miércoles, 18 de enero de 2012

El club Lovecraft


“A Leo siempre le inquietaron los espejos, nunca pondría uno en su dormitorio, pero aquél no es su dormitorio, es el dormitorio de Ana, la mujer que le gusta y que trata de ayudarle ahora, cuando más lo necesita, cuando parte de su mundo se está derrumbando y la vida lo ha puesto contra las cuerdas.
De todos modos, en medio de todo, es interesante ver en los espejos cómo se multiplica la imagen de Ana arrodillada a su lado, despojándose de su ropa: primero el top, una prenda mínima de franjas ocres y marrones que le recuerda el estilo Soho de los setenta, luego los jeans y también el tanga. En mitad del dolor, cascadas de placer. Ante la certeza de la pérdida, el bálsamo de un encuentro. Como si dos triángulos contrapuestos se hubieran ensamblado para formar el hexagrama de la vida que es también el de la muerte… Se ha quedado desnuda por completo, a excepción de la mata de cinta de audio en su pelo, de sus uñas de pies y manos pintadas de morado y del piercing que remata su ombligo. También lleva algo tatuado en la base de la columna, un mínimo sol y una frase: “Celebra el verano”, pero ya le preguntará acerca de ello cuando más adelante pueda hablar.
Ahora él sólo puede abandonarse a la contemplación de la imagen de Ana multiplicada en los espejos, a las cosas que le hace y que le dice, a todo el bien que logra transferirle.”








Antonio Lázaro. El club Lovecraft. Barcelona: Planeta, 2010. 427 pág.

lunes, 9 de enero de 2012

Perduda?

Ja no recordo.
Miro al terra i em concentro en no caure.
És possible que els meus braços dibuixin les ales d’un avió, l’ombra no m’ho diu.
I tot és gris. Les vies, les pedres, les meves bambes. Fins i tot la vora del texans.




Ja no recordo.
Miro al terra i a les meves passes intento trobar la solució.
La repetició m’ajuda, és un fet. Potser he baixat del tren o he vingut fins a la platja i, en no trobar el mar, m’he posat a respirar l’aire del sol.
Li dono tres segons al meu cervell i no se m’acut res d’interessant.


Dec haver fugit. De la vida, d’aquet món.
I així, en fred, no m’importa gaire. Potser em trobaran a faltar, i a on buscar-me?
Jo mateixa ni ho sé.
No veig futur, tampoc present. Els records m’acompanyen, aquests no fallen.
Però el que és evident és que no deixo de tirar cap endavant, resseguint el camí.
Sense consciència del què em passa de debò.


M’he donat de baixa de tot.

domingo, 1 de enero de 2012

Viena, más que nunca



Todos los años me emociono.
Oigo los primeros acordes de la sintonía de eurovisión y se me eriza la piel.
José Luis Pérez de Arteaga abre con su “muy buenos días” y caigo extasiada en el sofá.
La magia de la tele hace que, de nuevo, regrese a Viena, a la sala dorada de la Musikverein.
Y como todos los años pienso que, después de dos horas largas, es el mejor concierto al que he asistido nunca.


En esta ocasión con más motivo pues, aprovechando que en 2012 se celebra el 150 aniversario del nacimiento de Klimt, la realización del programa nos ha mostrado el ballet de la ópera de Viena por las salas y pasillos del Belvedere, y ha recreado la escena amorosa de El beso.


Y para reblandecer todavía más mi emocionado lagrimal, han hecho diversas visitas turísticas por la ciudad, devolviéndome de un salto, con pantuflas, bata de boatiné y manta floreada, a sus calles, a sus palacios, a la arquitectura de Otto Wagner.
Y a sus jardines, sobre todo a ellos, pues hay quien sostiene sin trampa ni cartón, y sin un ápice del más elemental sentido común (como es el caso flagrante de la Niña mostaza y JJ) que Viena es una ciudad sin árboles…
¡¡¡Mare de Déu, nostru senyor!!!

 Os pego a continuación mi polka favorita del repertorio familiar de los Strauss, interpretada esta mañana y en la que he redoblado mis suspiros más melancólicos.


Ah, y feliz año nuevo!!!!