sábado, 24 de diciembre de 2011

bon Nadal


Cuando se me mete algo en la cabeza ya no hay remedio.
Les dije que este año quería ser yo la chica de rojo, la que daría un aire diferente a lo de repartir regalos. Y que no permitiría que nadie se interpusiera en mi camino.
Hubo algunas voces críticas, para qué negarlo, pero se ahogaron en un crujir de pescuezos.


La idea de la felicitación también fue mía.
Elegí con sumo tacto a los pequeños cantores y le pedí prestado a Gustavito su amigo de peluche.
La estrella, por iniciativa propia, se añadió a la instantánea.


Lo que desentona es el impostor clavado en el pináculo del árbol pero, como todo el mundo sabe, las turbulencias afectan de forma muy desfavorable a la diligente conducción de los trineos y aunque los renos ponen toda su pericia en el galope estelar, en ocasiones, basta un pequeño rastro de cometa en el camino para que todo trastabille y se pierdan pseudopapas Noel en el cumplimiento de sus funciones.
Desolée!!!


Un año más mi excusa perfecta para felicitaros la Navidad, desearos comidas copiosas, calorías a mogollón, poco carbón y dádivas generosas.


See you next year!!!

domingo, 11 de diciembre de 2011

Humoresque

O como pasar de una fantasía musical a ver morir a Joan Crawford en un mar de lágrimas.


Una mañana, no hace mucho, me despertaron los acordes de Carmen Fantasie, una virtuosa pieza para piano y orquesta, compuesta originariamente para la banda sonora de una película.








De ahí todo fue recorrer el mundo en pos de Franz Waxman, su compositor, a través de las películas a las que puso música, para detenerme y deleitarme, quizá, con la más sobresaliente de su carrera, al menos a nivel musical: Humoresque.


Gran película, grandes interpretaciones, gran banda sonora.



Lo de Joan Crawford merece mención especial, no porque desee descubrirla ahora sino porque la historia que narra en la película, sin ella o con otra actriz, hubiera sido de muy distinta intensidad.
Jamás un embelesamiento musical había sido tan magistralmente interpretado, no sólo por el amor que profesa hacia el genial violinista sino también por la belleza que se desprende de su instrumento.
Tanta pasión encontrada sólo podía tener un trágico resultado. Y aunque me revienta contaros el final de la peli, no me queda otra salida.


[pinchar en la imagen]

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Jackie



Llegué aquí huyendo, escapada de mi cruda realidad.
Una realidad ni mejor ni peor que la de muchos otros, pero sí la mía, propia y de nadie más.




Mudado el semblante, quiso corresponderme con una mueca parecida a una sonrisa y echó a correr. Parece como si la viera marcharse, aún hoy, a cámara lenta, con una música de violines sonando en cinemascope.
¿Y quién le puede recriminar su caprichosa inestabilidad?
Su familia política, con todas las connotaciones que deja en el aire esa última palabra, hizo con ella lo que quiso. Incluido el aprendiz de brujo de su marido.
Ah, pero la erótica del poder es sugestiva y muy cara, y ella siempre supo gastar el dinero como nadie.




Encontrármela en Verona, en esta huída compartida me hizo darme cuenta de mis actos, de lo inconsciente de mi partida incluso para mí misma.
Verla alejándose me obligó a detenerme, como si en esta carrera de relevos, el testigo se lo hubiera pasado yo a ella y no al revés.
Al recuperarla hoy de la tarjeta gráfica me parece todo vacío, carente de significado.
Mas ella sabe que le dejé muchas cosas aquella noche. Y que me escuchara fue un gran alivio.

sábado, 12 de noviembre de 2011

El rayo


Como caballo salvaje,
saltando de nube en nube,
corre inquieto, baja y sube
sin rienda ni vasallaje;
tenido fue por mensaje
de celestiales enojos,
pues, lanzando dardos rojos,
el alto muro derrumba,
y abre inesperada tumba
a polvorientos despojos.


Caudillo de la tormenta
que agita los hondos mares,
tronza robles seculares
y al fuego voraz afrenta:
¿quién tomará por su cuenta
domeñar su furia brava?
¿Quién del torrente de lava
pondrá dique a la carrera?
El hombre, el hombre a la fiera
convierte en dócil esclava.



El poema, escrito a finales del s. XIX por Melcior de Palau, es mucho más largo, y lo podéis encontrar aquí.


Pero sus dos primeras estrofas me sirven para saludar a IRENE e IMANOL, dos destellos de ese fulgor que permanecen fijos en el firmamento de un amigo al que me unen varios folios emborronados, un rey iluminado, y esa cocina por donde amanecen miles de ideas.


Cartero, cuerdo y vagabundo… va por ti!!!

domingo, 30 de octubre de 2011

Dov'è l'acqua?



Desde lo más alto del Orologio busco una salida.
En línea recta sería un momento pero los tejados me lo van a poner difícil.
Que la idea de venir hasta aquí fue mía y solamente mía, eso puedo intuir en sus dorados reflejos y en esa impenetrable red de antenas y desniveles que han cerrado filas en torno a mi impertinente osadía.
Sin embargo, si pongo un pie aquí y el otro más allá y salto, y reboto y vuelvo a intentarlo un poco más lejos, a orillas del campanile trastabillado, ¿quieres decir que no lo alcanzaré?
Soy la chica de rojo, la que se dejó el abrigo en el hotel y no dudó ni un instante ante el paraguas cucaracha.
La vespa en estos casos es inútil; lo que mis pies no recorran, no existe, te lo digo yo.






Fotografía: Venezia, un soleado 14 de octubre

viernes, 21 de octubre de 2011

Los amigos del crimen perfecto


“… Durante muchos años me imaginaba que algún día me encontraría con el asesino de mi padre. Me obsesionó. Entre los catorce y los dieciocho años no pensaba en otra cosa. Me despertaba cada noche con la misma pesadilla. Para mí no era más que un nombre repetido a todas horas en casa, en voz baja, por los rincones: don Luis Álvarez, el “Escobajo”. No tenía rostro. Mi madre estaba aterrada de que a alguno de nosotros le sucediera algo parecido a lo que le pasó a mi padre, así que dejamos incluso de hablar de él. Pero él jamás se fue de allí. En los sueños tu suegro no era más que el espíritu del mal encarnado en un nombre. Me encontraba con él, yo con un arma en la mano y él delante, le decía, soy el hijo de Domiciano Hervás. Y él decía, no sé quien es ese Domiciano, déjame en paz. No se acordaba de nada. Ya has visto tú ahora que nadie se acuerda de nada de lo que ocurrió no hace ni siquiera diez años. Pero ahí tienes a mi madre, y como ella a muchas otras personas con el problema contrario: no pueden olvidar. Lo que no darían por olvidar. Les han robado la inocencia, y les hacen sentirse culpables. Es monstruoso. Mi madre ha pensado mil veces lo que hubiera ocurrido si mi padre no hubiese ido ese día a Madrid. No se habría encontrado con su amigo, y no habría pasado nada. Durante años soñaba cada noche con que me lo encontraba, pero jamás pensé que me tropezaría con él en la realidad. Para mí no era parte más que de una ficción siniestra. Y en sueños le decía quién era y lo que había hecho con mi padre, hasta tenerlo de rodillas pidiéndome perdón, pidiéndole perdón a mi madre, a mis hermanos, suplicando clemencia. Y al ir a disparar, me despertaba.”




