viernes, 21 de octubre de 2011

Los amigos del crimen perfecto


“… Durante muchos años me imaginaba que algún día me encontraría con el asesino de mi padre. Me obsesionó. Entre los catorce y los dieciocho años no pensaba en otra cosa. Me despertaba cada noche con la misma pesadilla. Para mí no era más que un nombre repetido a todas horas en casa, en voz baja, por los rincones: don Luis Álvarez, el “Escobajo”. No tenía rostro. Mi madre estaba aterrada de que a alguno de nosotros le sucediera algo parecido a lo que le pasó a mi padre, así que dejamos incluso de hablar de él. Pero él jamás se fue de allí. En los sueños tu suegro no era más que el espíritu del mal encarnado en un nombre. Me encontraba con él, yo con un arma en la mano y él delante, le decía, soy el hijo de Domiciano Hervás. Y él decía, no sé quien es ese Domiciano, déjame en paz. No se acordaba de nada. Ya has visto tú ahora que nadie se acuerda de nada de lo que ocurrió no hace ni siquiera diez años. Pero ahí tienes a mi madre, y como ella a muchas otras personas con el problema contrario: no pueden olvidar. Lo que no darían por olvidar. Les han robado la inocencia, y les hacen sentirse culpables. Es monstruoso. Mi madre ha pensado mil veces lo que hubiera ocurrido si mi padre no hubiese ido ese día a Madrid. No se habría encontrado con su amigo, y no habría pasado nada. Durante años soñaba cada noche con que me lo encontraba, pero jamás pensé que me tropezaría con él en la realidad. Para mí no era parte más que de una ficción siniestra. Y en sueños le decía quién era y lo que había hecho con mi padre, hasta tenerlo de rodillas pidiéndome perdón, pidiéndole perdón a mi madre, a mis hermanos, suplicando clemencia. Y al ir a disparar, me despertaba.”




Andrés Trapiello. Los amigos del crimen perfecto. Barcelona: Destino, 2003. 334 pág.

2 comentarios:

Tara dijo...

poco tiempo para escribir, menos aún para poner en orden mi cabeza

gracias que los ojillos siguen a lo suyo, a leer todo lo que se pone por delante

German Buch dijo...

"Hanna, experimentada en lances parecidos, arbitró sobre la marcha una nueva cláusula de la que tampoco se había hablado antes.

-Dijimos que cada cual era libre para hacer lo que quisiera, y que la nuestra es una relación libre. Tampoco hablamos de que hubiese una obligación por parte de nadie para tener que contarle al otro las cosas, si no quería. He conocido a alguien, y a ese alguien Tampoco le importa que viva contigo.

Para Poe fue un cataclismo. Quedaba ya muy lejos, evaporada del todo, aquella primera noche, la magia que entre los dos había brotado, los escasos réditos que ese milagro les había producido."

….Poe llegó con una nueva propuesta…..

(Los amigos del crimen perfecto. Andrés Trapiello. Premio Nadal 2003)