Y luego me preguntan por qué no me molan los personajes de cómic… Y dime tú, ¿para qué quiero yo personajes de celulosa coloreada si ya tengo superhéroes de carne y hueso, reales como la vida misma?

Por la foto de ahí arriba ya conocéis al chivato (el del suelo), al cornudo y al defensor-de-las-causas-perdidas (el d-c-p). Y yo creo que este último es el peor porque un vecino conciliador, alma cándida y bondadosa que se empeña una vez y otra también en mediar en los conflictos ajenos cuando nadie le ha pedido su colaboración, tendría que ser exterminado sin miramientos nada más entrar por la puerta del bloque, sobre todo si se pone a defender a la Paca, la guarra del 1º (y la chati del cornudo).
Sondrina tiene la teoría que, como no los quieren en las misiones, se ven obligados a permanecer en el país y se dedican a hacer el mal allá donde no se les opone resistencia.

La imagen de femme fatal que gasta no pega con un nombre tan de estar por casa, pero es lo único que tiene de hogareño la muchacha. La leyenda vecinal cuenta que trabajaba en los bajos fondos y que el cornudo, al conquistarla con su amor redentor, obró el milagro y la convirtió en una mujer como todas las demás.
Pero de eso nada, monada. Yo creo que la pareja son testigos protegidos y que viven entre nosotros porque no les han encontrado una tapadera mejor.
Al único que no se arrima la Paca es al del ático. Le apoda “el encantador de serpientes”, porque siempre que puede intenta camelarse al personal con esa lengua viperina de político venido a menos que su madre le dio, y que está más afilada que los cuchillos que usa para cortar el jamón en el mercado, pues es charcutero a tiempo parcial.

Además, con esa sonrisa perenne resplandeciendo en su cara, se está ganando una fama de Judas que no veas. Sin ir más lejos, la culpa de la remodelación del jardín se debe a sus tejemanejes traicioneros para desestabilizar la concordia y la paz que tanto nos gusta andar jodiendo (con perdón).
El otro día arrancamos los setos de la zona ajardinada comunitaria. De paso, también arrancamos unos yerbajos que habían crecido a su alrededor y que afeaban el conjunto de mala manera.
A la mañana siguiente, para asombro general, nuestro bien hallado presidente, con su estrella de cinco puntas agazapada bajo el chaleco (todavía de lana), convocó a todo el edificio a una reunión urgente y extraordinaria. Asunto a tratar: las plantas de maría.
Nótese que el nombre femenino aparece en minúsculas, por lo tanto ya se entiende que no tiene nada que ver con las macetas que María (con mayúsculas) posee en su balcón del 1º 4ª.

La reunión se llevaba a cabo para debatir si las exigencias de nuestro convecino (a saber: restitución inmediata de la plantación e indemnización aproximativa del valor de la cosecha destruida) podían ser asumidas o no por la comunidad. Pese a que la decisión de la mayoría se sabía con antelación, se intentó razonar con Johnny “cara topo” de forma pacifica.
Pero Jonnhy no estaba por la labor. Encaramado en su parra particular, colgado boca abajo y cimbreándose de un lado para otro debido a sus grandes dotes expresivas, seguía exigiendo una millonada.
Así que nuestro sheriff le amenazó con llamar a la caballería que, pese a estar entretenida ajusticiando by the face a estudiantes universitarios antiboloñeses, seguro acudiría al reclamo de un honrado ciudadano.
Y es que nuestro presidente, cuando se pone en el papel de John Wayne, lo borda.
Aunque hay que reconocer que siempre es mejor darle de comer a parte porque se cree tanto su personaje que, a veces, se le va la pinza.
En la última trifulca entre la Paca y su marido, consiguió, aún no sabemos cómo, esposar al pobre cornudo a los buzones; y aunque su intención era darle un buen escarmiento a la susodicha, persiguiéndola escaleras arriba a latigazo limpio, los aires de macho dominante se le esfumaron de golpe cuando vio como Paca le apuntaba con la escopeta de matar bisontes entre ceja y ceja.
Tienes diez segundos para liberar a mi Charly, de lo contrario te vuelo la tapa de los sesos. Diez, nueve, ocho, siete…
9 comentarios:
el nombre del colgao me es taaaaaaan familiar
Menudo personal, yo no tengo la suerte de tener un vecindario así, tendré que mudarme urgentemente.
Abrazo!
Sí Aloma, si quieres poner emoción, intriga, dolor de barriga... a tus días grises y anodinos, búscate un buen vecindario, que te merezca como tú a ellos... (paro, que se me va también a mí la pinza).
Sí cruasan, lo de Johny cara topo es todo un homenaje.
Me vendí el piso y me puse a vivir de alquiler para no asistir a las reuniones de escalera. Aunque con un vecindario como el tuyo, creo que el mío en el que se peleaban por un calcetín desparejado que no había sido guardado y por una pelusa escapada de una alfombra sacudida a destiempo era de un soso que hunde inmobiliarias.
No me extraña que tengas goteras en la azotea, vigila si el de la maría ha montado un invernadero clandestino.
Besos, Tara
No Tesa, no hay invernadero en la azotea.
Aquí ahora mismo lo único que cuenta son los anclajes de los lanza-cohetes... con tanto gol eufórico de la parroquia culé, vivimos en azul y grana, no hay sitio para las plantas de temporada...
Pues a mí, como tengo patio particular, de esos que cuando llueve se moja como todos los demás, no me han dado llave de la azotea, que es donde tiende el resto de vecinos propietarios.
Pura envidia de mis palmeras que imitan paisajes de jumgla lujuriosa.
Besos, Tara
Ay, lso vecinos son una fauna.
Yo no me hablo con ninguno de los míos.
Debo ser la antipática de turno... pero es que me resultan muy pesados.
Lo siento por los perdidos... el humo llena miradas, la verdad.
Muas!
mi señor tutor me contó una vez que tenía un vecino esquizofrénico que fue con un cuchillo jamonero a una reunión de vecinos "por si acaso"
los míos son señoras mayores tirando a pesadas
besos
ah, hoy hay más rossetti...
(un vicio como otro cualquiera)
más besos
Publicar un comentario