Andrés Trapiello. Los amigos del crimen perfecto. Barcelona: Destino, 2003. 334 pág.

martes, 27 de septiembre de 2011

Agua-0 b/n


No siempre llueve a gusto de todos.
No siempre.


Algunas veces la borrasca de la fortuna hace saltar los cielos; y aunque te conformarías con un simple aguacero, te adjudican el diluvio entero y ahí te las compongas.
Otras veces, el destino te hace contorsionista amateur, te empuja a subirte a los tejados y a otear el horizonte cúbico y puntiagudo que cae más allá de tu red de seguridad.




Duraste en su boca lo que un trago amargo.
Y su piel te guardó fidelidad durante la cuenta atrás de una mecha apenas encendida.
Sin embargo, su cabeza, ciega equilibrista en este mundo al revés, no te olvida. No puede hacerlo.


Al caer a su lado, curtió tus arrugas de hombre en su propia memoria, reservando para cada surco una esperanza. Carisma tostado al sol en una isla perdida, en un safari africano o en el mar angosto de los antiguos.
Porque si no fuera tan complicado ella perdería el interés.
Y atado así el hilo invisible del deseo, vuestro número circense se desglosa entre miradas consentidas, permeables a la cosecha primaveral de un instinto.






La salida del arco iris, en su sabiduría infinita, contornea los arabescos del intelecto para dejarte de seguido respirar, más allá del acantilado arenoso y movedizo donde te colocó el amor de aquel día…

lunes, 12 de septiembre de 2011

La noche


“Amo la noche con pasión. La amo, como uno ama a su país o a su amante, con un amor instintivo, profundo, invencible. La amo con todos mis sentidos, con mis ojos que la ven, con mi olfato que la respira, con mis oídos, que escuchan su silencio, con toda mi carne que las tinieblas acarician. Las alondras cantan al sol, en el aire azul, en el aire caliente, en el aire ligero de la mañana clara. El búho huye en la noche, sombra negra que atraviesa el espacio negro, y alegre, embriagado por la negra inmensidad, lanza su grito vibrante y siniestro.
El día me cansa y me aburre. Es brutal y ruidoso. Me levanto con esfuerzo, me visto con desidia y salgo con pesar, y cada paso, cada movimiento, cada gesto, cada palabra, cada pensamiento me fatiga como si levantara una enorme carga.
Pero cuando el sol desciende, una confusa alegría invade todo mi cuerpo. Me despierto, me animo. A medida que crece la sombra me siento distinto, más joven, más fuerte, más activo, más feliz. La veo espesarse, dulce sombra caída del cielo: ahoga la ciudad como una inaprensible e impenetrable, oculta, borra, destruye los colores, las formas; oprime las casas, los seres, los monumentos, con su tacto imperceptible.
Entonces tengo ganas de gritar de placer como las lechuzas, de correr por los tejados como los gatos, y un impetuoso deseo de amar se enciende en mis venas.
Salgo, unas veces camino por los barrios ensombrecidos, y otras por los bosques cercanos a París donde oigo rondar a mis hermanas las fieras y a mis hermanos, los cazadores furtivos.
Aquello que se ama con violencia acaba siempre por matarle a uno.”
[…]
“Mientras bajaba por los bulevares, miraba sobre mi cabeza el río negro y lleno de estrellas recortado en el cielo por los tejados de la calle, que se curvaba y ondeaba como un auténtico torrente, un caudal rodante de astros.
Todo se veía claro en el aire ligero, desde los planetas hasta las farolas de gas. Brillaban tantas luces allá arriba y en la ciudad que las tinieblas parecían iluminarse. Las noches claras son más alegres que los días de sol espléndido.”
[…]
“Y las bombillas eléctricas, semejantes a lunas destelleantes y pálidas, a huevos de luna caídos del cielo, a perlas monstruosas, vivas, hacían palidecer bajo su claridad nacarada, misteriosa y real, los hilos de gas, del feo y sucio gas, y las guirnaldas de cristales coloreados.”


Guy de Maupassant. La noche

(En Italo Calvino. Cuentos fantásticos del XIX (vol. II). 4ª ed. Madrid: Siruela, 2000. 311 pág.)

viernes, 2 de septiembre de 2011

Domestic affairs

Tengo un conocido que, en sus ratos libres, hace de bombero.
No hace mucho desayunamos con cava y revolvimos viejos tiempos, de aquellos que yacen con cierta pátina de polvo más allá de nuestras últimas conquistas memorísticas.



De entre esos arcanos recuerdos destaca sobre todos el que atesora la jornada de nuestro descubrimiento mutuo.
Me había quedado sola en casa (el marido y los hijos que NO tengo habían salido a comer palomitas y visionar una película), y me dio por darme un baño espumoso con sales de las que vienen en elegantes frasquitos de porcelana, rodeada de velitas made in IKEA.
Entré en el agua contracturada y emergí botticelliana (hace una eternidad –o dos- que no tengo abuelas).
Había dejado la toalla y la ropa en el dormitorio ex profeso, me hacía ilusión ir dejando mis huellas por todo el piso, como un reguero sensual de… de… no sé, ya se me ocurrirá algo…


En definitiva, que después de darme semejante homenaje acuático, me pasearía desnuda y sería feliz.
Pero siempre hay un pero, y en este caso mayúsculo.
ME QUEDÉ ENCERRADA EN EL BAÑO.
El pomo del otro lado de la puerta se había separado por completo del de mi lado y cuando fui a abrirla me quedé con la maneta en la mano y oí caer la otra al suelo.
En esta situación son importantes dos cosas: disponer de una más que aceptable función pulmonar y gozar de la atenta mirada de una vecina fisgona. Quien tiene eso y cuerdas vocales para proclamarlo a los cuatro vientos, tiene un tesoro.



En mi caso, Manoli, mi cotilla particular, llamó a los bomberos para que me echaran una mano, o las que yo hubiera de menester; y en un periquete sentí el estrépito de la cancela de casa al morir reventada, y los pasos apresurados de varios uniformados con manguera a cuesta.
[que esto último es un mito lo sabe todo el mundo pero más vale pecar de ingenuo que de sabiondo]


La puerta del baño era el cortafuegos de un bunker aunque nadie lo sospechaba y yo menos que hace que vivo aquí, uffff, ni sé el tiempo. Pero a ambos lados de esa férrea muralla nos pusimos a trabajar con ganas.
[Aquí sólo cuento mi parte, si acaso otro día le pido a mi amigo que explique su versión de los hechos]
Pues bien, encerrada y desnuda como estaba, medio asfixiada por el olor a cera candente y sin la ocurrencia de abrir la ventana para dar entrada al H2O, mi cabeza sólo podía procesar la imagen indefensa y no muy presentable (que todas en estas circunstancia no vemos más que michelines, pieles de naranja y zonas enrojecidas) de una protagonista de chiste.




