sábado, 20 de diciembre de 2008

El árbol de los deseos

Cuenta la leyenda que una hembra gitana conjuró a la luna…
¡¡Que no, coño, que esa no es!!



Empiezo otra vez…
Cuenta la leyenda que dos hermosas damas viajaron, en una ocasión, a la ciudad catalana de Vich, acompañadas por un noble caballero de dorada cimera.
La ciudad, engalanada de pies a cabeza, celebraba su mercado en honor a la Purísima Virgen.
Los forasteros recorrieron sus calles, disfrutaron del buen yantar y fueron testigos de un hecho extraordinario, que seguro recordarían el resto de sus vidas.
En una pequeña plaza se aglutinaban las gentes alrededor de un joven olivo del cual colgaban, cual morcillas o butifarras en un tenderete cristiano, tiras de papel llenas de palabras…
Se trataba del árbol de los deseos.

Los allí reunidos contaban que, desde tiempos inmemoriales, se repetía la tradición de solicitar salud y fortuna para el nuevo año que cercano era.
Las dos damas y el caballero, asombrados del fervor popular, decidieron participar también del ritual y estamparon sus deseos, pues dominaban el bello arte de la escritura.

Y a pesar de que una de las damas, ataviada con una larga capa negra de plumón salvaje, aprovechó primero para prender un deseo en honor de su señora madre, la reina Olivia… quiso el destino que los tres alabaran su amistad por encima de todo, sin que mediara palabra alguna entre ellos antes de acercarse al olivo.



La leyenda acaba contando su retorno al reino de Barcinona sin aclarar si la suerte les fue propicia o no. Quizás haya que volver a la época medieval para reencontrarlos y preguntarles…

Larga vida a los grandes amigos.

Dedicated to C and N.

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