lunes, 26 de julio de 2010

a SIS tenta

Se empeña en dejarme a mí sola el gobierno de este nuestro reino
bicéfalo
bisagra
bilonguero
bipartido
bicicleta
bibásico
bisiesto
bizcochero
bifurcado
binario

cuando en realidad este nuestro reino es
viajero
violeta
visigodo
vidriado
vidente
viento
virtual
violonchelo
viernes
vinario
por la gracia de las leyes de la gravedad.


Esa es la cara que se le queda a la afanosa Sondrina cuando decide ponerse manos a la obra y se encuentra con el
desorden desigual, o el
desgobierno desentonado,
después del
descaro y la
desfachatez con la que me vivo sin pegar golpe…


(pasado el verano me pide el divorcio)

lunes, 12 de julio de 2010

Existen casualidades


En el 2010 las Moennas celebran su 40 aniversario.
Casualidades de la vida, la celebración a cuatro en Montecarlo pasa a ser a dúo en Amsterdam.
En la ciudad orange confraternizamos con la naranja mecánica y nos hacemos valer como aficionadas cañís.
Casualidades otra vez, ayer Holanda y España se ven las caras en la final de un mundial. Y para rematar la faena, nos da el triunfo don Andrés Iniesta, insigne jugador azulgrana y santo varón al que guardo especial veneración en mi humilde mollera.

¿Quiere esto decir que yo tengo algo que ver con la locura colectiva que azota nuestro país?
Me temo que sí.
¿De quién fue la idea de celebrar por todo lo alto nuestras 40 primaveras?
Mía.
Y aunque MF, la peligrosa niña mostaza, dijo de cambiar el destino, yo precipité las cosas.



¿Y por qué Amsterdam?
¡Si yo lo supiera?
(aunque creo que en el fondo de mi ser yo ya sospechaba algo, aunque ese algo fuera muy indeterminado y borroso).


¿Y de la final, qué me dices? ¿También es obra mía?
Evidentemente, la duda ofende.
Picamos al equipo vitamina C y no pudo resistir la tentación de batirse con nosotros.
Es que MF se pone muy pesada, sobre todo si es de noche, viste pijama y duerme contigo en la misma cama.
(gajes del oficio de compartir habitación en un 4 estrellas NH y no dejarle fumar lo suficiente).



¿Cómo explico el iniestazo?
Al ser la magia personificada, no es de extrañar su golazo. Además, qué mejor recompensa a la dura temporada que ha vivido este año.

En fin de los fines, que todo encaja… ¿no es maravilloso?




Vale, vale.
Prometo tragarme la pastilla verde y dejarme de estupideces delirantes.
¡Felicidades!

jueves, 8 de julio de 2010

Canción de cuna


“La remor de converses ofegades arriba a través de les parets, i després un cor de rialles. Després més remor. La majoria de bandes sonores de rialles de la televisió es van gravar a principis dels cinquanta. Actualment, la majoria de gent que sentim riure és morta.
El bum, bum, bum, d’un trepig fort arriba des del sostre. El ritme canvia. Potser els cops de tambor s’ajunten, més ràpids, o es separen, més lents, però no s’aturen.
Al pis de sota algú brama la lletra d’una cançó. Aquesta gent que no sap estar sense la televisió o l’aparell estèreo o la ràdio engegats tota l’estona. Aquesta gent que té tanta por del silenci. Són els meus veïns. Coi de sorollohòlics. Coi de silencifòbics.
[…]
Gent que mai no llençaria escombraries des del cotxe et passen pel costat amb la ràdio a tot drap. Gent que no et tiraria mai fum de tabac a la cara en un restaurant ple de gom a gom, rugeixen al mòbil. Es parlen a crits els uns als altres per sobre de la taula del sopar.
Gent que no ruixaria mai amb herbicides ni insecticidas, emboiren el barri amb la música de gaites escoceses del seu aparell estèreo. Òpera xinesa. Country i western.
A fora, el cant d’un ocell està bé. Pasty Cline, no.
A fora, l’esvalot del trànsit ja és prou molest. Afegint-hi el concert de piano en mi menor de Chopin no arreglarem res.
Apuges el volum de la música per tapar el soroll. Uns altres apuren la seva música per tapar la teva. Apuges més la teva. Tothom es compra un aparell estèreo més potent. Vet aquí la cursa armamentística del so. No es guanya amb una bona veu de soprano.
No es tracta de qualitat. Es tracta de volum.
No es tracta de música. Es tracta de guanyar.”





Chuck Palahniuk. Cançó de bressol. Barcelona: Columna, 2003. 279 pág.