- Tranquila, estamos aquí para ayudarte, en un segundo te sacamos. ¿Estás bien?
- De fábula, pero dadme más tiempo, que con un segundo no tengo ni para empezar.


Sin cortina ni alfombrilla en las que enrollarme como vulgar matahari, opté por desarrollar mi vena egiptóloga.
No podía extraerme las vísceras, ni disponía del equipo médico esencial ni era estrictamente necesario, además la idea era seguir viviendo fuera de allí. Así que me momifiqué a duras penas con las vueltas mullidas del papel higiénico.

Con un top y un cinturón algo ancho podía pasar pero no era suficiente, necesitaba dignificar al máximo mi vergüenza por lo que me vendé la cara como si me hubieran hecho una reconstrucción facial dos días antes.
Para cuando cayó la losa que había provocado mi cautiverio, yo ya estaba más que preparada y, extendiendo los brazos hacia delante, eché a caminar. La mezcla entre “muñeca de famosa” y zombi apresuró a mi salvador quien me recogió entre sus brazos y provocó fracturas por doquier en mi frágil vestimenta.




Ahora nos reímos y me paso medio cita jurando al bombero que la del vendaje soy yo, mucho más recuperada con ropa y peinada que aquel día. Él hace ver que me cree y seguimos dando cuenta de la botella hasta que las burbujas hacen su efecto y volvemos otra vez a nuestras batallitas…








(le debía esto a mi amiga A desde hacía más de dos meses, espero que mi adaptación le haya arrancado alguna que otra sonrisa)

jueves, 25 de agosto de 2011

Muse(ando)

Voy y vengo pero no estoy.
La sensación de simple espectadora se afianza en mí como un gigante.
Y es entonces cuando todo se hace irreal, empezando por este oasis postmoderno, inmerso entre ajedrezados góticos y rústicas contraventanas.



Es-ca-lo-nes, de ellos tengo muchos, en una sucesión incoherente de plantas. De pronto, la sorpresa atiza al lado de una susana y sus viejos.
El infante cicatriza, florete en mano, la tierra y yo miro a través de la ventana. Pero su osadía ralla la locura de esta tribuna señorial, encarada a la calle princesa, una mañana de agosto.
Él ha perdido su casco, yo el antifaz.
No me iré si no quieres, le digo, pero su boca, callada en la escultura, graba una mueca en el hueco sonoro de la estancia.
Bien, te enseñaré cómo parar los golpes.
 

En el petrel del mundo, el hombre pájaro se chanza de todo, incluso de mis pueriles remilgos. Le rodean cientos de personajes estrambóticos, como los rescatados por Calvino entre sus cenizas imaginarias, pero no le animan a alejarse demasiado.
Aquí se encuentra a gusto, entre congéneres colgados de las paredes tan diferentes como mi solo presencia.





Y las damas ni se inmutan, por haberlo visto ya todo o nada todavía, sigo esquivando la duda. Son mayoría ondulante entre las delicadas formas del espacio arquitectónico como también parecen serlo entre los hombres. Y aunque su edad la definan rayos apostados a ambos lados de una mirada, el perfume de la belleza refulge en basalto más allá del tiempo.
Entre ellas a veces yo, claro, incandescente y testaruda, como ahora mismo, soplando sobre el polvo abstracto de este recorrido.





Hasta dar con la sombra del acertijo, indirectamente y sin pasar por ninguna casilla de tablero caoba y marfil.
Estando a su vera, viendo la gente pasar, surge la pregunta sobre el otro lado de la luna, sobre la mancha oscura en el negro cielo. Pero ni él ni yo perdemos el equilibrio, imposible con este calor que derrite fachadas y consume abrevaderos acorde con los vecinos.
Me gustaría ganarte un día, en esta partida sin sentido que yo sola me traigo contigo. Un día en el que te confesaría lo mucho que escueces al sonreírme de frente.




El vuelo se acorta, regreso a la tierra trillada a base de estocadas rasgadas al trasluz. Los dedos de sus pies son garfios y sus alas, navajazos en la brisa acondicionada del lugar.
¡Qué ángel tan discreto y petulante!
Perdido, que no caído, como el resto de mortales de esta ciudad a orillas del mar y a esta hora temprana del almuerzo. Hambre disuelta entre centellas de oro, con odalisca y bruja al otro lado de la barra.


Que la bella ensortije mechones de mármol no debería sorprenderme, en un museo pueden darse los milagros más audaces. Pero al completar la visita y cerrar en el último escalón mi cuaderno, hecho de menos la sagrada estridencia de lo efímero. Porque todo lo contenido en el viaje perecerá a ojos de la medusa convertido en polvo del ayer.


MEAM (Museu Europeu d’Art Modern)

jueves, 18 de agosto de 2011

Per què?


Els verbs de la jugada


Salta, controla, talla, busca, passa
-la pilota corre veloçment
sobre la gespa, per l’aire.


Recupera, centra, frena, aguanta, avança
-els jugadors teixeixen un tapís
amb l’únic fil d’una pilota màgica.


Sorprèn, supera, envia, rebota, llança
-vint-i-dos jugadors i una pilota
fan un univers inacabable.


Corre, afina, perd, prepara, tapa,
pica, toca, dribla, remata, xuta
-el gol enfonsa els uns i exalta els altres.


David Jou

sábado, 6 de agosto de 2011

Cerillas


Sondrina sigue en sus trece.
Ha preparado mi secuestro para la segunda quincena de agosto.
Yo ya le he dicho que para esas fechas tengo mis planes (el primer Barça – Madrid de la temporada, el inicio de la liga, la supercopa de Europa,…) pero se hace la desentendida.
O simplemente es que no la entiendo de nada y todo es una confabulación de las mías, como pasa ahora mismo con las cerillas.


Que dónde están.
Qué no sé de qué me hablas.
Que sí, mujer, la caja de bastoncillos de madera que arden y se queman para regocijo de los dioses cuando encendemos el fuego purificador en los fogones.
Mi no saber.
Sí, claro, no me extraña. ¿Cuánto hace que no cocinas, guapa?
Me artist, me artist.
Que sí, que sí, ángela-maría, qué galletón te estás ganando rica.
Y así in eternum.


Suerte que Nicolás, su novio, se ha echado al tabaco de liar y le substraigo el mechero en un plisplasito. Luego le amenazo con delatar el paradero de Sondrina a sus familiares y él, en tono “molto facile e divertente” nos prepara una paella de marisco que está para olvidarse de las penas y de los antiácidos con sabor a limón.








Fotografía APOD: Prometeo

sábado, 30 de julio de 2011

El túnel


“No sé cuánto tiempo pasó en los relojes, de ese tiempo anónimo y universal de los relojes, que es ajeno a nuestros sentimientos, a nuestros destinos, a la formación o al derrumbe de un amor, a la espera de una muerte. Pero de mi propio tiempo fue una cantidad inmensa y complicada, lleno de cosas y vueltas atrás, un río oscuro y tumultuoso a veces, y a veces extrañamente calmo y casi mar inmóvil y perpetuo donde María y yo estábamos frente a frente contemplándonos estáticamente, y otras veces volvía a ser río y nos arrastraba como en un sueño a tiempos de infancia y yo la veía correr desenfrenadamente en su caballo, con los cabellos al viento y los ojos alucinados, y yo me veía en mi pueblo del sur, en mi pieza de enfermo, con la cara pegada al vidrio de la ventana, mirando la nieve con ojos también alucinados. Y era como si los dos hubiéramos estado viviendo en pasadizos o túneles paralelos, sin saber que íbamos el uno al lado del otro, como almas semejantes en tiempos semejantes, para encontrarnos al fin de esos pasadizos, delante de una escena pintada por mí, como clave destinada a ella sola, como un secreto anuncio de que ya estaba yo allí y que los pasadizos se habían por fin unido y que la hora del encuentro había llegado.”






