Mis vecinos son muy susceptibles. Le dices a uno en confianza que te has encontrado a la del 4º 1ª saliendo a las cinco de la mañana del 1º 1ª, ligerita de ropa, y se arma la de cristo. Y sólo porque en vez de salir del bajos 2º salía del 1º.
Y luego me preguntan por qué no me molan los personajes de cómic… Y dime tú, ¿para qué quiero yo personajes de celulosa coloreada si ya tengo superhéroes de carne y hueso, reales como la vida misma?

En un vecindario bien apañado puedes encontrar de todo. El chivato, el putón verbenero, el defensor de las causas perdidas, el colgao de turno, el encanta-serpientes, el sheriff del barrio… Incluso puedes encontrar murciélagos, pero sólo si el estado de conservación del inmueble no es el que marcan las ordenanzas municipales. Si tienes la suerte, como yo, de tenerlos todos reunidos en el mismo edificio, te puedes sentir muy, pero que muy afortunado.
Por la foto de ahí arriba ya conocéis al chivato (el del suelo), al cornudo y al defensor-de-las-causas-perdidas (el d-c-p). Y yo creo que este último es el peor porque un vecino conciliador, alma cándida y bondadosa que se empeña una vez y otra también en mediar en los conflictos ajenos cuando nadie le ha pedido su colaboración, tendría que ser exterminado sin miramientos nada más entrar por la puerta del bloque, sobre todo si se pone a defender a la Paca, la guarra del 1º (y la chati del cornudo).
Sondrina tiene la teoría que, como no los quieren en las misiones, se ven obligados a permanecer en el país y se dedican a hacer el mal allá donde no se les opone resistencia.

La Paca le debe media vida al tontolaba del Eusebio (el d-c-p de las narices); la otra media, a ella misma.
La imagen de femme fatal que gasta no pega con un nombre tan
de estar por casa, pero es lo único que tiene de hogareño la muchacha. La leyenda vecinal cuenta que trabajaba en los bajos fondos y que el cornudo, al conquistarla con su amor redentor, obró el milagro y la convirtió en una mujer como todas las demás.
Pero de eso nada, monada. Yo creo que la pareja son testigos protegidos y que viven entre nosotros porque no les han encontrado una tapadera mejor.
Al único que no se arrima la Paca es al del ático. Le apoda “el encantador de serpientes”, porque siempre que puede intenta camelarse al personal con esa lengua viperina de político venido a menos que su madre le dio, y que está más afilada que los cuchillos que usa para cortar el jamón en el mercado, pues es charcutero a tiempo parcial.

Además, con esa sonrisa perenne resplandeciendo en su cara, se está ganando una fama de Judas que no veas. Sin ir más lejos, la culpa de la remodelación del jardín se debe a sus tejemanejes traicioneros para desestabilizar la concordia y la paz que tanto nos gusta andar jodiendo (con perdón).
El otro día arrancamos los setos de la zona ajardinada comunitaria. De paso, también arrancamos unos yerbajos que habían crecido a su alrededor y que afeaban el conjunto de mala manera.
A la mañana siguiente, para asombro general, nuestro bien hallado presidente, con su estrella de cinco puntas agazapada bajo el chaleco (todavía de lana), convocó a todo el edificio a una reunión urgente y extraordinaria. Asunto a tratar: las plantas de maría.
Nótese que el nombre femenino aparece en minúsculas, por lo tanto ya se entiende que no tiene nada que ver con las macetas que María (con mayúsculas) posee en su balcón del 1º 4ª.

Johnny “cara topo”, nuestro
colgao particular, casi sufre un derrame cerebral accidental (es decir, no provocado por los estupefacientes habituales que componen su dieta) al descubrir que, a punto para la recolección anual, las matas de maría que furtivamente había sembrado junto a los setos, habían quedado sesgadas en un abrir y cerrar de tijeras podadoras.
La reunión se llevaba a cabo para debatir si las exigencias de nuestro convecino (a saber: restitución inmediata de la plantación e indemnización aproximativa del valor de la cosecha destruida) podían ser asumidas o no por la comunidad. Pese a que la decisión de la mayoría se sabía con antelación, se intentó razonar con Johnny “cara topo” de forma pacifica.
Pero Jonnhy no estaba por la labor. Encaramado en su parra particular, colgado boca abajo y cimbreándose de un lado para otro debido a sus grandes dotes expresivas, seguía exigiendo una millonada.
Así que nuestro sheriff le amenazó con llamar a la caballería que, pese a estar entretenida ajusticiando by the face a estudiantes universitarios antiboloñeses, seguro acudiría al reclamo de un honrado ciudadano.
Y es que nuestro presidente, cuando se pone en el papel de John Wayne, lo borda.
Aunque hay que reconocer que siempre es mejor darle de comer a parte porque se cree tanto su personaje que, a veces, se le va la pinza.
En la última trifulca entre la Paca y su marido, consiguió, aún no sabemos cómo, esposar al pobre cornudo a los buzones; y aunque su intención era darle un buen escarmiento a la susodicha, persiguiéndola escaleras arriba a latigazo limpio, los aires de macho dominante se le esfumaron de golpe cuando vio como Paca le apuntaba con la escopeta de matar bisontes entre ceja y ceja.
Tienes diez segundos para liberar a mi Charly, de lo contrario te vuelo la tapa de los sesos. Diez, nueve, ocho, siete…