lunes, 4 de agosto de 2008

Sondrina se va

Todo el mundo tiene derecho a unos días de vacaciones y mi asistenta no iba a ser menos. Aunque sus días no son estrictamente vacaciones laborales pues, al estar todo el día por casa, más parece una okupa que una trabajadora del hogar. Pero una vez te has acostumbrado ya no te parece raro verla sea la hora que sea; o que, por ejemplo, el territorio comanche de la cocina se haya transformado en un feudo con derecho a paso.

Pues bien, Sondrina se marcha mañana rumbo a Pristina, capital de Kosovo. No es seguro que vuelva; de hecho, se quedó por casualidad y ahora, también casualmente, puede no regresar. Si en septiembre no aparece, sé que la echaré mucho de menos. Mis vecinas no tanto porque la consideran persona non grata desde lo ocurrido el día del festival de Eurovisión (que se montó la maricastaña cuando ganó Rusia, porque los emigrantes de la Europa del este que invitó a casa para seguirlo, acabaron montando una conga alcohólica-festiva por la escalera del edificio)... pero yo sí.



¿Y cómo llegó ante mi puerta? Pues disfrazada de una especie de testiga de un dios muy famoso con la intención de salvar mi alma.
Yo estaba haciendo paella y me pasé mucho rato intentando descrifrar qué leñe me contaba en un irreconocible castellano. Pero lo último que me dijo lo entendí a la primera:


- ¡Arrós quémar! ¡Arrós quémar!
- Sí, claro, no me extraña. Por culpa tuya, que me tienes aquí muerta de las orejas.
- ¡Arrós quémar!
- ¿Arrós quémar? Pues ahora, por lista, tira para adentro y mira de salvar la paella. ¡Pasa rica, pasa!


Y la metí a empujones en la cocina (que queda justo al lado de la puerta del piso), poniéndole el mandil en un plis plas y abandonando las biblias en el recibidor.
Los anales de la historia ya recogen aquel día como uno de los mejores, gastronómicamente hablando, pues la chiquilla salvó la comida, participó del ágape y, además, fregó los platos con una diligencia supersónica. Cuando, a la mañana siguiente, reapareció en casa, la recibí con los brazos abiertos. Y hasta hoy.

¡Buen viaje Sondrina!

7 comentarios:

Anónimo dijo...

jefa, yo pérder dineros!!
triste pédir pero más triste róbar.
volver tu casa, pronto. tusperar!!

Anónimo dijo...

y lo agusto que estaría yo en una pristina, nadando, bien fresquito, bebiendo mojitos

Tara dijo...

Yo en unos días me piro al tirol para estar fresquita; supongo que alguna piscina encontraré, y algún barman que prepare buenos mojitos. Lo que está claro es que no me quedo en casa esperando a la loca de Sondrina.

Anónimo dijo...

jaja.. muy conciliadora... ahora entiendo porque no quieres entrar en polémicas... Nos vemos a tus vueltas de dias de asueto y tribulaciones...

Salu2

Tara dijo...

hola a todos desde las austrias!!!! un rato libre entre subir y bajar del autocar para saludaros a los que aun visitais esta azotea en tiempo estival. Siento lo de los acentos pero el teclado germano is different!!!

Anónimo dijo...

Espero que a tu llegada nos deleites con unos cantos tiroleses típicos de la zona. Ya nos contarás.

Tara dijo...

Hello every body!!! reconozco que os tendría que saludar en alemán pero no me ha dado tiempo de conocer el idioma, confraternizar con los austríacos a fondo, aprenderme las 1000 y una variantes del tirolés para cantaros en condiciones, etc.
Pero me he aprendido una tonada divertida y cervecera que seguro deleitará a los oídos más exquisitos.

p.d.: ya he vuelto a casa y ni rastro de Sondrina.