Ernesto Sábato. El túnel. 2a ed. Madrid: Cátedra, 1977. 165 pág.

sábado, 16 de julio de 2011

Mi casa

No hace mucho alguien me dijo:


Tu eres espAcial, que no espEcial,


y me pareció lo más irresistible que había oído en mucho tiempo.




Desde mi atalaya particular el mundo sigue girando ajeno por completo al universo de sensaciones que despiertan y/o se evaporan en mi interior.
Como la espectadora de excepción de este tránsito elíptico que traen entre manos un planeta, una estrella y un satélite, y que marea sólo de pensarlo.


La vida es aquello que pasa mientras observo, analizo, asumo y pongo en práctica; y aunque no me dan miedo los tiburones, pocas cosas me arrastran a tirarme de cabeza al negro intergaláctico que se vislumbra desde esta nave oxidada y viajera que habito.


Mi gran defecto: esperar mucho y más, de todo y de todos.
Y como la ecuación diferencial de la "eternamente insatisfecha" hace aguas por doquier, mi desequilibrio se transforma en virtud ya que la fuerza de gravedad no impide insólitas atracciones.
Y de ahí, de nuevo hacia el infinito, disparada en el mutuo deseo de seguir adelante.
Siempre.





Fotografía APOD: Mi casa

jueves, 7 de julio de 2011

Aurora boreal



“Cuando muere Viktor Strandgard, en realidad no es la primera vez que sucede. Está tumbado de espaldas en la iglesia de la Fuente de Nuestra Fortaleza y mira hacia arriba a través de los enormes ventanales que hay en el techo. Es como si no hubiera nada entre él y el oscuro cielo de invierno.
“No se puede estar más cerca –piensa-. Cuando lo llevan a uno hasta la iglesia que hay en una montaña en el fin del mundo, el cielo está tan cerca que casi puedes tocarlo alargando la mano.”
La aurora boreal se retuerce como un dragón a través de la noche. Las estrellas y los planetas tienen que rendirse al gran milagro de luz resplandeciente que, sin prisa, se abre paso por la bóveda celeste.
Viktor Strandgard sigue el camino con la mirada.
“Me pregunto si la aurora boreal puede cantar –piensa-. Como una ballena solitaria canta bajo el mar.”
Y, como si su pensamiento la hubiera alcanzado, la aurora boreal se para un segundo. Interrumpe su interminable viaje. Observa a Viktor Strandgard con sus ojos fríos de invierno. Porque, allí tumbado, es bello como un icono. La oscura sangre parece una aureola alrededor de su pelo largo, rubio, de santa Lucía nórdica. Ya no se siente las piernas. Está adormilado. No siente dolor.”





Asa Larsson. Aurora boreal. Barcelona: Seix Barral, 2010. 381 pág.

miércoles, 29 de junio de 2011

Fons, fontis



Llueve.
De repente lo mojado se sucede como si todo en este universo fuera de agua.
Y sólo se me ocurre quedarme quieta, desperezar mi belleza de estatua fin de siglo y esperar.
Esperar a empaparme, a que mi liviana túnica me transparente por completo, a que el oxígeno de la fórmula magistral burbujee la fragancia de la lluvia sobre mí.
Y condensar a mi alrededor el deseo de tus ojos inundados en la bruma vaporosa del estruendo.


Llueve.
Revolotea por entre las nubes el olor a hierba y se esparce la sensación de humedad entre los conjurados en bronce.
Hasta se arruina mi peinado; pero llueve y eso es lo realmente importante.








Llueve, sí.
Alguien puso en marcha la fuente.

domingo, 19 de junio de 2011

Algo de cine

Guerras de las galaxias, psicosis varias, mujeres siempre al borde de un ataque de algo. Gladiadores, cowboys, agentes secretos y miembros de la resistencia.
Lady Marian, Jack Sparrow, Sabrina o Bullitt.


Algo de cine,… para perdernos, enamorarnos, asustarnos,… y para reir, llorar, cantar o, solamente, disfrutar.




D’ací a l’eternitat


Com més tendre es vagi fent l’instant,
més ens anirem assemblant
a les roques que tanquen la platja:
les ones trencaran sobre nosaltres dos
i no ens n’adonarem,
vindrà un castell d’aigua, vindrà un galop d’escuma,
vindrà la sal a apunyalar-nos,
vindrà la lluna,
la sorra ens voldrà fuetejar,
i aquell instant serà l’eternitat.


Potser rodolarem pendent avall,
potser la marea tindrà enveja de nosaltres,
potser els crancs, els còdols, les algues, les petxines,
el reflex de les estrelles en la sorra mullada,
el llaç escorredor del reflux de les onades,
ens voldran arrossegar per ofegar-nos.
No hi fa res:
ací, serà l’eternitat.



La gata a la teulada de zinc


Aquests ulls color d’acer són acer de debò:
no perdonen les ferides que han rebut,
Iiles tornen.


Que una boira d’alcohol n’embolcalli la mirada tan sovint,
no pot dissimular-ne la duresa:
agredeixen amb rancúnia, sense treva,
es fan acompanyar pels vandàlics escamots de la paraula,
i es llencen a l’atac ferotgement.
La bellesa no els aplaca, el plor no els entendreix.


Què més podria, la mirada, haver volgut
que els ulls d’ell i que els ulls d’ella com balcons des d’on mirar,
que el cos d’ell i que el cos d’ella com paisatge on delectar-se,
que la immensa mansió per dilatar-se en el luxe de sales i jardins?


I tot és un infern,
tot crema
com un teulat de metall al sol abrusador d’un migdia d’estiu,
com un punyal arroentat en el foc inestingible
d’una antiga tendresa malferida.




Bond, James Bond


Uns ulls brillants i un pentinat impecable,
una agilitat felina,
una companyia sensual, un desig insaciable,
i estar fet a la mida
del món:
James Bond.


I viure en el límit del risc, en el caire de l’avenc, en la mira del fusell, a la punta del revòlver, en les xarxes del parany, en les urpes dels espectres,


sense acobardir-se mai;


resseguir amb una carícia la suau orografia de tants cossos desitjables, tastar besos en uns llavis de somriure indesxifrable, canviar el desdeny i la ira en una ardent relació,


sense despentinar-se mai;


habitar entre la tècnica i la màgia, entre el làser i l’espelma, entre el míssil i la daga, el coet i el submarí, l’explosió i el xiuxiueig,


sense sorprendre’s mai;


provar el cotxe, el iot, el joc, el xampany fred, la lluita, els cops, la sang pròpia i la dels altres,


sense immutar-se mai;


comptar els segons que queden per desactivar una bomba, per saltar d’un tren en marxa, per romandre sota l’aigua sense oxigen i amb taurons, o per fer un darrer petó en el frenesí de la fugida,


sense angoixar-se mai.


