
Hoy bufa de norte, con un frío sabor a sal.
El mar no se ve pero está sobre nuestras cabezas, cayendo del cielo.
La herrumbre se comerá los dientes precisos del tiempo, allá por el campanario; mas no todavía.
Mi postal es en blanco y negro, en gris metalizado, por el barullo de los charcos sobre las aceras, por los rayos de las farolas equidistantes.
Mojado mi pelo y calada hasta los huesos, me resisto a dejar mi atalaya.
¡Qué lejos se perciben las gotas de lluvia!
…
Dulces acordes a guitarra, the cure aliviando las mortecinas horas de insomnio.
Todo parecía más fácil anoche, con el tibio sabor a menta de aquel beso fugaz sobre unos labios tintados en mora. O al menos mucho más frívolo.
Si aún fumara, el humo se consumiría en la lluvia con la misma rapidez que lo hacen mis recuerdos de ayer. Fogonazos de una realidad en la que acabo siendo una espectadora más.
…
Me gusta estar aquí arriba, con los ojos disminuidos de no dormir, con la cara más pálida de lo habitual, pero relajada y a gusto.
El eco de la pasada noche de fiesta se pierde por el horizonte grisáceo de la tormenta, entre nubes empapadas de luz.
El mar no se ve pero está sobre nuestras cabezas, cayendo del cielo.
La herrumbre se comerá los dientes precisos del tiempo, allá por el campanario; mas no todavía.
Mi postal es en blanco y negro, en gris metalizado, por el barullo de los charcos sobre las aceras, por los rayos de las farolas equidistantes.
Mojado mi pelo y calada hasta los huesos, me resisto a dejar mi atalaya.
¡Qué lejos se perciben las gotas de lluvia!
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Dulces acordes a guitarra, the cure aliviando las mortecinas horas de insomnio.
Todo parecía más fácil anoche, con el tibio sabor a menta de aquel beso fugaz sobre unos labios tintados en mora. O al menos mucho más frívolo.
Si aún fumara, el humo se consumiría en la lluvia con la misma rapidez que lo hacen mis recuerdos de ayer. Fogonazos de una realidad en la que acabo siendo una espectadora más.
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Me gusta estar aquí arriba, con los ojos disminuidos de no dormir, con la cara más pálida de lo habitual, pero relajada y a gusto.
El eco de la pasada noche de fiesta se pierde por el horizonte grisáceo de la tormenta, entre nubes empapadas de luz.