miércoles, 29 de junio de 2011

Fons, fontis



Llueve.
De repente lo mojado se sucede como si todo en este universo fuera de agua.
Y sólo se me ocurre quedarme quieta, desperezar mi belleza de estatua fin de siglo y esperar.
Esperar a empaparme, a que mi liviana túnica me transparente por completo, a que el oxígeno de la fórmula magistral burbujee la fragancia de la lluvia sobre mí.
Y condensar a mi alrededor el deseo de tus ojos inundados en la bruma vaporosa del estruendo.


Llueve.
Revolotea por entre las nubes el olor a hierba y se esparce la sensación de humedad entre los conjurados en bronce.
Hasta se arruina mi peinado; pero llueve y eso es lo realmente importante.








Llueve, sí.
Alguien puso en marcha la fuente.

domingo, 19 de junio de 2011

Algo de cine

Guerras de las galaxias, psicosis varias, mujeres siempre al borde de un ataque de algo. Gladiadores, cowboys, agentes secretos y miembros de la resistencia.
Lady Marian, Jack Sparrow, Sabrina o Bullitt.


Algo de cine,… para perdernos, enamorarnos, asustarnos,… y para reir, llorar, cantar o, solamente, disfrutar.




D’ací a l’eternitat


Com més tendre es vagi fent l’instant,
més ens anirem assemblant
a les roques que tanquen la platja:
les ones trencaran sobre nosaltres dos
i no ens n’adonarem,
vindrà un castell d’aigua, vindrà un galop d’escuma,
vindrà la sal a apunyalar-nos,
vindrà la lluna,
la sorra ens voldrà fuetejar,
i aquell instant serà l’eternitat.


Potser rodolarem pendent avall,
potser la marea tindrà enveja de nosaltres,
potser els crancs, els còdols, les algues, les petxines,
el reflex de les estrelles en la sorra mullada,
el llaç escorredor del reflux de les onades,
ens voldran arrossegar per ofegar-nos.
No hi fa res:
ací, serà l’eternitat.



La gata a la teulada de zinc


Aquests ulls color d’acer són acer de debò:
no perdonen les ferides que han rebut,
Iiles tornen.


Que una boira d’alcohol n’embolcalli la mirada tan sovint,
no pot dissimular-ne la duresa:
agredeixen amb rancúnia, sense treva,
es fan acompanyar pels vandàlics escamots de la paraula,
i es llencen a l’atac ferotgement.
La bellesa no els aplaca, el plor no els entendreix.


Què més podria, la mirada, haver volgut
que els ulls d’ell i que els ulls d’ella com balcons des d’on mirar,
que el cos d’ell i que el cos d’ella com paisatge on delectar-se,
que la immensa mansió per dilatar-se en el luxe de sales i jardins?


I tot és un infern,
tot crema
com un teulat de metall al sol abrusador d’un migdia d’estiu,
com un punyal arroentat en el foc inestingible
d’una antiga tendresa malferida.




Bond, James Bond


Uns ulls brillants i un pentinat impecable,
una agilitat felina,
una companyia sensual, un desig insaciable,
i estar fet a la mida
del món:
James Bond.


I viure en el límit del risc, en el caire de l’avenc, en la mira del fusell, a la punta del revòlver, en les xarxes del parany, en les urpes dels espectres,


sense acobardir-se mai;


resseguir amb una carícia la suau orografia de tants cossos desitjables, tastar besos en uns llavis de somriure indesxifrable, canviar el desdeny i la ira en una ardent relació,


sense despentinar-se mai;


habitar entre la tècnica i la màgia, entre el làser i l’espelma, entre el míssil i la daga, el coet i el submarí, l’explosió i el xiuxiueig,


sense sorprendre’s mai;


provar el cotxe, el iot, el joc, el xampany fred, la lluita, els cops, la sang pròpia i la dels altres,


sense immutar-se mai;


comptar els segons que queden per desactivar una bomba, per saltar d’un tren en marxa, per romandre sota l’aigua sense oxigen i amb taurons, o per fer un darrer petó en el frenesí de la fugida,


sense angoixar-se mai.


Només pels vostres ulls, espies estimades!


Al cap i a la fi funcionari, potser mal pagat i d’estatus precari, lliure, però, de l’asfíxia d’un món rutinari, feliç en el risc, en el luxe, en el sexe,


i fet a la mida del món:


James Bond.






**Los versos son de David Jou, de su libro Els ulls del falcó maltès: poemes sobre cinema (Mallorca, editorial Moll, año 2000)

domingo, 12 de junio de 2011

Brillas x dentro



Resérvame tu corazón para las próximas vacaciones. Y déjame plantar espigados lirios al lado de tu cama, de aquellos que perfuman, sin que te des cuenta, tus ganas de comerte el mundo.
Si lo prefieres préndeme alfileres por doquier para que nunca te olvides de mí y anótame las sucesivas visitas al loquero. Prometo no manchar tu mochila.
Prometo ser tu sugus de naranja, tu vitamina C y tus cero calorías.