Només pels vostres ulls, espies estimades!


Al cap i a la fi funcionari, potser mal pagat i d’estatus precari, lliure, però, de l’asfíxia d’un món rutinari, feliç en el risc, en el luxe, en el sexe,


i fet a la mida del món:


James Bond.






**Los versos son de David Jou, de su libro Els ulls del falcó maltès: poemes sobre cinema (Mallorca, editorial Moll, año 2000)

domingo, 12 de junio de 2011

Brillas x dentro



Resérvame tu corazón para las próximas vacaciones. Y déjame plantar espigados lirios al lado de tu cama, de aquellos que perfuman, sin que te des cuenta, tus ganas de comerte el mundo.
Si lo prefieres préndeme alfileres por doquier para que nunca te olvides de mí y anótame las sucesivas visitas al loquero. Prometo no manchar tu mochila.
Prometo ser tu sugus de naranja, tu vitamina C y tus cero calorías.


En esas andaré con cien pies de plomo abanicando la siesta de tus caracoles, teñidos de rojo chillón bajo el atardecer airoso de una estrella distante.
No te preocupes por mí.
Repasaré tus huellas en esta playa cercana robando en la sal la resaka de tus brazadas.
Ciégame de dulce avellana, y de chocolate sellaré tus sueños de verano.

jueves, 2 de junio de 2011

my Champions experience (in Madrid)

Ya ha pasado todo.
Y con la distancia que te brindan 96 horas de relax preveraniego, cada vez tengo más claro que la c4arta fue cosa mía.
Que si no me hubiera comprado los billetes del ave con un mes de antelación, en plena efervescencia tragicómica merengona; y no hubiese cambiado Londres por Madrid, todo esto ni existiría.
La gente preocupada por unos cuantos gramos de ceniza volcánica en el ambiente aéreo y yo entretenida en meter 20 kilos de carga en una maleta de cabina para pasar 2 días ½ en la capital del reino… ¡qué injusta es la vida!


[Lo que viene a continuación es pura absurdidad made in TARA. Absténganse los incrédulos y los adictos al seny más ultraconservador... quedan avisados]


El sábado 28 por la tarde, de camino a Sants Estació, me hago amiga de un extoxicómano, así pim pam, ¡porque yo lo valgo!, que me ayuda a pasar el control de seguridad sin mucho apuro, entre un grupo de seminaristas que opositan para llegar a Iruña.
Ya en el tren disfruto de 180 minutos de lectura apasionada, entre Desembarco del Rey e Invernalia (libro: Juego de Tronos), para mantener una distancia considerable con el resto de viajeros gritones que matan el trayecto discutiendo lo gastado en alcohol durante sus vacaciones.



Y llegamos a las 20:45, hora Champions.
Me cuelo en el H10 Villa de la Reina (Gran Vía, 22) y ante la pantalla de televisión veo una mesita medio vacía; y allá que me voy, cargando una cerveza y una tapa de patatas fritas y almendras saladas.
Y digo medio vacía, la mesa, porque el pobre turista alojado en el hotel y sentado en ella no tuvo más remedio que aguantar mi presencia durante todo el match; al final yo creo que nosotros éramos mucho más interesantes para los allí congregados que los propios futbolistas….
Y es que, donde se pongan Tara Mhéntal y un hooligan del inserso irlandés, que se quite todo lo demás.
¡Qué imagen más maravillosa de respect y de fair play!


Mientras yo le daba a la cebada, el amigo se amorraba al tinto de Rioja. Y con el 1-1 en el marcador empezamos a conversar, con su nulo castellano y mi negado inglés. Aún así, en el momento que me oye hablar de Santa Kemola, empieza a dar palmas con las orejas, pues conoce su situación estratégica en el mapa y esta feliz de rememorar sus años pasados en Barcinona. A pesar del buen rollo y de que le caigo bien (porque eso de que a una mujer le apasione el football tanto como a un hombre sigue despertando cierta camaradería masculina), me confiesa que prefiere vivir en Madrid, pero bueno tampoco lo voy a matar por eso, no?


En la segunda parte se nos acopla una señora del barrio de Salamanca, acabada de salir de la peluquería, vestida de felina para cazar cincuentones y, para más INRI hincha del Barça, yo creo que sólo por llevarle la contraria a su hijo socio del Real Madrid.
La necesitábamos para deshacer el empate, era la “carta castiza” de la táctica Guardiola.
Marca Messi el segundo y, de la euforia, pierde el Prada por los suelos. Pero lo mejor viene con el gol de Villa, ¡qué maravilla!...
… cómo me alegro por él, chiquilla, se lo merece, es tan majo… y que se chinche mi niño, el muy tonto, anda y cómete los 40 goles de cristiano, que te aprovechen…


Porque los que me conocéis ya sabéis que no me gusta ni provocar ni tampoco hacer leña del árbol caído, pero con el tercer gol ya no me pude aguantar. Le dije sorry man y me uní a la celebración con la señorona cañí. Él me chocó los cinco y me dio un cabezazo amistoso, antes de irse a la calle a fumar.
A la vuelta, compartimos ya solos (porque la tigresa madrileña había localizado a una presa en el lobby del hotel) la entrega de la copa, la vuelta al ruedo y parte de la celebración posterior de los jugadores.
La despedida fue lo más duro, ya le había cogido cariño a mi hooligan particular, pero no era recomendable alargar más allá nuestra velada juntos por aquello de no tener que soltar en mi inglés macarrónico… “lo nuestro no puede salir bien, baby”. Así que levé anclas y él se quedó en su hotel.
De retirada al mío, qué raro se me hizo la ausencia de petardos, de coches haciendo sonar sus cláxones, de culés anónimos recorriendo las calles celebrando la euforia por el triunfo…
Al día siguiente me pasaron esta instantánea de contrabando, ¡guardadla como oro en paño!

domingo, 29 de mayo de 2011

We love football

A la espera del relato de los hechos desde MADRID, territorio comanche por antonomasia, os transmito el mensaje dictado por radio INTERECONOMÍA hoy domingo a las 8 de la mañana...

¡FELICIDADES CULÉS!

lunes, 23 de mayo de 2011

Arte plástico



La busco.
Viva, pues de lo contrario no me sirve para nada.
Sí, sin duda, la quiero viva.

Llego a casa, ¿y qué me encuentro?
La funda del disco sobre el sofá.
Le dije a Sondrina que debía explorar nuevas texturas, para no estancarse como artista plástica. Que lo de la cocina se le quedaba pequeño, y me miró con aquellos ojos que pone ella, achinados, cuando no acaba de entender mi idioma. Unos ojos que ya no parecen entrever más allá de lo que el autofocus permite.


Quizá hubiera estado bien sospechar un poco, espiarla en su cuarto oscuro y velar algún que otro negativo,… me ahorraría el penar y la agonía que me consumen ahora.
Quizá hubiera sido positivo vigilar el celo que ponía en sacar el polvo a mi colección de vinilos, y eliminar de un plumazo los aires folclóricos que adornaban sus silbidos tribales,… no lamentaría tanto como en este momento haberla contratado el día que pasó por mi puerta y se quemó la paella.


