jueves, 25 de agosto de 2011

Muse(ando)

Voy y vengo pero no estoy.
La sensación de simple espectadora se afianza en mí como un gigante.
Y es entonces cuando todo se hace irreal, empezando por este oasis postmoderno, inmerso entre ajedrezados góticos y rústicas contraventanas.



Es-ca-lo-nes, de ellos tengo muchos, en una sucesión incoherente de plantas. De pronto, la sorpresa atiza al lado de una susana y sus viejos.
El infante cicatriza, florete en mano, la tierra y yo miro a través de la ventana. Pero su osadía ralla la locura de esta tribuna señorial, encarada a la calle princesa, una mañana de agosto.
Él ha perdido su casco, yo el antifaz.
No me iré si no quieres, le digo, pero su boca, callada en la escultura, graba una mueca en el hueco sonoro de la estancia.
Bien, te enseñaré cómo parar los golpes.
 

En el petrel del mundo, el hombre pájaro se chanza de todo, incluso de mis pueriles remilgos. Le rodean cientos de personajes estrambóticos, como los rescatados por Calvino entre sus cenizas imaginarias, pero no le animan a alejarse demasiado.
Aquí se encuentra a gusto, entre congéneres colgados de las paredes tan diferentes como mi solo presencia.





Y las damas ni se inmutan, por haberlo visto ya todo o nada todavía, sigo esquivando la duda. Son mayoría ondulante entre las delicadas formas del espacio arquitectónico como también parecen serlo entre los hombres. Y aunque su edad la definan rayos apostados a ambos lados de una mirada, el perfume de la belleza refulge en basalto más allá del tiempo.
Entre ellas a veces yo, claro, incandescente y testaruda, como ahora mismo, soplando sobre el polvo abstracto de este recorrido.





Hasta dar con la sombra del acertijo, indirectamente y sin pasar por ninguna casilla de tablero caoba y marfil.
Estando a su vera, viendo la gente pasar, surge la pregunta sobre el otro lado de la luna, sobre la mancha oscura en el negro cielo. Pero ni él ni yo perdemos el equilibrio, imposible con este calor que derrite fachadas y consume abrevaderos acorde con los vecinos.
Me gustaría ganarte un día, en esta partida sin sentido que yo sola me traigo contigo. Un día en el que te confesaría lo mucho que escueces al sonreírme de frente.




El vuelo se acorta, regreso a la tierra trillada a base de estocadas rasgadas al trasluz. Los dedos de sus pies son garfios y sus alas, navajazos en la brisa acondicionada del lugar.
¡Qué ángel tan discreto y petulante!
Perdido, que no caído, como el resto de mortales de esta ciudad a orillas del mar y a esta hora temprana del almuerzo. Hambre disuelta entre centellas de oro, con odalisca y bruja al otro lado de la barra.


Que la bella ensortije mechones de mármol no debería sorprenderme, en un museo pueden darse los milagros más audaces. Pero al completar la visita y cerrar en el último escalón mi cuaderno, hecho de menos la sagrada estridencia de lo efímero. Porque todo lo contenido en el viaje perecerá a ojos de la medusa convertido en polvo del ayer.


MEAM (Museu Europeu d’Art Modern)

jueves, 18 de agosto de 2011

Per què?


Els verbs de la jugada


Salta, controla, talla, busca, passa
-la pilota corre veloçment
sobre la gespa, per l’aire.


Recupera, centra, frena, aguanta, avança
-els jugadors teixeixen un tapís
amb l’únic fil d’una pilota màgica.


Sorprèn, supera, envia, rebota, llança
-vint-i-dos jugadors i una pilota
fan un univers inacabable.


Corre, afina, perd, prepara, tapa,
pica, toca, dribla, remata, xuta
-el gol enfonsa els uns i exalta els altres.


David Jou

sábado, 6 de agosto de 2011

Cerillas


Sondrina sigue en sus trece.
Ha preparado mi secuestro para la segunda quincena de agosto.
Yo ya le he dicho que para esas fechas tengo mis planes (el primer Barça – Madrid de la temporada, el inicio de la liga, la supercopa de Europa,…) pero se hace la desentendida.
O simplemente es que no la entiendo de nada y todo es una confabulación de las mías, como pasa ahora mismo con las cerillas.


Que dónde están.
Qué no sé de qué me hablas.
Que sí, mujer, la caja de bastoncillos de madera que arden y se queman para regocijo de los dioses cuando encendemos el fuego purificador en los fogones.
Mi no saber.
Sí, claro, no me extraña. ¿Cuánto hace que no cocinas, guapa?
Me artist, me artist.
Que sí, que sí, ángela-maría, qué galletón te estás ganando rica.
Y así in eternum.


Suerte que Nicolás, su novio, se ha echado al tabaco de liar y le substraigo el mechero en un plisplasito. Luego le amenazo con delatar el paradero de Sondrina a sus familiares y él, en tono “molto facile e divertente” nos prepara una paella de marisco que está para olvidarse de las penas y de los antiácidos con sabor a limón.








Fotografía APOD: Prometeo