lunes, 26 de mayo de 2008

Eurovisión... ¡qué xulo!

Por razones ajenas a mi voluntad, el sábado falté a mi cita anual con el festival de Eurovisión. No así mi asistenta albano-kosovar que, aprovechando mi ausencia, no dudó en invitar a sus amigas rumanas, serbias, albanesas, croatas, bosnias-hercegovinas y demás parentela para ver el espectáculo en mi casa. Pero ya volveremos sobre ella en otro post. Mejor hablemos primero del festival.
Después de pasarme el domingo encerrada en una burbuja para no enterarme de quién había ganado, hoy por la mañana, por fin, lo he visto y, francamente, no entiendo cómo no se les cae la cara de vergüenza a los cuatro países que sustentan el evento: Alemania, Francia, Reino Unido y España. Sólo por la pasta que cuesta mantenerlo, podrían tomárselo más en serio.

Pero, vayamos por partes, ¿qué merece ser comentado exhaustivamente, con profusión de detalles, para que no quede en el más atroz de los olvidos? Yo, modestamente, destacaría lo siguiente:

- El ganador: La maldición de Remedios Amaya quedó sin efecto el otro día pues el representante de Rusia, Dima Bilan, se pasó todo el festival descalzo y acabó ganando. Para los que no gocen de memoria, decidles que este chico ya representó a su país en 2006, acabando segundo detrás de los finlandeses Lordi. En aquella ocasión, su amada aparecía metida en la caja de un piano; dos años más tarde, los malintencionados dicen que la chica era el patinador rubio que lo acompañaba. En realidad, se trataba del campeón olímpico ruso de patinaje sobre hielo. Este último dato aporta más mérito, si cabe, al triunfo de Dima pues estuvo descalzo sobre la pista de hielo sintético que le montaron: ¿os imagináis qué hubiera pasado si las cuchillas de los patines hubieran seccionado las falanges plantares del cantante?

- El presentador: Cuando desaparezca José Luis Uribarri, me gustaría quedarme con el pozo de sabiduría que lo acompaña. No se puede objetar nada a su retransmisión, siempre precisa y bien documentada; pero me gustaría hacer un llamamiento público solicitando alguna moza bien dispuesta para colmarle de parabienes pues se le nota muy, muy, muy falto de cariño. Para que os hagáis una idea de lo urgente del caso:

“ La niña de Armenia… ¡que asome, que asome, que está guapísima!” (cuando pide al regidor que muestre a la cantante de Armenia después de recibir 12 puntos).

“¡Qué felicidad! ¡Con dos rubias así, no me extraña!” (haciendo referencia a las chicas que acompañaban al cantante ruso en la green room).

- Las jacas: Es posible que toda la excitación nerviosa que demostró el amigo Uribarri se deba en su totalidad a las bellezas que pasaron por el escenario de Belgrado. Especial mención merecen las representantes de Ucrania (la más guapa de todas con diferencia), Armenia y Grecia. No le hizo ascos tampoco a la de Polonia, una maciza americana, morena de uva y rubia de pote, que demostró a las claras haber trabajado con Celine Dion. Acabo el repaso con una crítica al gusto masculino del presentador: Charlotte Perelli, la de Suecia. Participó en 1999 y el otro día se presentó con un lifting tan radical que parecía más un travelo que una mujer.

- Francia: No pienso comentar el tema de España, a las imágenes me remito. Prefiero criticar a los franceses que, de tanto como presumen, el otro día demostraron haber perdido también el norte chovinista. Canción Divine, canta Sebastian Téllien. ¿Nos encontramos ante un burdo imitador de Chaplin (qué poca gracia con el globo del mundo), ante un borracho (si es así seguro que canta verdades como puños), o ante un chiste con patas (a mí me recordó a Eugenio, en paz descanse)?. Juzgad vosotros mismos.