Llego a casa y el Marinero de luces está tirado en el sofá.
Me acercó sin hacer ruido y, al sacudirlo, ¡¡zas!!, no está.
El disco ha desaparecido.
Me temo lo peor.
Lo busco en el giradiscos y nada, allí tampoco está.
Una imagen va entelando mis ojos inyectados en sangre y se aproxima bastante a lo que sería un retrato de Sondrina.
En el frenesí furioso que arrebata mi azotea, la voz de la Pantoja resuena alta y clara, y me pierdo… me pierdo por completo.


Ese barco velero cargado de sueños,
Cruzó la bahía
Me dejó aquella tarde agitando el pañuelo
Sentada en la orilla
Marinero de luces, con alma de fuego y espalda morena
Se quedó tu velero perdido en los mares
Varado en la arena.


El amasijo de surcos que recrea la foto, porque es tal cual lo digo,…
La masa de harina surcada de rallas circulares y equidistantes, dispuestas una al lado de la otra de forma repetitiva, aunque reproduzca fielmente los colores naturales del vinilo, no puede ser excusa para el perdón.
Porque, y digo yo, ¿quién me devuelve a mí los gorgoritos musicales a 33 revoluciones después de mutilar la circunferencia?


Viva.
Que de matarla siempre hay tiempo.
Viva.
Que de matarla ya me encargo yo.







Fotografía APOD: Anillos y más anillos

lunes, 16 de mayo de 2011

Siente el latido de tu corazón

Si el año pasado fueron las baladas, este año ganaron la batalla los niños prodigio, las ganas de salvar el mundo… y los gritos.
Lo de los infantes no es mío, es de José María Iñigo, el comentarista del certamen, mucho más comedido que el desenfrenado y salido Uribarri.
Tal y como lo dijo: “esto parece una convención de niños prodigio”.


¿Por qué? Pues porque la mayoría de los cantantes, a la edad de 4, 5 o 6 años ya cantaban, tocaban algún instrumento e incluso componían.



Por cierto que Italia, después de 13 años sin venir, quedó segunda!!!
Yo creo que este detalle tendría que hacer reflexionar a otras naciones (………… venga, ya está) y darse un merecido descanso.
En fin, pasemos a las ganas de salvar este mundo maravilloso.



Una mención especial para los chicos de Islandia, Sjonni’s friends, los auténticos predicadores del ejemplo.
Resulta que Sjonni murió hace unos meses y el resto del grupo, junto con la viuda, decidieron seguir adelante con su proyecto y presentarse al festival.
¡Qué hay más maravilloso que tirar’pa’lante ante las adversidades!
Ooooooohh.


Y ahora vamos con los gritos, esos estallidos vocales, a lo Whitney Houston o Mariah Carey, que tanto odio.
Que está bien demostrar lo bien que se canta pero, carajo, sin llevarse por delante los oídos ajenos.
La palma se la llevó Austria, pasen y oigan.



A los gritos también se añadió, en la tanda de votaciones, la presentadora que daba la relación del jurado alemán, e Iñigo, muy recatado en todos sus comentarios apostilló…
“¡Pero qué gritos!... no confía en la técnica… ¡si tiene un micro!”

Al fondo, me dicen, hay alguien interesado en los modelitos, los palmitos y los escenarios bonitos.
Bien pues de ropita, ya habéis visto la camisa sin espalda del chico de Dinamarca.
O las chaquetas en rojo puta de los gemelos de Irlanda (del color de Lipstick, su canción).
O el vestido hiper corto, sin una manga y con otra de capa tunera de la de Hungría; aunque yo me quedaría con el pastelito Sacher que luce de anillo.


Y en cuanto a los escenarios, los alemanes se lo curraron de lo lindo (menos en el caso español).
El de Irlanda fue muy pop-art; y los de Finlandia y Francia muy astronómicos.
Ukrania fue más lista y proyectó a lo grande el arte efímero en arena que se iba diseñando desde el escenario.




¿Y que decir de España?
Que nos dieron 50 puntos y aún no lo entiendo… total, para quedar los terceros por la cola.
Y que nos votan, a parte de los dos únicos vecinos que tenemos (esto de la tectónica de placas nos está costando muy caro), países del este que no se acaba de entender de qué van:
Portugal 12
Francia 12
Rumania 5
Albania 5
Estonia 4
Macedonia 4
Suiza 3
Eslovaquia 2
Eslovenia 2
UK 1

Para acabar, lo mejor del festival:
- que TVE ya tiene música para sus separadores publicitarios, sólo tiene que coger la canción ganadora de Azerbaiyán y listos.
- la conversión del estadio de futbol del Fortuna de Dusseldorf en plató televisivo (que resulta que, encima, al equipo de futbol le han construido otro campo, con gradas incluidas, al lado de su propio estadio, mientras duraban las obras de acondicionamiento para el festival…. estos alemanes son la leche).
- y yo de mayor quiero ser como Raffaella Carra, que cantó las votaciones desde Italia, y que está más fresca que una lechuga.


Y ahora sí, cierro con mi favorita, Serbia, que presentó a 4 Massieles con vestidos trapecio y ritmo sesentero.


Y, en honor a MF, la reencarnación de David el gnomo pero en moldavo… sin comentarios.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Ordeno y mando



“- Si un invitado muere repentinamente en su casa, sobre todo no avise a la policía. Llame a un taxi y pídale que les lleve, a usted y a ese amigo que se siente indispuesto, al hospital. El fallecimiento no será certificado hasta llegar a urgencias y de ese modo podrá demostrar, con la ayuda de testigos, que el individuo en cuestión murió por el camino. Gracias a lo cual, le dejarán en paz.
- Por lo que a mí respecta, nunca se me ocurriría llamar a la policía, sino a un médico.
- Da lo mismo. Están conchabados. Si alguien a quien no está demasiado unido sufre un ataque cardiaco en su domicilio, usted será el primer sospechoso.
- ¿Sospechoso de qué, si es un ataque cardiaco?
- Mientras no se demuestre que ha sido un ataque cardiaco, su apartamento será considerado el escenario de un crimen. Y no puede tocar nada. Las autoridades ocupan su domicilio y les falta poco para siluetear con tiza el emplazamiento de los cuerpos. Usted ya no está en su casa. Le hacen mil preguntas, mil veces las mismas.
- Y si eres inocente, ¿cuál es el problema?
- Usted no es inocente. Alguien ha muerto en su casa.

[…]

- ¿No está llevando la paranoia un poco lejos?
- Desde Kafka, está demostrado: si no eres paranoico, eres culpable.”

 
 
 
 
Amélie Nothomb. Ordeno y mando. Barcelona: Anagrama, 2010. 153 pág.

lunes, 2 de mayo de 2011

Una cita cualquiera

Había quedado con un amigo para ir al cine pero no podía quitarse a L de la cabeza.