En esas andaré con cien pies de plomo abanicando la siesta de tus caracoles, teñidos de rojo chillón bajo el atardecer airoso de una estrella distante.
No te preocupes por mí.
Repasaré tus huellas en esta playa cercana robando en la sal la resaka de tus brazadas.
Ciégame de dulce avellana, y de chocolate sellaré tus sueños de verano.

jueves, 2 de junio de 2011

my Champions experience (in Madrid)

Ya ha pasado todo.
Y con la distancia que te brindan 96 horas de relax preveraniego, cada vez tengo más claro que la c4arta fue cosa mía.
Que si no me hubiera comprado los billetes del ave con un mes de antelación, en plena efervescencia tragicómica merengona; y no hubiese cambiado Londres por Madrid, todo esto ni existiría.
La gente preocupada por unos cuantos gramos de ceniza volcánica en el ambiente aéreo y yo entretenida en meter 20 kilos de carga en una maleta de cabina para pasar 2 días ½ en la capital del reino… ¡qué injusta es la vida!


[Lo que viene a continuación es pura absurdidad made in TARA. Absténganse los incrédulos y los adictos al seny más ultraconservador... quedan avisados]


El sábado 28 por la tarde, de camino a Sants Estació, me hago amiga de un extoxicómano, así pim pam, ¡porque yo lo valgo!, que me ayuda a pasar el control de seguridad sin mucho apuro, entre un grupo de seminaristas que opositan para llegar a Iruña.
Ya en el tren disfruto de 180 minutos de lectura apasionada, entre Desembarco del Rey e Invernalia (libro: Juego de Tronos), para mantener una distancia considerable con el resto de viajeros gritones que matan el trayecto discutiendo lo gastado en alcohol durante sus vacaciones.



Y llegamos a las 20:45, hora Champions.
Me cuelo en el H10 Villa de la Reina (Gran Vía, 22) y ante la pantalla de televisión veo una mesita medio vacía; y allá que me voy, cargando una cerveza y una tapa de patatas fritas y almendras saladas.
Y digo medio vacía, la mesa, porque el pobre turista alojado en el hotel y sentado en ella no tuvo más remedio que aguantar mi presencia durante todo el match; al final yo creo que nosotros éramos mucho más interesantes para los allí congregados que los propios futbolistas….
Y es que, donde se pongan Tara Mhéntal y un hooligan del inserso irlandés, que se quite todo lo demás.
¡Qué imagen más maravillosa de respect y de fair play!


Mientras yo le daba a la cebada, el amigo se amorraba al tinto de Rioja. Y con el 1-1 en el marcador empezamos a conversar, con su nulo castellano y mi negado inglés. Aún así, en el momento que me oye hablar de Santa Kemola, empieza a dar palmas con las orejas, pues conoce su situación estratégica en el mapa y esta feliz de rememorar sus años pasados en Barcinona. A pesar del buen rollo y de que le caigo bien (porque eso de que a una mujer le apasione el football tanto como a un hombre sigue despertando cierta camaradería masculina), me confiesa que prefiere vivir en Madrid, pero bueno tampoco lo voy a matar por eso, no?


En la segunda parte se nos acopla una señora del barrio de Salamanca, acabada de salir de la peluquería, vestida de felina para cazar cincuentones y, para más INRI hincha del Barça, yo creo que sólo por llevarle la contraria a su hijo socio del Real Madrid.
La necesitábamos para deshacer el empate, era la “carta castiza” de la táctica Guardiola.
Marca Messi el segundo y, de la euforia, pierde el Prada por los suelos. Pero lo mejor viene con el gol de Villa, ¡qué maravilla!...
… cómo me alegro por él, chiquilla, se lo merece, es tan majo… y que se chinche mi niño, el muy tonto, anda y cómete los 40 goles de cristiano, que te aprovechen…


Porque los que me conocéis ya sabéis que no me gusta ni provocar ni tampoco hacer leña del árbol caído, pero con el tercer gol ya no me pude aguantar. Le dije sorry man y me uní a la celebración con la señorona cañí. Él me chocó los cinco y me dio un cabezazo amistoso, antes de irse a la calle a fumar.
A la vuelta, compartimos ya solos (porque la tigresa madrileña había localizado a una presa en el lobby del hotel) la entrega de la copa, la vuelta al ruedo y parte de la celebración posterior de los jugadores.
La despedida fue lo más duro, ya le había cogido cariño a mi hooligan particular, pero no era recomendable alargar más allá nuestra velada juntos por aquello de no tener que soltar en mi inglés macarrónico… “lo nuestro no puede salir bien, baby”. Así que levé anclas y él se quedó en su hotel.
De retirada al mío, qué raro se me hizo la ausencia de petardos, de coches haciendo sonar sus cláxones, de culés anónimos recorriendo las calles celebrando la euforia por el triunfo…
Al día siguiente me pasaron esta instantánea de contrabando, ¡guardadla como oro en paño!