- Puestas en escena: Algunos países han elevado como nadie el frikismo europeo. Ahí van algunos ejemplos. Por Croacia actuaron Los reyes de la calle y 75 céntimos, una banda de maduritos socorrida por un yayo haciendo escrachins con una gramola y una bailarina, que tocaba una especie de xilofón colgante, hecho de botellas a medio llenar con tintorro. Por Letonia se presentaron los Pirates of the sea, con timón y bandera pirata en ristre. Los de Azerbaiján trajeron a un ángel y a un demonio: el primero con alas, de las que perdían plumas a cada movimiento; y el segundo, con silla gótica imponente, y perdiendo más aceite que el dos caballos de Sor Citroën. Con Bosnia-Hercegovina, cuatro novias cambiaban el ramo por unas agujas de calceta y los cantantes se dedicaban a tender ropa en un tendedero de juguete. Y acabo con Georgia, que no es que fuera friki en sentido estricto, pero se acercaba: la cantante ciega, con unas gafas panorámicas, parecía sorda por el vaivén de su cuerpo, y el hecho de tapar con una sábana cómo le quitaban el traje sin tirarla al suelo, no arregló el conjunto. Relacionado con el tema, hay que recoger el desafortunado comentario de Uribarri: “Un recuerdo para Serafín Zubiri, nuestro ciego, que estuvo conmigo dos veces en Eurovisión”.

- Puntuaciones: Como es costumbre, los vecinos se votaron entre sí. Y como es habitual también, los emigrantes distorsionaron los votos de algunos países. Para muestra, un botón: os paso las votaciones del jurado español y la lista de los países que votaron por Chiquilicuatre.

¿A quién votó España?

¿Quién votó por España?

12 – Rumanía

12 – Andorra

10 – Armenia

10 – Portugal

8 – Portugal

8 – Grecia

7 – Ucrania

5 – Francia

6 – Noruega

4 – Bélgica

5 – Rusia

4 - Chipre

4 – Islandia

4 – Suiza

3 – Grecia

3 – Turquía

2 – Letonia

1 – Dinamarca

1 - Suecia

1 – Finlandia


1 – Albania


1 – Reino Unido


1 - Armenia


Ante lo expuesto hasta ahora, sólo me resta por decir…
I love Eurovision Song Contest!!

lunes, 19 de mayo de 2008

El plan del domingo

Llovía a cántaros y la gente, refugiada en los soportales de la plaza de Prim, esperaba resignada a que escampara. La única persona que disfrutaba con aquella situación era yo porque de siempre me ha gustado ver llover. Eso de pararse a contemplar el diluvio es maravilloso: caen gotas, millones de gotas, una al lado de la otra, y sólo si te fijas bien aprecias las líneas de agua, como rallas que se precipitan, una tras otra, contra el suelo.

Me metí en el Viena, me pedí un zumo de piña y un cruasán, y me apalanqué en la mesa del piso de arriba más próxima a la ventana para continuar disfrutando del espectáculo. Al poco, apareció en las escaleras un amasijo de nervios cargado con varios tubos de planos, el casco de la moto, el paraguas a medio cerrar y una bandeja con dos tazas humeantes. Mis vecinos de mesa le saludaron a gritos.

- ¡Eh, Cosme! ¡Estamos aquí!
- ¿Has venido en moto con la que está cayendo?
- Éste no aprende: ¡cuánto más grande, más tonto!

Risotadas atronadoras que duraron todo el tiempo que Cosme utilizó para dejar sobre la mesa lo que traía y sentarse. “Ha tomar por píííííííííííííí mi momento de paz”, pensé para mis adentros, mientras cerraba los ojos y los puños con fuerza, concentrada en desvanecer a los pesados de al lado, pero sin éxito: parecía como si yo misma estuviera sentada con ellos.

- ¡Y quítate las gafas de sol, hombre, que está lloviendo!
- Es que vengo de incógnito, coño, que me he encontrado abajo a mis vecinas.
- ¿Y te han reconocido? ¿Saben lo que planeas para el domingo?
- ¡Qué va! Ni se imaginan que tendrán un vecino famoso que aparecerá en los anales delictivos de este país pero que no conseguirán desenmascarar.
- ¿Quieres decir que no ves demasiadas películas de policías y ladrones, Cosme?
- Las justas y necesarias. Todo es poco para conseguir nuestro objetivo.
- No, si verás, de ésta acabamos todos en el cuartelillo.
- ¡No seas cenizo, caramba!
- Bueno, señores, un poco de calma. He traído los planos del edificio, los he cogido esta mañana del registro de la propiedad.
- ¿Y para qué queremos los planos? ¿No dijimos que entraríamos por la puerta, como todo el mundo, para no despertar sospechas?
- Tomás, siempre es importante tener un plan B. Y yo creo que tendríamos que valorar el patio interior que aparece aquí, veis, para, llegado el caso, descolgarnos desde la azotea.
- ¡Cosme, tío, tú no riges! ¿Te crees que nos parecemos en algo al Cruise o qué?
- Rafa, ¿tú no tienes un primo que arregla fachadas? ¿Y no nos podría dejar el equipo de escalada?
- Sí, claro, mi primo el Sebas. ¿Y qué le digo? Oye Sebas, que unos amigos y yo vamos a robar en una casa y necesito que me prestes los aparejos para caminar por las paredes. Y no sufras que te los devuelvo en, pongamos, ¿20 años?