L no era nadie.
Sólo un contacto twittero, un asiduo de las páginas que le gustaba leer, un narrador de historias fantástico,… un auténtico desconocido.
Y, sin embargo, en las últimas semanas, lo había sido todo para ella.
Unos brazos virtuales en los que refugiarse, una voz imaginaria a la que adjudicar bellas palabras de amor. Un hombre, en definitiva, que había sabido despertarle un intenso deseo.
Y aquella tarde, aunque la cita con su amigo le apetecía mucho, no podía dejar de pensar en cómo sería esa misma cita con él, con L.

La ducha le ayudó a relajarse, con el agua ardiente recorriendo su cuerpo en meandros gigantescos, salpicados de espuma jabonosa.
Y el saxo canalla de Dani Nel•lo escogiendo por ella el atuendo de mujer fatal.
Abrió cajones y armarios con la intención de encerrar en ellos a L para volar libre hacia el amigo que seguro compartiría una cama con ella esa noche.
Pero L escogió las medias negras con liga que más la favorecían y ella sólo tuvo que, desde la punta del pie, ir desplegando la seda por sus piernas, poco a poco, hasta aprisionar los muslos en un refinado encaje de flores.
También L se hubiera ocupado de la ropa interior. Pero ella no le dejó, ese tema era sólo cosa suya, de lo contrario cómo sorprenderlo en la habitación de hotel.
Además, todo el éxito dependía de una prenda estrella, una falda en rojo chillón, ceñida a las caderas y con vuelo por encima de las rodillas, para asegurar que en un lance de sus piernas se llegaran a insinuar los límites ligueros.
Por eso aquella falda exigía una lencería exquisita.
Así su sexo luciría sugerente y apetitoso bajo fino tanga noir, para seguir con el ambiente años 50 del saxofonista.

Ella observa sus dos cachetes en la luna del repujado espejo y una sonrisa pícara se dibuja en el reflejo. Al darse la vuelta, sobre el vientre un triángulo perfila sus ingles destacando sobre el tono nacarado de su piel. Y, de repente, se ve hermosa, medio desnuda aún, como si jugara a exhibirse ante L, ante su amigo, en un juego de seducción peligroso y ambiguo.


Encerrar el candor de sus pechos en torno a unos aros dominantes, sabiamente disfrazados en terciopelo y blonda, dio al conjunto su acento más erótico.
El piano lento, los suaves toques de batería dejaron a L colocar en su sitio la bandera roja del pecado y un suéter de punto, ceñido a las formas delgadas y proporcionadas de su talle.

Ahora sólo restaba subirse a una esbelta aguja, caminar con garbo y contornear las caderas, como chasquidos atronadores sobre la gravedad del contrabajo.
Saldría de casa sin olvidar su pintalabios, del mismo tono bermellón que la falda, un barniz sabroso que había convertido su boca en jugosa frambuesa.
En unos días L sabría de su encuentro, del arrebato en que ella había sumido esas horas previas. La ansiedad que devoraba sus entrañas al imaginarse ante él, mansamente provocativa y salvajemente excitada. Sin entrar en detalles le confesaría su caída en los infiernos al dejarse arrastrar por los besos y caricias del amigo. Pero con otro hombre proyectado en el cielo esmeralda de sus ojos.

Sabe que L la entendería.
Que le regalaría su propia versión de los hechos, su paraíso, sobre los hilos internautas para que ella fuera feliz entregándose, ahí sí, a su verdadero amante.

jueves, 21 de abril de 2011

Azules

El nombre de la rosa
(mi nombre, no hay otro)


Estrategias del deseo
(siempre en danza, aún antes de conocerte)


El reloj mecánico
(perdido en la inmensidad del cajón al descubrir lo efímero del tiempo contigo)


Las noches rojas
(fulminadas en el ocaso de tu isla)

Tierras de cristal
(como los paisajes enfocados en el verde arena o el gris ceniza de tus cuadros)


Una noche sin luna
(al amparo sonoro de tu risa, y luminoso de tus ojos)


Amores de película
(tú y yo en La gata sobre el tejado de zinc, Memorias de África, o Deseando amar)

 



Martázul
(para seducirte, ay, sin remedio)

lunes, 11 de abril de 2011

Oxígeno en sangre

La doctora, muy seria ella, mira a mi padre y luego, en el mismo plano corto, a mí.
Y como queriendo que yo le apruebe la decisión, suelta:
¿Tu padre ya aguantará allá metido dos horas?
Pero ya es demasiado tarde, la solicitud está echada…



Así empieza la película.
Una nueva superproducción donde un grupo de enfermos entraditos en años pasan más horas que un reloj encerrados en una cámara hiperbárica mientras visionan programas de cocina.
Su título, aunque todavía es provisional: 20.000 leguas de viaje en tierra firme.
Y ya han diseñado el cartel, un poco a lo Julio Verne, con un paisaje abisal y dos submarinistas reciclados de los años 50.


Yo no tengo muy claro su éxito comercial pero los protagonistas están encantados con el proyecto. Además el equipo de rodaje, con su director a la cabeza, todos vestiditos de blanco para no desentonar demasiado con el ambiente de trabajo, es tan profesional y tan buena gente que su optimismo se contagia.
Y así están los actores, deseando que sean las 12 del mediodía para ponerse en su papel y pasar a la acción.
Mi padre está en su salsa porque, como dice el dicho catalán, qui no té un all, té una ceba. O lo que viene a ser lo mismo: quien no sufre parálisis permanente, lo hace por hemorragias rectales, o por estigmas cutáneos. Pero forman un gran equipo, con bata y peúcos reglamentarios en azul y casco homologado transparente.


Mientras él se dopa de oxígeno y se arma un lío con los tubos, la botellita de agua para el refrigerio y los sofritos del Arguiñano, yo le doy a la lectura, o paseo por el hospital pasillo arriba pasillo abajo para curarme de las inclemencias anticrisis del aire acondicionado que llevan practicando dos meses a todo gas.
También me dejo diariamente una pasta en parking, comida y gasolina. Y practico mis dotes sociópatas dando conversa a todos los yayos que esperan una ambulancia o se hacen la picha un lío con las bandejas del selfservice, los cubiertos, los platos del menú y las bebidas refrescantes.
Y aunque lo ideal sería pescar de una vez por todas un médico en condiciones por aquello del que la sigue, la consigue, no hay manera; los milagros me son esquivos.


Pero, ¿qué más da?
Si mi padre se lo pasa bien, yo… también.

sábado, 2 de abril de 2011

Un dia més

En Softu, en Negritu, na Princesa,… ells són els amos.
La Jove m’ho va dir el primer dia que vaig arribar a casa seva, ja fa… ufffff… una pila d’anys.
Jo no els coneixia, només tenia el plaer diari de treballar amb ella.
Això era a Puvill Llibres, a sota d’una escala, arrassarada dels pocs clients que travessaven la porta d’aquella vella botiga.
Ella xerrava i jo li contestava des del meu amagatall perfecte, fent de les nostres converses quelcom surrealista.
Va ser llavors que la vaig començar a tractar de vostè, amb un respecte tan sincer que sorprèn, encara ara, a la majoria dels nostres coneguts.
Per a mi, ella és “la Jove”; i jo, per a ella, el mateix.
Escolti, jove…
Digui’m jove…


Els gats es passegen sinuosament per entre les copes i tulipes de colors que decoren el terra de la seva habitació. Vidres d’un luxe ja caducat però que a ella i a mi ens enamora.
Sempre m’ha fascinat el seu particular racó en aquella casa, des que vaig descobrir el kimono turquesa de flors penjat a la porta del seu armari… mai no havia vist una cosa tan exquisida!
En el meu imaginari li esqueia d’allò més i la convertia en una delicada papallona de seda.
Visitar-la tot aquest temps no ha canviat la meva impressió inicial; cada dia ha estat una festa, plena de sorpreses, d’esdeveniments màgics, que m’han ensenyat a gaudir de les hores passades al seu costat.


