momento. Cuando yo lloraba, él me ofrecía su pañuelo de tela. Si creía desfallecer, allá estaban sus bíceps para abrazarme… Todo un detallista el zagal.

¡Ay qué dolor, qué dolor, qué pena!

Cuando sellaron de nuevo el panteón Fitzpatrick, llegó la hora de departir con todos los asistentes a tan emocionante acto.
Una tras otra, las condolencias fueron llegando. Yo intentaba hacerme la fuerte y mantener el tipo porque, con tanta lágrima suelta, tenía la cara como un mapa meteorológico (el rimel tiende a dibujar isóbaras de bajas presiones).


Alguno de los invitados trató de consolarme más allá de lo que aconseja el decoro. Pero fui acabando con los moscardones a “sombrerazo” limpio.
Los pretendientes más serios quedaron emplazados para la misa en memoria de mi Willy al día siguiente, festividad de San Valentín.

Tengo que reconocer que, aunque el dolor me embarga, ahora debo pensar en mi futuro. Aún soy joven y necesito otro marido para que se ocupe de mí y pague las facturas.

¡Snif, snif, snif!


A mí, la cara de esta mujer, me suena un montón pero no acabo de situarla.
En cambio, el marido es clavadito a Karlheinz Böhm, el actor que hacía de consorte de Romy Schneider en las películas de Sisí emperatriz.

¡Qué fuerte!

jueves, 11 de febrero de 2010

Incidencias


las incidencias del tiempo me atenazan por dentro



espirales de bajas presiones, enredadas entre mis tirabuzones para matizar su negro reflejo ante el espejo del retrovisor


(incluso el mazda participa del despiste generalizado, dejándose arrastrar más allá de las juntas de expansión)


y aunque, en el cassette, a cada vuelta de tuerca la perversión Princepesca sigue derramada, no acierto con la ocasión de pararme a descansar



lecturas atrasadas, ciencia ficción, camisetas olvidadas en viejas maletas, servicios de urgencias dermatológicas, gritos enlatados para conservar, rencores eternos,...