“¡Y yo de espaldas, cachis los indios! ¡Te podías haber puesto en otra mesa, so palurda!”, me decía mi cabeza a mí misma. “Piensa en algo, ¡rápido!, tenemos que verles la cara a estos tipos, preparan algo gordo y nosotras somos las únicas que podemos detenerlos”.

- ¡Menuda panda de flojos!
- No desvaríes más, quieres. Seguimos con el plan original y listos. ¿No tiene que ser tan difícil entrar mezclados con el resto de gente, no?
- Y si no siempre nos queda la opción de disfrazarnos.
- Que conste que si nos disfrazamos yo quiero ir tapado, que con el reuma lo paso fatal y, además, está lloviendo; y luego quién tiene que quedarse en la cama una semana soy yo y…
- ¿Se puede saber de qué coño estáis hablando? ¿Disfraces para qué? Así no avanzamos. Ayer lo teníamos todo hablado y hoy no hacéis más que pensar en gilipolleces.
- Es que yo creo que, aprovechando que vamos a dar este giro tan grande a nuestras vidas, se tiene que hacer bien hecho, como auténticos profesionales. Y, para ello, es esencial tener claro qué imagen queremos dar de nosotros mismos. Todos los grandes tienen su seña de identidad y no podemos ser menos. Por eso he alquilado cuatro trajes negros como de Spiderman para cuando bajemos por el patio haciendo rapel.
- ¡No, no y dos veces no! ¡Me niego en redondo a ponerme mallas!
- Y digo yo, ¿y no podemos vestirnos de otra manera? A mí me gusta el traje de vaquero, a lo John Wayne.
- Me lo cuentan y no me lo creo… ¿os habéis saltado la medicación de la mañana o qué? ¡Vasta ya, Cosme, ni cuerdas, ni azotea ni disfraces! ¿Estamos? Y vosotros haced el favor de no seguirle el rollo a éste que parecéis dos viejos chochos.
- Venga Rafa, no te enfades, si todo es una broma.
- Cosme no bromea, hostia, ¿qué no lo ves? En vez de centrarse en lo que le pedimos, que fue un transporte con garantías, se dedica a montarse películas.
- Joder, el transporte… ¿por qué no me lo has dicho antes? Es que no me recordáis las cosas y yo no puedo estar en todo…
- ¡Te voy a saltar todos los dientes como te arree un puñetazo!
- Rafa, me preocupas, te veo muy alterado. Vete abajo y pídete una tila, vas a conseguir que te suba la tensión.
- ¡Cosme, narices, no le piques más!
- Vale, vale… he conseguido que mi cuñado me deje la furgo del reparto, pero se la tenemos que devolver el domingo por la noche a más tardar, porque dice que no se fía de nosotros.
- ¿Le has contado para qué la queremos?
- Hombre, claro, mi cuñado es de fiar. Pero no os preocupéis, no dirá nada aunque lo torturen.
- ¡La furgo! ¿Y quién la conduce?, porqué yo sólo tengo carné de coche, os lo recuerdo.
- Tomás, tú siempre poniendo pegas. ¿qué te pasa, eh? ¿qué te pasa? Ni que fuéramos a atravesar la frontera.
- Bueno, bueno, si nos para la pasma y nos pide los papeles, nos vamos a reir. Y a mí no me hables en ese tono, ¿vale? No me gusta nada.
- ¿Qué pasa: también me vas a pegar? ¿Tú y cuántos más como tú?
- ¡Me cago en la pena negra! ¡Voy a coger el bastón y os voy a dar a cada uno vuestro merecido! ¡Parecéis unos críos! Y tú, Rafa, ¿no tienes nada qué decir? En definitiva, fuiste tú quién nos metió en este embrollo…

“¿Y ahora el Rafa este por qué no dice nada? ¿Y por qué se han callado todos? Gírate con disimulo y mirá qué hacen, so mamarracha”. ¡¡Eeeeh, sin faltar!!, le he contestado a mi cabeza, desquiciada ya de tanto azúcar en sangre.