En veure la il·lustració la vaig reconèixer.
Sofisticada, una mica a la seva, i fidelment acompanyada.



Congratulations!

domingo, 27 de marzo de 2011

Luna de nata


Nada montada. Ahí es nada. Con una obturación de la hostia, en blanco y negro y sin trampa ni cartón. O eso es lo que Sondrina jura y perjura.

Nata montada. Otra de las maravillosas fotografías culinarias de mi no del todo bien apreciada asistenta. En esta ocasión sólo hizo falta que una servidora, armada con delantal y artilugio montador, batiera el fluido elemento hasta conseguir la textura idónea para obrar el milagro artístico.

Nata montada. ¿Podéis apreciar los hoyuelos como diminutos cráteres? A mí me recuerdan las pisadas sobre la nieve, el molde gélido que delata la presencia humana más allá de las cumbres más escarpadas.

Nata montada. Si los familiares albano-kosovares de Sondrina levantaran la cabeza lo suficiente y acertaran a descubrirla tras el objetivo, estarían conmigo en que el mundo ha perdido a una gran francotiradora porque donde pone su ojo pone…

Nata montada. La próxima vez le pediré explicaciones menos cáusticas. Quiero saber qué tiene ella en contra de los postres caseros para ir reventando mis recetas en aras del lenguaje poético no conceptual de la fotografía de autor.




Fotografía APOD: Iapetus

sábado, 19 de marzo de 2011

I don't understand it


En lo más hondo del pozo, donde la luz desapareció por completo, como queriendo participar del naufragio; enfadada contigo misma por perder pie tan fácilmente, cobarde llorica a la mínima que se tuerce tu eje de rotación. Y presa de pies y manos, cimentada en el gris portland de un invierno sin lustre ya pero vivo todavía.


Y en ese deambular fantasmal, sigues estando ahí. Para el resto de mortales que sí te ven, no pasas desapercibida.
Y eso es lo más maravilloso de todo, lo más extraordinario.
Que se prenden de ti, que se fascinan… que no quieren perderte ahora que entrevieron tu estrella allá por la niebla de su propio via crucis.

El cebo siempre es pequeño: el regalo de un lápiz, el calor de un beso entregado al aire, la intención de una mirada,…
Pero el milagro es muy grande: renacer de las cenizas, aún sin haber padecido hoguera ninguna.


Hoy luce el sol, mañana…

miércoles, 9 de marzo de 2011

El asedio


“Llueve como si las nubes oscuras y bajas tuvieran espitas abiertas, y por ellas se derramaran torrentes. El violento temporal de agua y viento que azotó Cádiz por la mañana ha dado paso a un aguacero intenso, continuo, que lo empapa todo repiqueteando en los toldos, las fachadas de las casas y los extensos charcos, formando regueros en la arena echada sobre el pavimento para que no resbalen los cascos de los caballos. De los balcones cuelgan banderas mojadas y guirnaldas de flores deshechas por la lluvia. Al resguardo del portal de la iglesia de San Antonio, entre la gente que se protege con hules y paraguas o se agrupa por centenares bajo los toldos y en los balcones, Rogelio Tizón observa la ceremonia que, pese a la lluvia, se desarrolla en el dosel levantado en el centro de la plaza. España, o lo que de ella simboliza Cádiz, ya tiene Constitución. Se presentó de modo solemne esta mañana, sin que el mal tiempo desluciera el festejo. El peligro de las bombas francesas, que desde hace semanas caen con más precisión y frecuencia, desaconsejaba celebrar la procesión de diputados y autoridades, y el tedeum previsto en la catedral. Se temía, con razón, que los enemigos pusieran de su parte para señalar la fecha. De modo que se trasladó el acontecimiento a la iglesia del Carmen, frente a la Alameda, fuera del alcance artillero enemigo, donde el gentío entusiasmado –la ciudad en pleno está en la calle, sin distinción de oficios ni condición- aguantó a pie firme las turbonadas de viento, el agua inclemente y hasta el desgarro repentino de un árbol robusto, que cayó sin causar daños; no haciendo el suceso sino aumentar el alborozo popular, mientras sonaban las campanas de todas las iglesias, atronaba la artillería de la plaza y los navíos fondeados, y la extensa línea de baterías francesas respondía desde el otro lado. Celebrando allí, a su manera, que hoy, 19 de marzo de 1812, es día del santo de José I Bonaparte.”




Arturo Pérez-Reverte. El asedio. 2a ed. Madrid: Alfaguara, 2010. 727 pág.

sábado, 26 de febrero de 2011

Verde rana


Sondrina me lo advirtió.
Me dijo que Gustavito no parecía el mismo.
Como si hubiera mudado de color, como si por primera vez la fotosíntesis pudiera afectarle de algún modo.
Me dijo que G estaba inquieto.
Como si una oleada de insectos hubiera colonizado la casa y no diera abasto ante tan rico manjar.
Me dijo también que iba de acá para allá.
Como si mudara de charca, como si hubiera encontrado un nuevo hogar.

Mas no quise creer en tanta palabrería.
Cómo aceptar que G nos abandonaba, cómo admitir que G podía ser feliz en otro sitio.
Pero un reportero dicharachero no puede estancarse, no puede conformarse con ir viviendo y ya está.
Si la noticia no viene, debes salir a buscarla, eso croaba G a todas horas.


Y resulta que todos los indicios eran ciertos. Que Sondrina tenía razón.
Y es que Gustavito, por su cuenta y riesgo,…

se ha hecho misionero!!


To be continued.

domingo, 20 de febrero de 2011

A veces, las cosas pasan


Hace días que se sienta a mi lado.
Hace días que ella no le acompaña.
Hoy, en la antesala del concierto, confiesa que todo se acabó, que ella ya no volverá.
Lo ha soltado a bocajarro, para acabar cuanto antes.
Su tono irónico me hace creer en una broma, en un entretenimiento; mas su amigo mira al suelo, confirma.
Y pierdo la sonrisa.
Busco sus ojos, su boca, su rostro…


Quiero creer que no soy la causa de su separación, que las cosas entre ellos ya no marchaban hace tiempo. Pero…

… lo siento próximo.
… me sonríe sin miedo.
… se sincera abiertamente conmigo.
… me busca.



Hoy tocaba Schumann, conciertos número 2 y número 4.
El director de orquesta estaba más Harold Lloyd que nunca.
Y yo no sabía cómo sujetar las mariposas, mucho más tarde, cuando al recoger su casco en guardarropía se despidió con la sonrisa más hermosa de la temporada.