domingo, 29 de mayo de 2011

We love football

A la espera del relato de los hechos desde MADRID, territorio comanche por antonomasia, os transmito el mensaje dictado por radio INTERECONOMÍA hoy domingo a las 8 de la mañana...

¡FELICIDADES CULÉS!

lunes, 23 de mayo de 2011

Arte plástico



La busco.
Viva, pues de lo contrario no me sirve para nada.
Sí, sin duda, la quiero viva.

Llego a casa, ¿y qué me encuentro?
La funda del disco sobre el sofá.
Le dije a Sondrina que debía explorar nuevas texturas, para no estancarse como artista plástica. Que lo de la cocina se le quedaba pequeño, y me miró con aquellos ojos que pone ella, achinados, cuando no acaba de entender mi idioma. Unos ojos que ya no parecen entrever más allá de lo que el autofocus permite.


Quizá hubiera estado bien sospechar un poco, espiarla en su cuarto oscuro y velar algún que otro negativo,… me ahorraría el penar y la agonía que me consumen ahora.
Quizá hubiera sido positivo vigilar el celo que ponía en sacar el polvo a mi colección de vinilos, y eliminar de un plumazo los aires folclóricos que adornaban sus silbidos tribales,… no lamentaría tanto como en este momento haberla contratado el día que pasó por mi puerta y se quemó la paella.


Llego a casa y el Marinero de luces está tirado en el sofá.
Me acercó sin hacer ruido y, al sacudirlo, ¡¡zas!!, no está.
El disco ha desaparecido.
Me temo lo peor.
Lo busco en el giradiscos y nada, allí tampoco está.
Una imagen va entelando mis ojos inyectados en sangre y se aproxima bastante a lo que sería un retrato de Sondrina.
En el frenesí furioso que arrebata mi azotea, la voz de la Pantoja resuena alta y clara, y me pierdo… me pierdo por completo.


Ese barco velero cargado de sueños,
Cruzó la bahía
Me dejó aquella tarde agitando el pañuelo
Sentada en la orilla
Marinero de luces, con alma de fuego y espalda morena
Se quedó tu velero perdido en los mares
Varado en la arena.


El amasijo de surcos que recrea la foto, porque es tal cual lo digo,…
La masa de harina surcada de rallas circulares y equidistantes, dispuestas una al lado de la otra de forma repetitiva, aunque reproduzca fielmente los colores naturales del vinilo, no puede ser excusa para el perdón.
Porque, y digo yo, ¿quién me devuelve a mí los gorgoritos musicales a 33 revoluciones después de mutilar la circunferencia?


Viva.
Que de matarla siempre hay tiempo.
Viva.
Que de matarla ya me encargo yo.







Fotografía APOD: Anillos y más anillos

lunes, 16 de mayo de 2011

Siente el latido de tu corazón

Si el año pasado fueron las baladas, este año ganaron la batalla los niños prodigio, las ganas de salvar el mundo… y los gritos.
Lo de los infantes no es mío, es de José María Iñigo, el comentarista del certamen, mucho más comedido que el desenfrenado y salido Uribarri.
Tal y como lo dijo: “esto parece una convención de niños prodigio”.


¿Por qué? Pues porque la mayoría de los cantantes, a la edad de 4, 5 o 6 años ya cantaban, tocaban algún instrumento e incluso componían.



Por cierto que Italia, después de 13 años sin venir, quedó segunda!!!
Yo creo que este detalle tendría que hacer reflexionar a otras naciones (………… venga, ya está) y darse un merecido descanso.
En fin, pasemos a las ganas de salvar este mundo maravilloso.



Una mención especial para los chicos de Islandia, Sjonni’s friends, los auténticos predicadores del ejemplo.
Resulta que Sjonni murió hace unos meses y el resto del grupo, junto con la viuda, decidieron seguir adelante con su proyecto y presentarse al festival.
¡Qué hay más maravilloso que tirar’pa’lante ante las adversidades!
Ooooooohh.