- ¿Os dais cuenta que sólo tenemos que entrar en el Bartrina y llevarnos las rosas del alcalde para que el Hogar del Jubilado gane este año el concurso? Y de una cosa tan sencilla habéis montado una película estrambótica. Voy a ir a casa, a por la escopeta, y os voy a pegar un tiro, o dos, a cada uno, así no dejaré testigos. Cosme, no pongas esa cara, son gajes del oficio. ¿No decías antes no sé qué de ser profesionales?
- ¡Rafa, estás loco! Yo me abro.
- No, el que se abre soy yo, que ya me tenéis hasta los mismísimos cojones con tanta tontería. ¿Quién me mandaría a mí contaros nada? Y la culpa de todo esto la tienes tú, Matías, que con ese aire de mosquita muerta sólo haces que emmerdar la troca.
- ¡¿Yoooo?! Pero si sólo te dije que no podía ayudarte con el bastón y que te buscaras a otro mejor que yo.
-¡Sí, claro, valiente excusa!
- ¡Eeeeh, no os vayáis! ¡Ayudadme a recoger!

“Ahora, ahora,… ahora les veremos la cara y podremos identificarlos ante un tribunal… ¡qué emocionante!”. Si tú lo dices, le respondo, y me quedo muy quieta a esperar a que pasen por mi lado para fijarme en ellos. De hecho a Cosme ya le conozco, es el viejo que subió con los planos y los cafés. Por la voz seguro que los distingo… Sí, mira, el que sigue blasfemando es Rafa. Y el calvete rubicundo tiene que ser Tomás porque el del bastón es… ¡Matías!.
“Por Dios santo, si son unos abuelos… ¿y estos quieren robar en el Concurso Nacional de Rosas?”. No sé, le digo a mi cabecita loca, pero me da que este año los del Hogar del Jubilado pierden fijo. ¿Nos vamos nosotras también o nos quedamos a limpiar?. “Sígueles, a ver si nos llevan hasta su escondite”. ¡Si hombre, y qué más!, le contesto, ¡que te crees tú que voy a perseguir a cuatro yayos pseudodelincuentes por toda Reus y encima lloviendo… la desesperación no es tan grande, maja!

61è Concurs Exposició Nacional de Roses
(Teatre Bartrina, Reus, 10-12 de maig 2008)

miércoles, 14 de mayo de 2008

Turisteando por Reus

Me he pasado tres días rodeada de goteras pero no en mi casa, sino en Reus. He aprovechado las jornadas de lluvia para visitar los monumentos modernistas de la ciudad y, a parte de estar llenos de fanáticos como yo, también estaban bien surtidos de goteras. Es cierto, los propios habitantes así lo atestiguan: ya no sabían qué era eso de llover sin descanso, día y noche; y les ha pillado por sorpresa. En casa Navàs hemos ido colocando cubos sobre los charquitos y al quedarnos sin, hemos echado mano de la escupidera del señor, de precioso vidrio veneciano.


El sábado por la tarde me he mojado los pies en el Institut Pere Mata, concretamente en el pabellón número 6, porque el agua entraba con gracia y salero por los grandes ventanales diseñados por Domènech i Montaner. Y que conste que no le echo la culpa al arquitecto; lo que pasa es que el abandono que sufre el edificio, por algún lado tiene que notarse. Aún así, mi caso es muy leve si se compara con el de froilan Schulmitz, una curtida alemana que se ha presentado a las puertas del diluvio con sandalias de playa y calcetines, y una rebequita calada de color turquesa, ¡más mona!, que supongo irán a la basura en cuanto la descerebrada vaya a su hotel a cambiarse para la cena.

Volviendo al Pere Mata, os cuento que el centro no tiene nada que ver con la educación secundaria sino, más bien, con sanación mental, pues es una institución psiquiátrica bastante parecida en cuanto a su creación a la que existe en Santa Kemola.
¿Cómo ha dicho la guía? ¡Ah, sí! Resulta que a finales del s. XIX un grupo de acaudalados reusenses montaron una sociedad benéfica con la idea de construir un centro médico especializado en enfermedades mentales. Como era un proyecto muy caro, decidieron crear un pabellón de destacados donde ingresarían a los locos con clase y con mucha pasta, cobrándoles una mensualidad para sufragar las obras y el mantenimiento del resto de enfermos.

Y mal está decirlo pero he tenido una revelación durante la visita, justamente en lo que era la sala de recepción de las visitas a los enfermos de postín. ¿Y por qué? Porqué una bella dama de mente nublada me ha hablado: De nou, lluirà.


