viernes, 1 de octubre de 2010

Elogio de la sombra


“Soy totalmente profano en materia de arquitectura pero he oído decir que en las catedrales góticas de Occidente la belleza residía en la altura de los tejados y en la audacia de las agujas que penetran en el cielo. Por el contrario, en los monumentos religiosos de nuestro país, los edificios quedan aplastados bajo las enormes tejas cimeras y su estructura desaparece por completo en la sombra profunda y vasta que proyectan los aleros. Visto desde fuera, y esto no sólo es válido para los templos sino también para los palacios y las residencias del común de los mortales, lo que primero llama la atención es el inmenso tejado, ya esté cubierto de tejas o de cañas, y la densa sombra que reina bajo el alero.
[…]
En realidad, la belleza de una habitación japonesa, producida únicamente por un juego sobre el grado de opacidad de la sombra, no necesita ningún accesorio. Al occidental que lo ve le sorprende esa desnudez y cree estar tan sólo ante unos muros grises y desprovistos de cualquier ornato, interpretación totalmente legítima desde su punto de vista, pero que demuestra que no ha captado en absoluto el enigma de la sombra.
[…]
A nosotros nos gusta esa claridad tenue, hecha de luz exterior y de apariencia incierta, atrapada en la superficie de las paredes de color crepuscular y que conserva apenas un último resto de vida. Para nosotros, esa claridad sobre una pared, o más bien esa penumbra, vale por todos los adornos del mundo y su visión no nos cansa jamás.”



Junichiro Tanizaki. El elogio de la sombra. 21a. ed. Madrid: Siruela. 2007. 95 pág.

7 comentarios:

Madison dijo...

Pues oye he tenido el libro en las manos y no me decidí a comprarlo; tras leer el párrafo creo lo leeré.
Gracias Tara
Un beso

German Buch dijo...

Liberada la noche
su felina sombra
ceñida a su cuerpo
atreviesa las entrañas
en lo más hondo de su ser
desvelando el camino.

Tomás A.G. dijo...

Acierto insuperable. De las sombras, blancos y claroscuros nadie se cansa. Y presumimos de minimalismo...

Verdial dijo...

No puedo estar mas de acuerdo contigo.
No cambiaria esa luz por nada, sobretodo cuando provoca en nosotros esos sentimientos que nos embriagan.

Un abrazo

Tesa Medina dijo...

No conocía al autor, pero ya estoy tardando. A medida que cumplo años necesito rodearme de menos cosas, pero sí quiero que sean auténticas y me conmuevan, como esa sombra que describe el autor.

Un beso, Tara

Tara dijo...

Como veo que os gustó, os dejo otra perla de Tanizaki, del mismo libro...

“Creo que lo bello no es una sustancia en sí sino tan sólo un dibujo de sombras, un juego de claroscuros producido por la yuxtaposición de diferentes sustancias. Así como una piedra fosforescente, colocada en la oscuridad, emite una irradiación y expuesta a plena luz pierde toda su fascinación de joya preciosa, de igual manera la belleza pierde su existencia si se le suprimen los efectos de la sombra.”

Unknown dijo...

A colación de la mención que hace sobre la belleza de una habitación japonesa, opino que sus finas paredes y sus puertas corredizas, de papel shoji o simplemente biombos, incapaces de crear sombras para no turbar el espacio que proporciona la estancia y crear un todo, una unidad.
Me gusta contemplar las sombras y ver como desdibujan la realidad de lo proyectado, quizá con un exceso de imaginación y regresar a la niñez en la que toda sombra nos asustaba.

De acuerdo totalmente con el último párrafo de la segunda entrega "...la belleza pierde su existencia si se le suprimen los efectos de la sombra...”

Tara leí tu mensaje, no me des las gracias por seguirte, para mí es un verdadero placer
1beso