sábado, 26 de septiembre de 2009

Nada que hacer


"Bueno, al fin se convenció de que podía dejar los pollos y los puercos solos unas cuantas horas en la azotea y pasear con un hombre por los bajos. Aunque siempre pidiéndome que sus hijos no se enteraran. Ah, qué horror la gente seria. Había otro problema: las mujeres tan responsables siempre esperan demasiado de uno. Yo me di cuenta que ella aspiraba a algo más que a un buen palo de vez en cuando. Quería camelarme. Asar un pollito los domingos, invitarme a almorzar. Y probar suerte conmigo. Si me descuidaba, me engatusaba y tenía que ponerme a trabajar y a criar pollos junto a ella, bien aburrido todo el día, y de paso ayudándole a criar su prole. Eso no es para mí. Además, no me gustan las viejas. Para viejo yo. Mis cuarenta y cinco años me rinden por ochenta.
A Cusa se le puede dar un tarrayaso de vez en cuando. Y ya. Ella por su rumbo y yo por el mío. En definitiva, ya hace tiempo que dejé de escribir aquellos poemas candorosos en que les decía a las mujeres que las dejaba libres para que regresen a mí con el corazón a ciegas o naveguen en otra ruta. No. Ya todo eso pasó. Hace años que no espero nada. Absolutamente nada. Ni de las mujeres, ni de los amigos, ni de mí mismo, ni de nadie.
De todos modos, si de vez en cuando se hace un almuercito con un pollo asado y papas fritas, no voy a decir que no."




Pedro Juan Gutiérrez. Nada que hacer. Barcelona: Anagrama, 1998. 148 pág.

3 comentarios:

ALOMA69 dijo...

Me alegro que te haya gustado, es algo absolutamente visceral.

Qué tal el verano?

Abrazos!

Unknown dijo...

lo tengo, me lo regalaron pero no lo comencé...

ShaO dijo...

Amén a las frases coloreadas y bueno aunque no está, puedes apuntarme en morado la de que de vez en cuando un pollo asado con patatas fritas viene como anillo al dedo? ; ) Apunto el libro...
Un abrazote, o bueno que también pueden ser dos