Gracias a ella la esperanza vive ahora alojada en mi cabeza y no le tiene miedo al señor alemán que me esconde las cosas. Espero que también a vosotros os ilumine.

Pero sigamos, no se vayan todavía, aún hay más. Aunque esto último que os explicaré lo he descubierto al revisar las fotos en la paz de mi hogar. Resulta que, como llovía a mares, sólo hemos podido encender las lámparas de la planta baja; lo que siempre digo: que la humedad es perjudicial para el reuma y los cables. Así que el recorrido por la primera planta, donde estaban las habitaciones, lo hemos hecho en penumbra y casi a ciegas porque los flashes de las cámaras digitales han ido disparando fogonazos a diestro y siniestro perjudicando en exceso nuestras córneas. E ir tirando fotos sin ton ni son tiene sus consecuencias: he cogido en algunas a un grupo de niños que me han recordado a los que jugaban con Belén Rueda a “un, dos, tres, pica la pared” en El orfanato. ¡Qué miedo! Yo pensando en sacar los muebles y los esgrafiados de las paredes, y lo que veo con susto son unos renacuajos, movidos y grotescos, que seguro se quedaron allí jugando.

lunes, 5 de mayo de 2008

Memorias de África

Aún resuenan en mi cabeza los acordes de la banda sonora de Out of Africa (1985) y, con ellos, vuelven también algunos pasajes del libro de Karen Blixen (1885-1962).


“Jo tenia una plantació a l’Àfrica, al peu de la serra de Ngong.”

A les persones a qui els prens la terra d’on són natives els prens alguna cosa més que la terra. També els prens el passat, les arrels i la identitat. Si els arrabasses les coses que sempre han vist, i que comptaven veure sempre, és una mica com si els traguessis els ulls. Això és aplicable en un grau més alt als pobles primitius que als pobles civilitzats; els animals, de manera semblant, poden arribar a recórrer un llarg camí, i passar grans perills i fatics, per tal de tornar als topants que els són coneguts i recuperar així la identitat perduda.


Una nit, quan ens disposàvem a jugar a cartes, el viatger anglès ens va parlar de Mèxic i ens va explicar el cas d’una senyora espanyola molt gran, que vivia en una solitària heretat al mig de la muntanya, i que, així que va saber que havia arribat un foraster, el va fer anar a cridar i li va demanar que li donés notícies del món. “Doncs miri, que els homes ja volen”. “Sí, ja n’he sentit a parlar”, li va dir ella, “i arran d’això he tingut moltes raons amb el meu capellà. Ara vostè ens traurà de dubtes. ¿Volen amb les cames plegades sota el cos, com els pardals, o estirades enrere, com les cigonyes?”


Tenia una antiga mampara de fusta amb figures pintades de xinesos, sultans i negres, i gosos amb cadena, que havia estat a la vora de la llar de foc. Al vespre, quan el foc flamejava, les figures cobraven vida, i em servien per il·lustrar els contes que explicava a en Denys. Després de passar-me una llarga estona mirant-me-la, la vaig plegar i la vaig ficar en una caixa, on totes les figures reposarien una temporada.


Després d’haver-me’n anat de l’Àfrica, en Gustav Mohr em va escriure per explicar-me una cosa molt curiosa que havia passat vora la tomba d’en Denys, una cosa com jo no havia sentit mai res de semblant. “Els massais”, em deia a la carta, “han informat el comissari de districte de Ngong que una colla de vegades, a la sortida i a la posta del sol, han vist lleons sobre la tomba d’en Finch-Hatton, a la serra. Eren un lleó i una lleona, que s’ha estat molta estona sobre la tomba, drets o ajaguts. Alguns dels indis que hi passen amb camió en direcció a Kajado també els han vist. Quan ja te n’havies anat, van anivellar el terreny que envolta la tomba i el van convertir en una mena de gran mirador. M’imagino que aquest pla és una bona talaia per als lleons, perquè des d’aquí tenen una vista excel·lent de tota la plana, i del bestiar i els animals salvatges que hi ha.” Era just i condigne que els lleons haguessin vingut a la tomba d’en Denys i, a través d’ella, l’Àfrica li rendís homenatge. “Que la teva tomba tingui gran anomenada”. El mateix lord Nelson, vaig pensar, a Trafalgar Square, té lleons de pedra i prou.

Karen Blixen. Memòries de l’Àfrica. Lleida: Pagès editors, 1998. 434 pág.