Y ahora vamos con los gritos, esos estallidos vocales, a lo Whitney Houston o Mariah Carey, que tanto odio.
Que está bien demostrar lo bien que se canta pero, carajo, sin llevarse por delante los oídos ajenos.
La palma se la llevó Austria, pasen y oigan.



A los gritos también se añadió, en la tanda de votaciones, la presentadora que daba la relación del jurado alemán, e Iñigo, muy recatado en todos sus comentarios apostilló…
“¡Pero qué gritos!... no confía en la técnica… ¡si tiene un micro!”

Al fondo, me dicen, hay alguien interesado en los modelitos, los palmitos y los escenarios bonitos.
Bien pues de ropita, ya habéis visto la camisa sin espalda del chico de Dinamarca.
O las chaquetas en rojo puta de los gemelos de Irlanda (del color de Lipstick, su canción).
O el vestido hiper corto, sin una manga y con otra de capa tunera de la de Hungría; aunque yo me quedaría con el pastelito Sacher que luce de anillo.


Y en cuanto a los escenarios, los alemanes se lo curraron de lo lindo (menos en el caso español).
El de Irlanda fue muy pop-art; y los de Finlandia y Francia muy astronómicos.
Ukrania fue más lista y proyectó a lo grande el arte efímero en arena que se iba diseñando desde el escenario.




¿Y que decir de España?
Que nos dieron 50 puntos y aún no lo entiendo… total, para quedar los terceros por la cola.
Y que nos votan, a parte de los dos únicos vecinos que tenemos (esto de la tectónica de placas nos está costando muy caro), países del este que no se acaba de entender de qué van:
Portugal 12
Francia 12
Rumania 5
Albania 5
Estonia 4
Macedonia 4
Suiza 3
Eslovaquia 2
Eslovenia 2
UK 1

Para acabar, lo mejor del festival:
- que TVE ya tiene música para sus separadores publicitarios, sólo tiene que coger la canción ganadora de Azerbaiyán y listos.
- la conversión del estadio de futbol del Fortuna de Dusseldorf en plató televisivo (que resulta que, encima, al equipo de futbol le han construido otro campo, con gradas incluidas, al lado de su propio estadio, mientras duraban las obras de acondicionamiento para el festival…. estos alemanes son la leche).
- y yo de mayor quiero ser como Raffaella Carra, que cantó las votaciones desde Italia, y que está más fresca que una lechuga.


Y ahora sí, cierro con mi favorita, Serbia, que presentó a 4 Massieles con vestidos trapecio y ritmo sesentero.


Y, en honor a MF, la reencarnación de David el gnomo pero en moldavo… sin comentarios.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Ordeno y mando



“- Si un invitado muere repentinamente en su casa, sobre todo no avise a la policía. Llame a un taxi y pídale que les lleve, a usted y a ese amigo que se siente indispuesto, al hospital. El fallecimiento no será certificado hasta llegar a urgencias y de ese modo podrá demostrar, con la ayuda de testigos, que el individuo en cuestión murió por el camino. Gracias a lo cual, le dejarán en paz.
- Por lo que a mí respecta, nunca se me ocurriría llamar a la policía, sino a un médico.
- Da lo mismo. Están conchabados. Si alguien a quien no está demasiado unido sufre un ataque cardiaco en su domicilio, usted será el primer sospechoso.
- ¿Sospechoso de qué, si es un ataque cardiaco?
- Mientras no se demuestre que ha sido un ataque cardiaco, su apartamento será considerado el escenario de un crimen. Y no puede tocar nada. Las autoridades ocupan su domicilio y les falta poco para siluetear con tiza el emplazamiento de los cuerpos. Usted ya no está en su casa. Le hacen mil preguntas, mil veces las mismas.
- Y si eres inocente, ¿cuál es el problema?
- Usted no es inocente. Alguien ha muerto en su casa.

