sábado, 24 de marzo de 2012

Derrames

Como el café derramado sobre el netbook…



Lo que pasa es que, en el caso que me ocupa, el papel de líquido lo ejecuta un derramamiento de sangre y el cerebro cortocircuitado sigue testarudamente dando guerra en la cabeza de mi padre.
Placa base inundada, echada a perder del todo.
Sistema operativo y procesador de memoria saturados de hierro fundido.


Y ahora algunas neuronas, vecinas al desastre y salpicadas de interconexiones empapaditas, se muestran irascibles y vengativas, enviando señales erróneas por todo el cuerpo para reclamar también su momento de fama.
Crisis epilépticas, inflamaciones nerviosas, todo un festín de sensaciones.
Si mi padre despertara, si fuera capaz de volver a esta realidad virtual en que respiramos, tendría mucho mérito.