domingo, 30 de noviembre de 2008

De relojes

Reloj,
no marques las horas
porque voy a enloquecer.


Iglesia en Salzburg

En Austria, el tiempo es silencio. Y ese silencio es hermoso.
Echas la vista hacia las alturas y los círculos perfectos que rodean el paso del tiempo están tranquilamente esperando que los segundos desplacen de raya a raya las agujas doradas.

Detalle de la torre
Se ha levantado una ligera brisa que voltea sus rizos. Mortales hacia atrás, giros en el aire que cortan la respiración, volteretas nunca vistas, y todo porque los mechones negros escapados de su melena querrían atrapar las agujas y detener para siempre el mecanismo.

Enfocas con la Lumix y sólo la ves a ella, alta y esbelta como la torre de la iglesia. Pero sabes que, cuando varíe la perspectiva, volverá al sitio que le corresponde, a tu lado en el camino.


Detalle en la iglesia del Festung
Hohensalzburg (Salzburg)

Es curioso pero siempre que miras la hora, el tiempo se ha detenido en el reloj.
También en el solar se da ese milagro.
La precisión de todo el engranaje crea una ilusión solamente para tus sentidos. Y caes en la cuenta de que es ella la que produce ese efecto en los relojes. Y en tí también.
Sólo si está ella, el tiempo se detiene.
Primero en la región bávara, luego en Salzburgo, más tarde en la capital.
Diez días de vacaciones y parece que aún hace un instante que os habeis conocido, recogiendo las maletas en el aeropuerto de Munich.


Iglesia de St. Wolfgand (región de los lagos)


Doce números en la esfera marcan el ritmo del corazón metálico. Doce números, uno detrás de otro, marcan los impulsos de tu corazón.


Bajas el último del ascensor, en la planta 12. Los de Cartagena lo hacen en la 11, y ella en la 10. ¿Quedamos a las 9 en el hall?
Sois 8 cenando, todo parejas. Os sentais uno frente al otro y, entre risas, rememorais las sorpresas del día.
Excuse me, 7 big beers, please!
Después, sólo 6 asistís al concierto.
Fila 5, butaca 4. Sentada a tu lado en la sala dorada de la Musikverein, marca el compás (un-dos-3, un-dos-3) del Vals del Emperador.
Los 2 besos del primer día se reducen a 1 en la despedida, pero la intención lo coloca justo en tus labios.
¿Subimos a la 12?

Detalle del pabellón de Otto Wagner (Karlsplatz, Wien)

6 comentarios:

ALOMA69 dijo...

Parece que se trata de un romance fugaz en una ciudad de cuento de hadas, todo perfecto, me ha gustado mucho como lo ha narrado.

Abrazo!

Anónimo dijo...

Aunque sea prosa, me ha gustado mucho tu verso. ¡Ojala todo fuera tan sencillo! O... ¿Lo fué? ¡Bonito misterio¡

C. Chase dijo...

Ojalá Bob fuera la conciencia. Pero al contrario de lo que aquí pueda parecer Bob es mucho peor que yo. Es lo tristemente peligroso.

En la pareja que ahí pinto Bob sería un poco como el Dr Gonzo.

Mónica Sánchez Escuer dijo...

Me encantan los relojes! Tu texto es un disfrutable paseo imaginario por los mecanismos y afectos del tiempo.
Saludos

Tara dijo...

gracias a todos/todas por vuestros comentarios!!!

y cowboy, cómo te juntas con alguien que está peor que tú? seguiré atenta a como se acaba esa historia tuya con Bob.

Jazziturno dijo...

Jajajajaja, qué curioso. Me ha gustado mucho :)

¿Conoces 'El rincón del minutero'? En segovia :) http://www.fotolog.com/soulfunkjazz/19094338

¡Un beso!