[…]

- ¿No está llevando la paranoia un poco lejos?
- Desde Kafka, está demostrado: si no eres paranoico, eres culpable.”

 
 
 
 
Amélie Nothomb. Ordeno y mando. Barcelona: Anagrama, 2010. 153 pág.

lunes, 2 de mayo de 2011

Una cita cualquiera

Había quedado con un amigo para ir al cine pero no podía quitarse a L de la cabeza.



L no era nadie.
Sólo un contacto twittero, un asiduo de las páginas que le gustaba leer, un narrador de historias fantástico,… un auténtico desconocido.
Y, sin embargo, en las últimas semanas, lo había sido todo para ella.
Unos brazos virtuales en los que refugiarse, una voz imaginaria a la que adjudicar bellas palabras de amor. Un hombre, en definitiva, que había sabido despertarle un intenso deseo.
Y aquella tarde, aunque la cita con su amigo le apetecía mucho, no podía dejar de pensar en cómo sería esa misma cita con él, con L.

La ducha le ayudó a relajarse, con el agua ardiente recorriendo su cuerpo en meandros gigantescos, salpicados de espuma jabonosa.
Y el saxo canalla de Dani Nel•lo escogiendo por ella el atuendo de mujer fatal.
Abrió cajones y armarios con la intención de encerrar en ellos a L para volar libre hacia el amigo que seguro compartiría una cama con ella esa noche.
Pero L escogió las medias negras con liga que más la favorecían y ella sólo tuvo que, desde la punta del pie, ir desplegando la seda por sus piernas, poco a poco, hasta aprisionar los muslos en un refinado encaje de flores.
También L se hubiera ocupado de la ropa interior. Pero ella no le dejó, ese tema era sólo cosa suya, de lo contrario cómo sorprenderlo en la habitación de hotel.
Además, todo el éxito dependía de una prenda estrella, una falda en rojo chillón, ceñida a las caderas y con vuelo por encima de las rodillas, para asegurar que en un lance de sus piernas se llegaran a insinuar los límites ligueros.
Por eso aquella falda exigía una lencería exquisita.
Así su sexo luciría sugerente y apetitoso bajo fino tanga noir, para seguir con el ambiente años 50 del saxofonista.

Ella observa sus dos cachetes en la luna del repujado espejo y una sonrisa pícara se dibuja en el reflejo. Al darse la vuelta, sobre el vientre un triángulo perfila sus ingles destacando sobre el tono nacarado de su piel. Y, de repente, se ve hermosa, medio desnuda aún, como si jugara a exhibirse ante L, ante su amigo, en un juego de seducción peligroso y ambiguo.


Encerrar el candor de sus pechos en torno a unos aros dominantes, sabiamente disfrazados en terciopelo y blonda, dio al conjunto su acento más erótico.
El piano lento, los suaves toques de batería dejaron a L colocar en su sitio la bandera roja del pecado y un suéter de punto, ceñido a las formas delgadas y proporcionadas de su talle.

Ahora sólo restaba subirse a una esbelta aguja, caminar con garbo y contornear las caderas, como chasquidos atronadores sobre la gravedad del contrabajo.
Saldría de casa sin olvidar su pintalabios, del mismo tono bermellón que la falda, un barniz sabroso que había convertido su boca en jugosa frambuesa.
En unos días L sabría de su encuentro, del arrebato en que ella había sumido esas horas previas. La ansiedad que devoraba sus entrañas al imaginarse ante él, mansamente provocativa y salvajemente excitada. Sin entrar en detalles le confesaría su caída en los infiernos al dejarse arrastrar por los besos y caricias del amigo. Pero con otro hombre proyectado en el cielo esmeralda de sus ojos.

Sabe que L la entendería.
Que le regalaría su propia versión de los hechos, su paraíso, sobre los hilos internautas para que ella fuera feliz entregándose, ahí sí, a su verdadero amante.